Estados Unidos
15 de mayo por James K. Galbraith
Fuente de imagen: Sin Permiso
Como si el planeta no estuviera ardiendo o a punto de la guerra nuclear, la Casa Blanca, el Tesoro, el Congreso y la prensa han comenzado otra ronda del juego de salón favorito de Washington: ¡El desastre de la deuda!
En Vox, Dylan Matthews ha explicado la política medio oculta que está detrás. Ambas partidos necesitan una victoria, razona. Ninguno tiene los votos. Así que se ha abierto la búsqueda para un resultado con el que ambos puedan vivir. La exigencia no negociable del presidente Biden es un aumento limpio del techo de la deuda
Deuda
Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
. La del presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, es un gran recorte del gasto federal, a lo que Biden no tiene ninguna objeción de principio. Estos objetivos no son incompatibles, lo que significa que ambos se cumplirán. El resto es escenografía, sincronización, prismas y truco.
Con una recesión que se avecina, un año de recortes de gasto -en atención médica, cupones de alimentos, seguro de desempleo, ayuda a estados y ciudades-, es justo el paquete que se necesita para devolver el Senado a Mitch McConnell y la presidencia a Donald Trump. McCarthy lo sabe. ¿Biden? Probablemente también. Pero con susíndices de aprobación apenas mejores que los de Gerald Ford o Jimmy Carter, tal vez algunos jugadores clave de su equipo estén menos centrados en las elecciones que en buscar su próximo trabajo.
Matthews puede estar en lo cierto, pero vacila en algunos otros temas, como escribí en estas páginas en enero. Para reiterar algunos puntos clave: En primer lugar, como cuestión legal, el Tesoro de los Estados Unidos está obligado a hacer pagos. El límite máximo de la deuda no anula esta obligación. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, no tiene discreción legal para detener los pagos o elegir que pagar y cuál aplazar. Si no se realizan los pagos, infringirá la ley y su juramento de cargo. Por eso, podría y debería ser destituida.
El techo de la deuda también es una ley. Ordena al Tesoro no que deje de hacer pagos, sino que deje de emitir valores más allá del límite de 31,4 billones de dólares. Yellen también podría ser destituida por ignorar ese límite y emitir más valores, lo que violaría la Constitución, mientras que realizar los pagos no lo haría. Pero ningún jurado en Estados Unidos la condenaría nunca, ciertamente no el Senado de los Estados Unidos.
Romper el techo también es innecesario. Una moneda de platino de mil millones de dólaresresolvería el problema -sin préstamos adicionales y sin incumplimiento del límite de la deuda. De lo contrario, ¿la Reserva Federal
FED
Reserva Federal
Oficialmente Federal Reserve System, habitualmente abreviada en Federal Reserve o Fed, es el banco central de Estados Unidos. Fue creada el 23 de diciembre de 1913 mediante el Federal Reserve Act, también llamado Owen-Glass Act, tras varias crisis bancarias y el pánico bancario de 1907.
respaldaría los cheques del Tesoro de los EEUU si no se emitieran valores y no hubiera fondos suficientes en la Cuenta General del Tesoro? ¿Los cheques serían devueltos?
¡Posiblemente! Si lo hicieran, los cheques devueltos se devolverían a los bancos, que sabrían perfectamente que el emisor es el gobierno soberano de los Estados Unidos. ¿Se negarían a aceptar los cheques? Lo dudo. Esos cheques en el limbo serían activos, como cualquier otro, y una excelente garantía para los préstamos a corto plazo.
Pero supongamos que los banqueros, tal vez después de alguna regulación, se negaran a aceptar los cheques del Tesoro que, debido al techo de la deuda, no se estaban liquidando temporalmente. Y supongamos que esto continua durante más de unos días. La consecuencia sería una ola de impagos reales, de impagos de deuda en el sector privado. ¡No el sector público! No se pagarían los préstamos comerciales, las hipotecas y los préstamos para automóviles y estudios. ¿Quién, inicialmente, se vería afectado por eso? Obviamente, los bancos. Incluso sin tener en cuenta el techo de la deuda federal, el sector bancario de EEUU no es exactamente sólido como una roca en este momento. A excepción de algunos casos excepcionales, los banqueros tendrían que ser aún más suicidas de lo habitual para negarse a acreditar esos cheques «malos».
En resumen: Biden y Yellen están jugando con el drama de la deuda no porque nos enfrentemos a un Armagedón financiero, sino para hacer de una victoria vacía en el último minuto un gran éxito. Cuando suceda, todos los involucrados lanzarán un gran suspiro de alivio. ¡El desastre de la deuda! ™ se recogerá con cuidado y se volverá a poner en el estante, hasta que los nietos a los que se quiera impresionar vengan de visita de nuevo.
Para la economía, lo que importa es lo que le den a McCarthy, en las negociaciones de los presupuesto y asignaciones, para que tenga su pequeño éxito. Para las elecciones, lo que importa es lo profundos que sean los recortes, quién los sufre y cómo reaccionan los afectados en las urnas. Esa es la manzana envenenada en la historia de otro niño. Unos pocos bocados ahora podrían poner a los demócratas a dormir para 2024, y borrar lo que queda de la agenda de Biden.
Fuente: Sin Permiso
Traducción: Enrique García
holds the Lloyd M. Bentsen Jr. Chair in Government/Business Relations at the Lyndon B. Johnson School of Public Affairs, the University of Texas at Austin. He is a former executive director of the Joint Economic Committee in the US Congress.
7 de junio, por James K. Galbraith