Sin ánimo de ofender a los/las activistas del CADTM, hemos de reconocer que el concepto de deuda social no es un concepto muy elocuente. Además, para complicar nuestra tarea, parece ser un concepto polisémico, cuyos diferentes significados o al menos significados políticos pueden incluso ser antagónicos. ¿Cómo aclararse? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de deuda social? ¿O más bien quién habla de qué?
El primer significado que uno podría lógicamente identificar con la deuda
Deuda
Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
social es el de la deuda financiera de las organismos de protección social. Según los criterios europeos, definidos en el Tratado de Maastricht, la deuda social representa uno de los componentes de la deuda pública junto con la deuda del Estado, de los organismos de la administración central y la de las comunidades locales [1]. Al igual que la deuda pública en su conjunto, esta «deuda social» se ha utilizado, desde mediados de la década de 1970, para justificar continuamente las contrarreformas en cascada. Y, sin embargo, esta última no hace más que aumentar con las medidas que se supone deberían enjugarla [2].
El primer significado que uno podría lógicamente identificar con la deuda social es el de la deuda financiera de las organismos de protección social.
En el caso francés, esta deuda social ya ha sido objeto de varios procesos de auditoría ciudadana (en su totalidad o en parte) que, contrarrestando la narrativa dominante, han logrado proporcionar elementos de respuesta en cuanto a los orígenes de esta deuda, quién se ha beneficiado de la misma, sus consecuencias, su gestión política ... Entre los principales desafíos y tendencias identificados por estas auditorías [3], están la exención y / o reducción masiva desde finales de la década de 1970, principios de los años 80 del pago de las cuotas patronales (que han contribuido al déficit de la Seguridad Social) con la que llegó el problema de los déficits estructurales y de esta nueva deuda. Estas exenciones sucesivas representaron en 2018 en el caso francés 37.1 mil millones de euros [4] y en general siguen sin haber sido compensadas. Sin embargo, otra parte de estas exenciones se compensa con la intervención del Estado mediante tasas e impuestos.
Es el caso en particular del CGS (Contribución Social General), que se retiene a cuenta sobre los ingresos de actividades y aquellos llamados de reemplazo (desempleo, pensiones, etc.) y cuya tasa no ha hecho más que aumentar a la par que se otorgaban estas exenciones. Esto se llama «fiscalización de la Seguridad Social», en la medida en que los impuestos y las tasas reemplazan las contribuciones a la financiación de esta institución construida por el movimiento obrero. Esta sustitución plantea problemas, ya que, por un lado, transfiere la carga de la financiación de la Seguridad Social sobre las ganancias de los empresarios hacia los ingresos de los/las trabajadores/ trabajadoras y los hogares; y, por otro lado, pone en entredicho la independencia original de la protección social y de su gestión frente a las políticas gubernamentales [5]. Se trata de una fiscalización que también sirve de pretexto para justificar la privatización de la Seguridad Social.
La deuda social permite por tanto poner de manifiesto la insuficiencia de los ingresos de los fondos de la Seguridad Social agrandada al hilo de las exenciones, pero no debe eliminar la necesidad de revisar ciertos gastos. En el caso de Unédic (seguro de desempleo en Francia), las contribuciones financian el servicio estatal «para apoyar a los desempleados» llamado Pôle Emploi (equivalente en España al SEPE, Servicio Público de Empleo Estatal) cuyos sistemas de información gestiona la multinacional Capgemini y una plétora de empresas privadas de consultoría que se benefician alegremente de diversos contratos para ofrecer empleo a aquellos/as que no tienen [6].
A la fiscalización se añade la financiarización, particularmente en el caso francés. En efecto, para compensar los déficits debido a ingresos insuficientes, los organismos de seguridad social se endeudan. Desde principios de la década de 1990, este endeudamiento se está haciendo recurriendo a los mercados financieros, es decir, a establecimientos de la banca privada, fondos de pensiones, compañías de seguros, etc. Usar los mercados financieros para obtener financiación supone aceptar sus reglas del juego y obligaciones. Así es como organismos como Unédic se someten a la evaluación de las agencias de calificación, organizan presentaciones itinerantes, es decir, giras comerciales para «colocar» la deuda de Unédic con inversores extranjeros privados, ofrecen garantías Garantías Acto que proporciona a un acreedor una seguridad en el cumplimiento del compromiso del deudor. Distinguimos entre garantías reales (derecho de retención, fianza, prenda, hipoteca, privilegio) y las garantías personales (caución, aval, carta de intención, garantía autónoma). sobre su capacidad de reembolso ajustando las condiciones de subsidios para los desempleados e incluso titulizan algunas obligaciones de deuda hacia sus afiliados [7]. Por lo tanto, la deuda social funciona como una herramienta adicional para enriquecer a las instituciones financieras privadas a través de los recursos de la Seguridad Social.
