Las relaciones Norte/Sur en perspectiva. Los fundamentos de una solidaridad entre las y los ciudadanos.
31 de julio de 2022 por Ernest Mandel
De derecha a izquierda: Ernest Mandel, Hugo Blanco líder indígena-campesino peruano y Eric Toussaint durante la segunda gran conferencia del CADTM en 1991 (1000 participantes)
«Publicamos» una entrevista realizada por el CADTM, en 1991, a Ernest Mandel (1923-1995), militante marxista, conocido en particular por sus trabajos económicos y sus análisis políticos. Ernest Mandel apoyó la creación del CADTM desde el principio y participó como orador en las primeras grandes reuniones internacionales organizadas por él en Bruselas en 1991 (junto con Hugo Blanco, Susan George, René Dumont y Gilles Perrault) y en 1993 (junto con Abraham Serfaty, Susan George, Nawaal El Saadawi y Michel Chossudovsky). Esta entrevista, de 1991, termina con la necesidad de actuar para la cancelación de la deuda del Tercer Mundo y por la emancipación de los pueblos del Sur. Fue invitado tambien a dar la conferencia inaugural del Foro de Sao Paulo, en Managua, en julio 1992. En esta contribución, Ernest Mandel pone las relaciones Norte-Sur en perspectiva histórica utilizando el método de análisis marxista, llega a la cuestión de los mecanismos de drenaje de la riqueza del Sur al Norte (el pago de la deuda del Tercer Mundo, así como el intercambio desigual) y argumenta a favor de la solidaridad entre las y los trabajadores del Sur y del Norte. El enorme interés de la contribución de Ernest Mandel a través de este texto es la puesta en evidencia del marco histórico global en el que se insertan luchas como la de la cancelación de la deuda del Tercer Mundo.
¿Cuáles han sido los efectos de la dominación imperialista en los países del Tercer Mundo?
Ernest Mandel: La brecha en desarrollo y bienestar entre los llamados países del «Tercer Mundo» y las metrópolis imperialistas se ha agravado considerablemente en la era imperialista. Ésta comenzó aproximadamente alrededor de la década de 1890. Se caracteriza en particular por el hecho de que en las metrópolis la exportación de capital sustituye a la exportación de bienes como objetivo principal de las grandes empresas industriales y financieras que se están convirtiendo gradualmente en trusts monopolísticos.
«La brecha en desarrollo y bienestar entre los llamados países del «Tercer Mundo»
y las metrópolis imperialistas se ha agravado considerablemente en la era imperialista.
Ésta comienza aproximadamente alrededor de la década de 1890»
Como resultado se impone la dominación política de los países a los que se exporta este capital. Cuando se exportan bienes, los problemas se acaban tan pronto como éstos se pagan, generalmente después de tres meses. Cuando se exporta capitales, éstos se inmovilizan y no son totalmente rentabilizados y amortizados durante años. El control político permanente debe garantizar esta rentabilidad y recuperación a largo plazo. Por lo tanto, las potencias imperialistas transforman la mayoría de los países subdesarrollados en colonias. En Asia y África, solo Etiopía, Irán, Afganistán y China escapan a este destino (el Imperio Otomano era un imperio en crisis de descomposición, pero sobrevivió bien o mal hasta la Primera Guerra Mundial).
Pero mientras mantienen su independencia política formal, se están transformando cada vez más en países semicoloniales, es decir, en países controlados financiera y económicamente por las potencias imperialistas. Este es también el destino de los países de América Latina y los Balcanes (después de la Primera Guerra Mundial, de los países de Europa Oriental).
Bajo la dominación imperialista, la modernización de los países coloniales y semicoloniales quedó doblemente bloqueada. Por un lado, las metrópolis les imponen una economía complementaria a la de los países imperialistas. Los limitan a la producción y exportación de materias primas y productos agrícolas muy a menudo incluso marcados por el monocultivo Monocultivo Cultivo de un solo producto. Numerosos países del Sur han sido llevados a la especialización en un producto destinado a la exportación (algodón, café, cacao, cacahuete, tabaco, etc.) a fin de conseguir las divisas exigidas para la amortización de la deuda. y la monoproducción. Los precios de estos productos están totalmente bajo la influencia del mercado mundial controlado por grandes trusts y bancos, sujetos a violentas fluctuaciones. Esto conduce gradualmente a la ruina de los pequeños productores, la miseria y el desempleo crónico. De ahí el estrecho mercado interior en estos países, que crea un obstáculo adicional para la industrialización.
