Argentina

A 43 años del Golpe de 1976

27 de marzo de 2019 por Julio C. Gambina


Resulta de interés recuperar los objetivos del poder económico, político, social y cultural para el Golpe del 24 de marzo de 1976, con antecedentes inmediatos en el “rodrigazo” [1] del mes de Julio de 1975; y aún antes, con la instalación del terror parapolicial y paramilitar de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) desde el propio Estado, luego continuado y exacerbado ya como terrorismo de Estado con la asunción de la Junta Militar.



Esos propósitos del Poder solo fueron posibles por el uso de la violencia estatal del golpe genocida, que buscó frenar la acumulación de poder popular, cultural, sindical y territorial del movimiento social en el país. Se buscó con el Golpe “des-acumular el poder popular” conquistado en décadas anteriores con la lucha social, política y cultural en la Argentina. Había que transformar regresivamente a la sociedad para recuperar el proyecto de acumulación capitalista.

Vale mencionar el poder popular acumulado, que era en rigor un clima de época, con extensión planetaria del anticapitalismo, incluso por el socialismo.

Evidencia de lo dicho pasa por el triunfo entre 1973-75 de Vietnam sobre la invasión militar de EEUU; y por cierto la situación latinoamericana y caribeña con la experiencia de Cuba desde 1959 y, su objetivo por el socialismo luego de la invasión estadounidense a Playa Girón en 1961, lo que convalidaría la Constitución cubana de 1976.

A mediados de los 70 se verifican un conjunto de crisis simultáneas en el orden capitalista (monetaria, energética, medio ambiental), las que se manifiestan con una fuerte caída de la tasa de ganancia de los capitales más concentrados. Había que revertir esa situación e ir contra las políticas económicas del reformismo capitalista para reinstalar una lógica de libre mercado.

El diagnóstico de los monetaristas y neoliberales, con Milton Friedman a la cabeza, que fuera Premio del Banco de Suecia de 1976 (Nobel), uno de los padres del neoliberalismo, convocaba a desarmar el Estado del Bienestar, a bajar el gasto público social y a dar aliento a la iniciativa privada y retomar la máxima del libre cambio.

Fueron postulados que se conocerán y generalizarán luego, en los años 90, bajo la denominación del “Consenso de Washington” para aplicar en la región latinoamericana y caribeña.

Había que desarmar las políticas keynesianas aplicadas a la salida de la segunda posguerra en todo el sistema mundial. Ese era el objetivo del neoliberalismo.

El keynesianismo fue la política hegemónica en el mundo luego de 1945, asumida para contrarrestar la emergencia del socialismo desde 1917 en Rusia, en la URSS desde 1922 y, en el campo socialista de Europa desde 1945, acrecido en 1949 en China. Hasta se podría considerar el carácter keynesiano de las políticas en el este de Europa y el llamado sistema socialista.

Por eso, el neoliberalismo hoy vigente como corriente principal de las políticas económicas surge en respuesta y para desarmar la política keynesiana y cualquier sentido de un rumbo socialista, aún de carácter reformista. Trump y Bolsonaro en su reciente encuentro manifestaron su apuesta por el fin del socialismo en la región.

Ofensiva capitalista

El neoliberalismo emergió con las dictaduras del Cono Sur de América entre 1973/76, como ensayo que coronaron Margaret Thatcher y Ronald Reagan en los años 80, más allá de matices actuales con los libertarios (Milei, Espert, Boggiano), liberales a ultranza, enemigos del propio Estado capitalista.

Las políticas de cuño neoliberal se consolidaron en los 90 en la Argentina y, ahora pretenden no solo afirmar el cambio estructural en materia de las relaciones entre el trabajo y el capital, con mayor flexibilidad salarial y laboral, sino también, avanzar con la reforma reaccionaria del Estado vía reformas laborales, previsionales o impositivas; tanto como profundizando la dependencia a la política exterior imperialista, especialmente estadounidense, siendo ese el caso de la agresión e injerencia en Venezuela.

Resulta de interés pensar estos temas, en Argentina, de cara a la campaña electoral, con un gobierno que presenta nefastos resultados económicos y sociales para la mayoría empobrecida, combinando inflación Inflación Subida acumulativa del conjunto de los precios (por ejemplo, una subida del precio del petróleo, que conlleva luego un reajuste de los salarios al alza, luego la subida de otros precios, etc.). con recesión, y una ofensiva ideológica y política, descalificando adversarios como expresión de lo viejo, relativo a lo ocurrido entre 1945 y 2015.