Para profundizar en el tema de la deuda de los organismos de protección social en Francia: • Pascal Franchet, Que faire de la dette sociale ? Pour un audit citoyen de la dette française, CADTM, enero 2015. Disponible en : https://www.cadtm.org/Que-faire-de-la-dette-sociale • GACDAC, Audit de la dette de l’assurance chômage. Rapport intermédiaire par le Groupe d’Audit Citoyen de la Dette de l’Assurance Chômage, abril 2018. Disponible en : https://www.cadtm.org/France-Rapport-d-audit-de-la-dette-de-l-assurance-chomage • Pascal Franchet, « Petite histoire de la financiarisation de la dette sociale en France » en Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016. Disponible en: https://www.cadtm.org/Petite-histoire-de-la |
Esta batalla política sobre el análisis de las causas de la deuda social, llevado a cabo por estas auditorías contra la narrativa dominante, nos lleva a otra lucha ideológica sobre los verdaderos/as acreedores/as de la deuda social.
La deuda social como herramienta para la retórica de austeridad
Esta acepción de la deuda social no se limita solo a las esferas políticas o mediáticas, sino que también es objeto de una teorización académica por parte de pensadores neoliberales.
En contra de lo que podría sugerir su terminología, el concepto de deuda social no solo es utilizado por personas ubicadas en la izquierda del pensamiento político. De hecho, a menudo escuchamos a periodistas y políticos convencionales hablar sobre la deuda social. Ésta se refiere a los compromisos «no expresados» del Estado con sus funcionarios con respecto al pago futuro de las pensiones. «No expresados» porque esta concepción de «deuda social» implica la obligación de visibilizar esta deuda al registrar el gasto futuro en pensiones en el balance Balance “Fotografía” a final de año de los activos (lo que la empresa posee) y pasivos (lo que la empresa debe) de una sociedad. Dicho de otra forma, los activos el balance aportan información acerca de la utilización de los fondos recabados por la sociedad. Los pasivos del balance informan sobre el origen de los fondos captados. actual (pasivos) del Estado. Este es el mito de que contribuimos a pagar nuestras pensiones para mañana, cuando en realidad las contribuciones de hoy pagan las pensiones de hoy. En este sentido, con una ideología muy liberal, algunos/as hablarán de una «deuda implícita». Sería por tanto imposible negar la supuesta “obesidad” presupuestaria del Estado y por ende la necesidad de reformar el sistema de pensiones se impone como una evidencia lógica (o más bien contable) [8]. Así, la población estaría aún mejor preparada para el hecho de que el Estado (o más bien la comunidad) no podrá cumplir sus compromisos sociales y que no hay alternativa a la privatización, financiarización y depreciación Depreciación En un régimen de tazas de cambios flotantes, una depreciación consiste en una disminución del valor de la moneda nacional en relación a otras monedas debida a una contracción de la demanda por los mercados de esta moneda nacional de partes de la Seguridad Social [9].
Paradójicamente, aquí la deuda social solo existe para justificar su impago. La población (al generalizar la situación específica de los funcionarios públicos) no se considera explícitamente como un deudor de la deuda social, sino más bien como un acreedor secundario o incluso ilegítimo. Entonces ocurre una jerarquización entre las deudas financieras del Estado (frente a las instituciones financieras privadas) y sus deudas sociales (frente a sus funcionarios, su población).
Así esta acepción de la deuda social no se limita solo a las esferas políticas o mediáticas, sino que también es objeto de teorización académica por parte de pensadores neoliberales. Una teorización que sustenta una labor de culpabilización de los beneficiarios de las prestaciones de la seguridad social y de preparación para su desmantelamiento.
Para profundizar: • Esta interpretación de la deuda social no merece, en mi opinión, mayor atención. No obstante, para detectar algunos desafíos políticos en estos debates, se puede consultar: « Dette financière VS. Dette sociale » in Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016. Disponible en : https://www.cadtm.org/Dette-financiere-VS-Dette-sociale |
La deuda social como herramienta de reivindicación política.