Por otro lado, muy frecuentemente el poder colonial mantiene en sus puestos a las antiguas clases poseedoras en estos países, que practican la explotación semifeudal de los campesinos. La renta agraria es muy alta. Los campesinos se endeudan cada vez más. Están expuestos a la usura que los estrangula. Por lo tanto, hay una combinación de explotación capitalista y explotación precapitalista. El mantenimiento de sistemas de opresión bárbaros como el sistema de castas en la India agrava aún más esta sobreexplotación. Todo esto se puede resumir en la fórmula: la modernización está bloqueada. En países como India y China, el comienzo de la modernización que se había producido anteriormente incluso se invierte.
Pero después de la Segunda Guerra Mundial, ¿no desapareció básicamente el colonialismo?
E.M.: Es cierto que el surgimiento del movimiento de liberación en las colonias a partir del gran movimiento de liberacion nacional en la India, en 1942-1943, encabezado entre otros por Gandhi [1], poderosamente estimulado después de la guerra por las revoluciones en Indonesia y Vietnam, y especialmente por la victoria de la revolución china, llevaron a las potencias coloniales a abandonar gradualmente la dominación política directa sobre sus colonias. El hecho de que la potencia imperialista hegemónica de la época, el imperialismo estadounidense, tuviera pocas colonias, jugó en la misma dirección. El abandono de las estructuras coloniales allanó el camino para la dominación estadounidense sustituyendo la de las antiguas potencias coloniales. Las antiguas colonias obtuvieron así la independencia política, pero esto no significaba que adquirieran una independencia real del imperialismo (con la excepción de Indochina y Corea del Norte).
“La dominación directa se convirtió en dominación indirecta. El colonialismo se convirtió en neocolonialismo. La dependencia económica, financiera y muy a menudo
militar siguió siendo predominante, como en los países semicoloniales”
La dominación directa se convirtió en dominación indirecta. El colonialismo se convirtió en neocolonialismo. La dependencia económica, financiera y, muy a menudo, militar siguió siendo predominante, como en los países semicoloniales. Como resultado, siguieron predominando los obstáculos al desarrollo económico y a la modernización social mundial.
¿Este bloqueo ha sido y sigue siendo total?
E.M.: No. En este sentido, muchos ideólogos, tanto no marxistas como algunos que afirman ser marxistas, cometieron graves errores de análisis y predicción, especialmente durante la década de 1960. De hecho, varios países del Tercer Mundo experimentaron un comienzo de industrialización y modernización en dos oleadas: la primera se extendió entre 1935 y 1955 principalmente en América Latina; la segunda se extendió más tarde, especialmente a partir de la década de 1970, en una serie de países de Asia, en Brasil, Sudáfrica o Irak (en India y Egipto, el proceso había comenzado antes).
Los que llevan a cabo este comienzo de industrialización representan una coalición de fuerzas en el poder bastante diferente de las antiguas estructuras dominantes. Éstas se basaban en una alianza entre el capital extranjero imperialista, la llamada burguesía compradora (comerciante y usurera) íntimamente asociada con el capital extranjero, y terratenientes y otras clases dominantes tradicionales.
La nueva coalición reúne a un ala modernista de los militares, una burguesía monopolista autóctona emergente y algunas multinacionales imperialistas que juegan la carta de la semiindustrialización del Tercer Mundo.
¿Podemos concluir que la industrialización y modernización del Tercer Mundo siguen siendo posibles bajo el capitalismo, aunque sea a largo plazo?
E.M.: No en absoluto. En primer lugar, los países que han experimentado la semiindustrialización constituyen solo una pequeña minoría de los países del Tercer Mundo. La gran mayoría de estos países siguen languideciendo en un marcado subdesarrollo. En segundo lugar, se trata de hecho de una semiindustrialización y no de una industrialización progresivamente acumulativa. El sector capitalista moderno generalmente sigue combinado con un sector arcaico (Taiwán y Corea del Sur son las dos excepciones a esta regla). Este es claramente el caso de la India, Brasil, Sudáfrica y México.
«La dependencia del imperialismo sigue siendo poderosa: dependencia sobre todo tecnológica y financiera, pero también comercial y militar»
Por ello, la dependencia del imperialismo sigue siendo poderosa: dependencia sobre todo tecnológica y financiera, pero también comercial y militar. Los vuelcos repentinos en la situación económica internacional están causando paradas o incluso retrocesos en el desarrollo que confirman la vulnerabilidad de estos países.