Por eso aluden a que los problemas argentinos se remontan a los 70 últimos años, supuestamente, hegemonizados por el “populismo”, forma de atacar la orientación keynesiana, hegemónica en el mundo para esos años, por lo menos hasta comienzos de los años 80. Claro que omiten los tiempos neoliberales bajo la genocida dictadura (1976-1983) o la década del noventa (1989-2001) del siglo pasado.

Convengamos que la respuesta no es volver hacia atrás, a repetir cualquier experiencia de orientación keynesiana o populista, aun cuando puedan demostrarse experiencias pretéritas de gobiernos con una progresiva distribución del ingreso, ya que los modelos de industrialización, por sustitución de importaciones, y sus Estados correspondientes en los 50/70, ya no se compadecen con ciclos productivos encadenados mundialmente bajo cierto desarrollo tecnológico unificado.

Lo que hace falta es gestar un proyecto que supere al orden capitalista, en momentos donde los propios consultores del sistema, el FMI FMI
Fondo monetario internacional
El FMI nace, el mismo día que la Banca mundial, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods. En su origen el rol del FMI era defender el nuevo sistema de cambios fijos instaurado.

A la finalisación de estos acuerdos (1971), el FMI es mantenido y se transforma paulatinamente en el gendarme y el bombero del capitalismo mundialisado : gendarme cuando impone los programas de ajuste estructural ; bombero cuando interviene financiaramente para sostener los países tocados por una crisis financiera.

Su modo de decisión es el mismo que el del Banco mundial y se basa sobre una repartición del derecho de voto en proporción a los aportes de cotisación de los países miembros. Estatutariamente es necesario el 85% de los votos para modificar la Carta del FMI (los EE.UU. poseen una minoria de bloqueo dado a que posees el 16,75 % de voces). Cinco países dominan : Los EE.UU. (16,75 %), el Japon ( 6,23 %), la Alemania (5,81%), Francia (4,29 %), y Gran Bretaña (4,29%). Los otros 177 Estados miembros estan divididos en grupos dirigidos, cada vez, por un país. El grupo más importante (6,57%) esta dirigido por Belgica. El grupo menos importante (1,55% de voces) precidido por el Gabon (países africanos).

Su capital está compuesto del aporte en divisas fuertes (y en monedas locales) de los países miembros. En función de este aporte, cada miembro se ve favorecido con Derechos Especiales de Giro (DEG) que son de hecho activos monetarios intercambiables libre e inmediatamente contra divisas de un tercer país. El uso de estos DEG corresponde a una política llamada de estabilización a corto plazo de la economía, destinada a reducir el déficit presupuestario de los países y a limitar el crecimiento de la masa monetaria. Esta estabilización constituye frecuentemente la primera fase de intervención del FMI en los países endeudados. Pero el FMI considera que en adelante es tarea suya (tras el primer choque petrolero de 1974-1975) actuar sobre la base productiva de las economías del Tercer Mundo reestructurando sus sectores internos; se trata de una política de ajuste a más largo plazo de la economía. Lo mismo sucede con los países llamados en transición hacia una economía de mercado. (Norel y Saint-Alary, 1992, p. 83).

Sitio web :
por ejemplo, aluden a las dificultades para superar los obstáculos que instaló la crisis del 2007/09, que todavía continua y que provoca el desorden político global con emergencia de gobiernos autoritarios, como Trump o Bolsonaro, o el mismo Macri, con destino para afirmar mecanismos represivos que limiten y superen la resistencia a los cambios que pretenden implementarse en un segundo turno de gobierno, entre 2019 y 2023.


Buenos Aires, 21 de marzo de 2019

Notas

[1Celestino Rodrigo era Ministro de Economía del Gobierno constitucional presidido por María Estela Martínez de Perón, quien en Julio de 1975 impulsó una serie de medidas de política económico de carácter antipopular para desarmar la lucha sindical por mejoras del ingreso. Ese conjunto de medidas de ajuste y shock fueron denominadas: “rodrigazo”.

Julio C. Gambina

economista y profesor universitario argentino, especializado en economía política, economía mundial, integración, deuda externa y otros asuntos sociales y políticos.
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, Ciudad de Buenos Aires. www.juliogambina.blogspot.com
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