En el otro extremo del espectro está el concepto de deuda social, defendido en particular por el CADTM y otros movimientos anticapitalistas, en el que los/las trabajadores/as [10] son los acreedores de una deuda social, que es adeudada por los tenedores de capital, limitándose el Estado a ser su garante.
Considerar la deuda social como tal permite tomar conciencia de la extracción de valor realizada por el sistema de producción capitalista y resulta interesante para defender nuestro derecho incondicional a la seguridad social y su reapropiación por parte de los/las trabajadores/as.
Detrás de esta idea hay, por lo tanto, un análisis anticapitalista relativamente clásico: dado que la totalidad de la riqueza es en realidad producida por la materia transformada por el trabajo, y que una parte cada vez más grande es robada por la clase capitalista, ésta tiene una deuda social (muy) grande con los/las trabajadores/as. Huelga decir que las cuotas deben recaudarse de los beneficios y no de las rentas (la seguridad social es parte del salario de los/las trabajadores/as): «es responsabilidad exclusiva de los empresarios pagar cuotas y no de los empleados o contribuyentes para contribuir a la financiación [de la seguridad social] [11]». Algunos/as piden que esta recaudación alcance el 100% [12].
De hecho, es esta visión (aunque con muchos compromisos) la que dio origen a los sistemas de seguridad social en los países industrializados. De ello dan fe, por ejemplo, las ordenanzas francesas del 4 y 19 de octubre de 1945 (artículos 30 y 31) que estipulan que: «Las cuotas sociales son un gravamen sobre la riqueza creada por el trabajo en la empresa, que no está asignada ni a los salarios ni a las ganancias, sino mutualizada para satisfacer las necesidades sociales de los trabajadores como consecuencia de los riesgos de la vida, independientemente del Estado y de la negociación colectiva y cuya cuantía se calcula en base a los salarios pagados [13]».
Utilizar esta definición de la deuda social hoy en día conduce, por un lado, a oponerse a la fiscalización de los recursos de los organismos de seguridad social rehabilitando su financiación mediante cuotas, vistas como un salario socializado o mutualizado a pagar por los empresarios. Por otro lado, también implica el fin de la gestión bipartita [14] de los fondos de la Seguridad Social en beneficio Beneficio Resultado contable positivo neto fruto de la actividad de una sociedad. El beneficio neto es el beneficio después de impuestos. El beneficio a distribuir es la parte de aquél que puede ser repartido entre los accionistas. de la gestión por y para los/las trabajadores/as. Esta concepción también da lugar a una diferencia de naturaleza y jerarquía entre la deuda financiera del Estado y la deuda social, pero esta vez en beneficio de la segunda, que constituye un derecho fundamental, mientras que una deuda financiera es solo el resultado de un contrato, cuyo pago puede ser cuestionado por múltiples razones [15].
Más que una simple categoría de pensamiento, considerar la deuda social como tal nos permite tomar conciencia de la extracción de valor operada por el sistema de producción capitalista, pero sobre todo resulta ser un concepto interesante a esgrimir para defender nuestro derecho incondicional a la seguridad social y su reapropiación por parte de los/las trabajadores/as.
Para profundizar : • « Dette sociale : qui doit à qui ? » in GACDAC, Audit de la dette de l’assurance chômage. Rapport intermédiaire par le Groupe d’Audit Citoyen de la Dette de l’Assurance Chômage, abril 2018, pág. 39. Disponible en : https://www.cadtm.org/France-Rapport-d-audit-de-la-dette-de-l-assurance-chomage • Pascal Franchet, « La dette sociale, un concept multiple » en Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016. Disponible en : https://www.cadtm.org/La-dette-sociale-francaise-un • Rui Viana Pereira, « La dette sociale du capital. Le cas du Portugal » en Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016. Disponible en: https://www.cadtm.org/Portugal-La-dette-sociale-du |
Analizar la deuda social desde una perspectiva feminista permite, por un lado, y al igual que su lectura anticapitalista, rehabilitar el significado de la deuda con la pregunta «¿quién le debe a quién?» " Pero, por otro lado, esta concepción feminista va mucho más allá del tema de la financiación de la Seguridad Social y con ello del trabajo productivo, en la medida en que visibiliza el trabajo reproductivo (también llamado trabajo de reproducción) llevado a cabo principalmente por mujeres [16], lo que las convierte en acreedoras de una enorme deuda social.