Por último, está surgiendo un nuevo «desarrollo desigual y combinado» en estos países. La dependencia tecnológica y financiera conduce a un drenaje de recursos hacia las metrópolis imperialistas, a través de un intercambio desigual basado en la diferencia en el nivel promedio de productividad laboral con las metrópolis. Obviamente, este drenaje obstaculiza el desarrollo económico a largo plazo. El nuevo «bloque del poder» está tratando de contrarrestar esta desventaja atacando los salarios (los «costes laborales»). Pero como la industrialización estimula el desarrollo de la clase obrera y, por lo tanto, el nacimiento de un movimiento obrero combativo, a menudo utiliza regímenes dictatoriales o medidas represivas severas para obstaculizar este ascenso.
Esto limita el tamaño del mercado interno, hace que la industrialización dependa de los éxitos de una política de exportación desenfrenada y, por lo tanto, acentúa la dependencia de las multinacionales imperialistas que dominan el mercado mundial.
Pero, ¿no es el drenaje de recursos de Sur hacia el Norte un fenómeno general que afecta a todo el Tercer Mundo, no solo a los países dependientes semiindustrializados?
E.M.: En efecto. Es cierto que los países relativamente más desarrollados del Tercer Mundo tienen más recursos y, por lo tanto, pueden ser saqueados más fácilmente que los países más pobres de los que se puede extraer poco. Así, la mayor parte de la famosa «Deuda
Deuda
Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
del Tercer Mundo» se concentra en unos pocos países relativamente menos subdesarrollados: México, Brasil, Corea del Sur, Argentina, etc. Dicho esto, éste es un fenómeno general de saqueo. Solo el deterioro de la relación de intercambio (relación entre los precios de los productos exportados y los precios de los productos importados) ha hecho perder al conjunto de los países del Tercer Mundo más recursos en los últimos diez años que el servicio de la deuda
Servicio de la deuda
Suma de la amortización más los intereses del capital prestado.
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“Solo el deterioro de los términos de intercambio (relación entre los precios de los productos exportados y los precios de los productos importados) ha hecho perder al conjunto de los países del Tercer Mundo más recursos en los últimos diez años que el servicio de la deuda”
El efecto combinado de este deterioro, del aumento de la deuda, de la desaceleración del crecimiento debido a la mala situación económica internacional, ha sido un terrible aumento de la miseria del Tercer Mundo. La opinión occidental, incluida la de la izquierda, no se da cuenta de esto suficientemente. Todavía no reacciona con la indignación y el saber hacer político necesarios para responder a este aumento real de la barbarie.
¿Qué significa eso?
E.M.: Mil millones de seres humanos que viven en la parte más pobre del Tercer Mundo han experimentado un deterioro en su nivel de vida medio del orden del 30% al 40 %. Cuando sabemos lo bajo que era este nivel de vida al principio, nos damos cuenta de la gravedad del fenómeno. Su nivel de nutrición es el de un campo de concentración nazi antes de 1941. Cada año, 16 millones de niños mueren de hambre y enfermedades perfectamente curables en los países del Tercer Mundo. Hay un enorme aumento de las epidemias típicas de la miseria como el cólera que, en 1991, se extendió desde Perú hasta el resto de América Latina. Los llamados desastres naturales, como los que afectan regularmente a Bangladesh, son en realidad desastres causados por la falta de recursos dedicados a las obras de infraestructura, es decir, por el subdesarrollo.
Incluso desde el punto de vista de las potencias imperialistas, ésta es una política estúpida. Las consecuencias de este aumento de terrible miseria en el Tercer Mundo tienen repercusiones en Occidente y Japón. El Tercer Mundo es un cliente no sin importancia de las potencias imperialistas. Su miseria estrangula la expansión del comercio mundial.
Es por eso que los sectores «iluminados», más liberales de la burguesía imperialista, que representan principalmente a los exportadores y a veces tienen como portavoz a socialdemócratas como el socialista alemán Willy Brandt, tienen una actitud más «razonable» hacia la deuda del Tercer Mundo y la «ayuda al Tercer Mundo» que los sectores más tacaños de los círculos bancarios que buscan desesperadamente extraer sangre de las piedras...
¿No es el saqueo del Tercer Mundo la principal fuente de la riqueza relativa de los países imperialistas y, por lo tanto, también del mayor nivel de vida de las y los trabajadores en Occidente y Japón?