A nivel mundial, las mujeres (mayores de 15 años) trabajan 12.5 mil millones horas en tareas de cuidado no remuneradas por día.
Las economías capitalistas se basan, entre otras cosas, en una distinción fundamental entre lo que se considera «productivo» e «improductivo». Esta segunda categoría se compone en gran medida de las llamadas actividades de «reproducción» no consideradas como trabajo. Hay una multitud de definiciones del trabajo reproductivo, pero uno podría considerar que es lo que hace posible producir mano de obra (tener y criar hijos), así como lo que permite reproducir esta fuerza laboral (lavar, cuidar, nutrir, apoyar, amar ...). Debido a la división sexual del trabajo en la que se basa el capitalismo patriarcal en el que vivimos, este trabajo reproductivo se asigna casi exclusivamente a las mujeres. Un trabajo que no se reconoce como tal. Sigue siendo invisible, gratuito, supuestamente natural y, sin embargo, sigue siendo esencial para la perpetuación del sistema capitalista y su empresa de acumulación (que sería insuficiente si se remunerara ese trabajo). Una cifra ilustra esto perfectamente: a nivel mundial, las mujeres (mayores de 15 años) trabajan 12.500 millones horas en tareas de cuidado no remuneradas por día [17].
Por ello, desde un punto de vista feminista, existe una deuda social «oculta» con respecto a este trabajo de las mujeres, además de su trabajo asalariado, que obtiene menor remuneración por tareas iguales y es, en promedio, más precario. Una deuda social que deben tanto los que poseen el capital como los hombres, como clase social, que también obtienen un beneficio de ella. "Ellas [la mayoría de las mujeres] son acreedoras de una enorme deuda social. Sin su trabajo gratuito de producción, reproducción y cuidado de las personas, nuestras sociedades simplemente colapsarían ” [18].
Una deuda social que es cada vez mayor debido a las medidas de austeridad implementadas en nombre del reembolso de las deudas públicas, en la medida en que estas mujeres sustituyen los servicios públicos destruidos (primera infancia, cuidado de ancianos y discapacitados …). Por lo tanto el Estado también es también un deudor adicional de esta deuda social, ya que el incumplimiento de sus responsabilidades para proporcionar servicios públicos de calidad (financiados con nuestros impuestos) aumenta la carga de trabajo reproductivo de las mujeres.
Esta deuda social femenina y feminista tiene varios nombres: «deuda reproductiva», «deuda de cuidados», «deuda de género
Deuda de género
Es la deuda histórica que se tiene con las mujeres, por su contribución gratuita en el mantenimiento de la vida, gracias a su trabajo doméstico y de cuidados, el cual no ha sido visibilizado ni valorado por la sociedad patriarcal, pero que resulta imprescindible para el funcionamiento de cualquier sistema productivo y financiero.
Englobaría entre otros aspectos :
», etc. [19] sin que sus respectivos contenidos sean realmente diferentes. Así concebida, la deuda social conduce, por un lado, a la reivindicación del pago monetario de una deuda concreta y material, en la medida en que las mujeres no obtienen remuneración por este trabajo que produce valor. Así, por ejemplo, las luchas por un salario familiar liderado por varios movimientos feministas en la década de 1970 en Europa y América del Norte [20] forman parte de esta perspectiva. Por otro lado, saldar la deuda social hacia las mujeres implica también el reconocimiento simbólico de una deuda inmaterial, que no produce bienes tangibles, sino «afectos, cuidados, lazos» [21]. Reconocer y «pagar» esta deuda también podría suponer un reparto del trabajo reproductivo no marcado por el género y por tanto una potenciación de los servicios públicos para socializar este trabajo.
En 2011, se creó en Bélgica un comité de acción «V’là la facture» (pasamos factura). Mediante una simple factura a cumplimentar sola o colectivamente, este comité pretende contabilizar (y por tanto visibilizar) «todas las horas de trabajo gratuito realizado por las mujeres para cuidar a los niños y las personas con alta dependencia, esto en compensación de la escasez de servicios públicos» y en último término enviar la cuenta al Estado belga [22]. Más recientemente, durante las movilizaciones feministas contra la austeridad en Argentina, se podía leer en la ventana de un banco este graffiti: «Nos debéis una vida».
Al igual que ocurre en la relación financiera entre un banco y sus clientes que han contratado un préstamo, el Estado de bienestar requiere que el deudor rinda cuentas.
En su libro «La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal» [23], Maurizio Lazzarato demuestra cómo el sistema económico neoliberal produce una subjetividad específica en los individuos: la del hombre (sic) endeudado. La relación acreedor / deudor considerada como la base del vínculo social (asimétrico) en el sistema capitalista neoliberal actuará como un dispositivo de poder, de control que permite reproducir las relaciones de explotación específicas del capitalismo neoliberal [24]. En otras palabras, participar en la creación de hombres endeudados (y que se consideran como tales) permitirá al capital mantenerse, obligándolos a trabajar para él, de acuerdo con sus condiciones.
Una de las ilustraciones (entre otras) de este proceso de control y producción de subjetividad inherente al neoliberalismo es la transformación de los derechos sociales en deuda social y, en consecuencia, del usuario en deudor. Al final de este proceso (largo), los/las trabajadores/as que han luchado para disfrutar de derechos de protección social colectivos, universales e incondicionales se convierten en deudores de una deuda social individualizada [25]. El reembolso de esta deuda social no se realiza en dinero efectivo, sino a través de «la adopción de comportamientos conformes» con el objetivo de mejorar su empleabilidad, su disponibilidad y su integración [26]. Al igual que la relación financiera entre un banco y sus clientes que han contratado un préstamo, el Estado de bienestar requiere que el deudor rinda cuentas: número de solicitudes mensuales para un empleo, justificación del uso de su tiempo, lecturas de contadores o cuentas bancarias, vida matrimonial, viajes, etc. Al igual que un agente judicial, el Estado se inmiscuye en la vida íntima de los «beneficiarios» de derechos sociales, incluso físicamente, como lo demuestran, por ejemplo, las visitas domiciliarias [27].
Para profundizar : • Maurizio Lazzarato, La fabrique de l’homme endetté. Essai sur la condition néolibérale, Éditions Amsterdam, París, 2011 • « La fabrique de l’homme endetté. Essai sur la condition néolibérale » en Neufs essentiels sur la dette, le surendettement et la pauvreté, Culture & Démocratie, 2019, págs.90-96 |
Desde una perspectiva mucho más amplia, la «deuda social» puede incluso considerarse como la base de la sociedad, uniendo a las personas entre sí y con el Estado, que hoy sería su encarnación. También llamada «deuda existencial», «deuda vitalicia» o «deuda primordial», esta deuda se debe primero a las autoridades religiosas [28] y luego al Estado, como garantes del vínculo eterno y social, respectivamente. Una especie de equivalente al contrato social, en virtud del cual cada individuo se reconoce a sí mismo como deudor y, por lo tanto, responsable ante la comunidad, que le proporciona las condiciones necesarias para su existencia. La deuda social constituye en esta perspectiva la relación social misma, la esencia misma de la sociedad [29]. Ya no estamos aquí ante una concepción de una deuda como una relación de subyugación o subordinación, sino como una ilustración de las relaciones interdependientes que vinculan a los humanos entre sí y con la sociedad en su conjunto. La deuda social básicamente resultaría ser una deuda positiva y mutua.
La legitimidad del Estado para recaudar impuestos derivaría de esta deuda social [30]. En este caso, el Estado no se considera como acreedor en sentido estricto, sino como depositario de una obligación de deuda social. Finalmente, el Estado es sólo el administrador, el representante de una deuda compartida con la sociedad [31]. Para Michel Aglietta, André Orléan, Bruno Théret, quienes conceptualizaron la noción de «deuda primordial», el dinero sería la expresión de este fenómeno originario de deuda social, es decir, el receptáculo de la confianza depositada en las autoridades soberanas [32].
Volvemos a la ambivalencia de la relación hacia el endeudamiento, como una tensión entre «libertad y servidumbre».
La deuda social entendida como tal resulta ser un concepto extendido en varias corrientes políticas y académicas en Francia. Si bien Auguste Comte puede ser considerado como uno de los primeros teóricos de esta concepción de la deuda social, es sobre todo con Léon Bourgeois, miembro del Partido Radical francés de los años 1890 y fundador de la doctrina del «solidarismo», que se considera la deuda social como una alternativa potencial al liberalismo de mercado (y al marxismo revolucionario, por otra parte) [33]. Hoy son sobre todo los economistas de inspiración keynesiana quienes estudian y movilizan este concepto, cercano al del estado de bienestar, en tanto que herramienta para la solidaridad y la regulación.