E.M.: No es tan sencillo. Sin duda, la sobreexplotación de los productores del Tercer Mundo es una fuente de sobrebeneficios de los monopolios y de la gran burguesía metropolitana en general. La existencia de estos sobrebeneficios facilita las concesiones materiales a las y los asalariados de los países occidentales. Pero la mayor parte de estos sobrebeneficios en el conjunto de los beneficios de esta burguesía es no obstante reducida. La mayor parte de la plusvalía que acaparan los monopolios imperialistas es producida por las y los asalariados de los propios países imperialistas: diríamos que aproximadamente el 80 % o más. Cuando las ganancias caen en el Norte, la principal respuesta del gran capital es atacar a sus propios trabajadores, es la política de austeridad, son los ataques a los salarios directos e indirectos de sus propios asalariados y asalariadas. Estos ataques dan lugar a una reducción de los niveles de vida más limitada que la que ocurre en el Tercer Mundo. Pero, en cantidades absolutas, los recursos globales adicionales que fluyen así al gran capital son mucho más considerables que los que provienen del Tercer Mundo.
«Más que nunca, los antagonismos fundamentales son antagonismos entre clases sociales y grandes fracciones de las clases sociales»
En general, la realidad mundial debe entenderse como basada en una pirámide de poder, de fortunas, de recursos y de miseria.
Los grandes monopolios imperialistas están en la cima de la pirámide. Luego vienen los «nuevos» y «viejos» súper ricos de los propios países del Tercer Mundo, que se han enriquecido y siguen enriqueciéndose de una manera particularmente escandalosa. Luego vienen las clases medias de los llamados países ricos. Luego las clases medias de los llamados países pobres. Luego el proletariado occidental. Luego el proletariado y los campesinos pobres de los países pobres. Luego los marginados de los países ricos. Por último, los marginados del Tercer Mundo.
Una visión realista de esta jerarquía refuta a quienes afirman que la lucha predominante hoy en día opone naciones a naciones, o incluso razas contra razas. Más que nunca, los antagonismos fundamentales son antagonismos entre clases sociales y fracciones principales de las clases sociales.
Entonces, ¿hay una base real para la solidaridad internacional entre las y los asalariados de los países «ricos» y las y los asalariados de los países «pobres»?
E.M.: Absolutamente. Las multinacionales, el gran capital monopolista, están aplicando cada vez más una estrategia mundial. Trasladan lugares de producción, capital, mano de obra, residuos de producción dañinos de un país a otro, de un continente a otro, de costa a costa. Utilizan el chantaje para trasladar los centros de producción a países de bajos salarios (no solo a los del Tercer Mundo por otra parte) como un medio de presión permanente sobre el movimiento obrero y la clase obrera en las metrópolis: «aceptar recortes salariales, de lo contrario produciremos en otros lugares donde los salarios sean más bajos». Pero dado que las multinacionales siempre encontrarán países en los que los salarios sean aún más bajos, aceptar este chantaje significaría entrar en un círculo vicioso de reducción permanente del bienestar en todos los países.
“El deber de solidaridad implica una lucha por la cancelación total de la deuda del Tercer Mundo, implica una lucha despiadada contra todas las formas de racismo y xenofobia”
La única respuesta eficaz a esta gran ofensiva mundial del gran capital es oponerse a ella con la acción conjunta de las y los asalariados de todo el mundo. Es decir: «Todas y todos, juntos, no aceptaremos ninguna reducción salarial en ninguna parte. Lucharemos contra los despidos en todas partes, en particular por medio de una reducción de la jornada de trabajo». Se debe ayudar a los sindicatos del Tercer Mundo a aumentar los salarios en sus países y no reducir los salarios occidentales al nivel del Tercer Mundo. Esto no significa un obstáculo para el desarrollo del Tercer Mundo. Esto implica otro modelo de desarrollo, más centrado en el desarrollo del consumo, el mercado interior y la eliminación gradual de la miseria.
El impulso inicial debe provenir de las y los asalariados de los países imperialistas. Es un deber de solidaridad que se combina con el interés material. Este deber de solidaridad implica la lucha para concienciar a los pueblos de Occidente de la miseria del Tercer Mundo, implica una lucha por la cancelación total de la deuda del Tercer Mundo, implica una lucha despiadada contra todas las formas de racismo y xenofobia.
Traducción: Alberto Nadal Fernández
[1] Ernest Mandel (5/07/1923 Francfort-sur-le-Main, 20/07/1995 Bruselas), economista, fue uno de los dirigentes trotskistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Fue también un economista y uno de los teóricos marxistas más importantes. http://www.ernestmandel.org/es/index.html
(5 avril 1923, Francfort-sur-le-Main - 20 juillet 1995, Bruxelles), économiste, est l’un des dirigeants trotskistes les plus importants de la seconde moitié du XXe siècle. Il est aussi un économiste et un des théoriciens marxistes les plus importants.
http://www.ernestmandel.org/fr/