D. Graeber, en su famosa obra «Deuda, 5.000 años de historia» cuestiona esta noción de deuda primordial, y con ella la idea de que cada individuo comenzaría su existencia con una deuda con la «sociedad» y que el Estado habría sido creado para acoger esta obligación de deuda. Para el autor, esta teoría en realidad permite la legitimación de las estructuras de poder (religiosas o estatales) [34]. Detrás de la vaguedad del concepto mismo de «sociedad», que no dice mucho sobre lo que abarca, dónde comienza y dónde termina, se esconde el Estado nación. Luego, la deuda social opera, para Graeber, como un «último mito nacionalista» [35]. Además, pensar que la deuda social puede generar una forma social de protección contra el mercado es creer que el mercado y el Estado podrían oponerse, mientras que Graeber nos muestra que estas dos instituciones nacen juntas y permanecen radicalmente vinculadas [36]. Dicho esto, el antropólogo no rechaza una concepción de la deuda como creadora de obligaciones y dependencias mutuas. Identifica experimentaciones (muy) diversificadas en el tiempo y el espacio referentes a la única relación de endeudamiento desigual protegido por un poder fuerte que es solo una versión de la misma [37].
Volvemos a la ambivalencia de la razón de la deuda, como una tensión entre «libertad y servidumbre».
Para profundizar : • Jean-François Bissonnette, Pierre Crétois, Cédric Rio, Stéphanie Roza y Naël Desaldeleer (dir.), La dette comme rapport social. Liberté ou servitude ?, Éditions Le bord de l’eau, Lormont, 2017 • David Graeber, Dette : 5 000 ans d’histoire, Les liens qui libèrent, 2013 • Jérémie Cravatte, « 5000 ans de dettes », CADTM, octubre 2012. Disponible en : https://www.cadtm.org/5000-ans-de-dettes |
Traducción del francés: Cathy Boirac
[1] No obstante, es importante apuntar que, si la deuda pública incluye las deudas de organismos de protección social (Seguridad Social), la protección social no solo abarca la Seguridad Social. Ver Pascal Franchet, Que faire de la dette sociale ? Pour un audit citoyen de la dette française, CADTM, enero 2015, p.5
[2] Pascal Franchet, « En quoi la dette publique est utilisée comme prétexte pour démanteler le système de protection sociale » in Le tour de la dette en 80 questions, CADTM, aún sin publicar.
[3] Ver: Pascal Franchet, Que faire de la dette sociale ? Pour un audit citoyen de la dette française, CADTM, enero 2015. En línea: https://www.cadtm.org/Que-faire-de-la-dette-sociale
Y GACDAC, Audit de la dette de l’assurance chômage. Rapport intermédiaire par le Groupe d’Audit Citoyen de la Dette de l’Assurance Chômage, avril 2018. Disponible en : https://www.cadtm.org/France-Rapport-d-audit-de-la-dette-de-l-assurance-chomage
[4] Al margen de la exoneración o rebaja del seguro de desempleo que alcanzaría más o menos 20 mil millones de euros al año. Ver: ACOSS, « Acosstat – Bilan n°294 », agosto 2019. Disponible en : https://www.acoss.fr/files/Publications/Acoss_Stat/Acoss_stat_294.pdf
[5] Ibid.
[6] Hélène Crouzillat, ponencia « Dette sociale : à bas ! », en 5e Université d’été du CADTM Europe, septiembre 2017, Wépion. Disponible en : https://www.cadtm.org/Choisir-c-est-desobeir
[7] GACDAC, Audit de la dette de l’assurance chômage. Rapport intermédiaire par le Groupe d’Audit Citoyen de la Dette de l’Assurance Chômage, abril 2018, págs. 17, 19 y 21.
[8] Benjamin Lemoine, L’ordre de la dette. Enquête sur les infortunes de l’État et la prospérité du marché, Éditions La Découverte, París, 2016, pág.286
[9] Conviene recordar aquí que privatizar los organismos de seguridad social representa un enorme mercado para el sector privado.
[10] La categoría de trabajador/a se entiende aquí en el sentido amplio de clase social, más allá de su consideración estatutaria en el marco o fuera del empleo. Así, se incluyen como “trabajador/a” estudiantes, asalariados/as, desempleados/as, jubilados/as...
[11] Pascal Franchet, « La dette sociale, un concept multiple » en Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016, pág. 21. Disponible en : https://www.cadtm.org/La-dette-sociale-francaise-un
[12] Es el caso, entre otros, del sociólogo B. Friot y de la plataforma Réseau Salariat.
[13] Pascal Franchet, « La dette sociale, un concept multiples », op. cit.
[14] La gestión llamada bipartita o paritaria de la seguridad social implica que esta última tiene igual número de representantes de los/las trabajadores/as y de la patronal. También existe una gestión tripartita en la medida en que la participación del Estado (en beneficio a menudo de los intereses empresariales) ha aumentado en la gestión de la seguridad social.
[15] Ver las categorías de deuda insostenible, odiosa, ilegal e ilegítima que, para el CADTM, justifican el impago de la deuda.
[16] El término “mujeres” se utiliza aquí desde una perspectiva plural y no esencialista, como clase social agrupando a personas que soportan experiencias concretas y variadas de opresión patriarcal.
[17] Oxfam, « Celles qui comptent. Reconnaître la contribution considérable des femmes à l’économie pour combattre les inégalités » enero 2020. Disponible en:
https://www.oxfamsol.be/sites/default/files/rapport_time_to_care_oxfam_fr_full_embargoed.pdf
[18] Christine Vanden Daelen, « Les femmes d’Europe face à l’austérité et à la dette publique » en Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016, pág.34
[19] Blanca Bayas, « Care debt : patriarchy and capital on the offensive, feminist economics as a proposal », ODG, Barcelona, marzo 2019, pág.17. Disponible en: https://www.cadtm.org/Care-debt-patriarchy-and-capital-on-the-offensive-feminist-economics-as-a
[20] Silvia Federici, Point zéro : propagation de la révolution. Salaire ménager, reproduction sociale, combat féministe, Éditions IXe, Donnemarie, 2016 et Louise Toupin, Le salaire au travail ménager. Chronique d’une lutte féministe internationale (1972-1977), Éditions du remue-ménage, Montréal, 2014.
[21] Margaux Le Donné y Jeanne Burgart Goutal, ponencia « Dettes multiples et dettes invisibles » en Endetter et Punir, Le Printemps des Laboratoires # 6, septiembre 2018, Aubervilliers. Disponible en : https://soundcloud.com/leslaboratoires-1/dettes-multiples-et-dettes-invisibles-par-margaux-le-donne-et-jeanne-burgart-goutal
[22] Magali Verdier et Marcela De La Pena, « Une alternative féministe » in Dette sociale. Qui doit à qui ?, CADTM - AVP n°69, 2016, pág.83. Disponible en : https://www.cadtm.org/Une-alternative-feministe
[23] Maurizio Lazzarato, La fabrique de l’homme endetté. Essai sur la condition néolibérale, Éditions Amsterdam, París, 2011
[24] Ibid, pág.94
[25] Ibid, pág.100
[26] Ibid, págs.99 et 103
[27] Ibid, págs.103 et 104
[28] Nótese que las autoridades religiosas no son solo las instituciones de las religiones monoteístas, sino que incluyen “los dioses” et incluso las “fuerzas cósmicas”, una deuda hacia el universo entero.
[29] Jean-François Bissonnette, « Liberté ou servitude ? L’ambivalence de la dette. » en Jean-François Bissonnette, Pierre Crétois, Cédric Rio, Stéphanie Roza et Naël Desaldeleer (dir.), La dette comme rapport social. Liberté ou servitude ?, Éditions Le bord de l’eau, Lormont, 2017, págs.7-20
[30] Ibid, pág.11
[31] David Graeber, Dette : 5 000 ans d’histoire, Les liens qui libèrent, 2013, pág.577
[32] Samuel Le Quitte, « La dette comme structure de l’existence : une perspective ontologique » in Jean-François Bissonnette, Pierre Crétois, op cit, p.37
[33] David Graeber, op. cit, p.577
[34] Ibid, pág.88
[35] Ibid, pág.90
[36] Ibid, pág.90
[37] Jérémie Cravatte, « 5000 ans de dettes », CADTM, octubre 2012. Disponible en: https://www.cadtm.org/5000-ans-de-dettes
30 de agosto de 2018, por Pascal Franchet , Jérôme Duval , Anouk Renaud
12 de marzo de 2018, por Anouk Renaud
24 de octubre de 2017, por Chiara Filoni , Anouk Renaud
24 de noviembre de 2016, por Anouk Renaud