Grecia

El día en que el “OXI” griego desafió el ‘austeritarismo’ europeo

5 de julio por Miguel Urbán Crespo


Celebración en la plaza Syntagma, en Atenas, a favor del NO en el referendum de 2015. Foto: Ggia (CC BY-NC)

El pueblo griego votó por la ruptura, pero Tsipras no se atrevió a llevarla a cabo.



Un día como hoy, hace diez años, el 5 de julio de 2015, el pueblo griego votó masivamente (con una participación del 62 %) en un referéndum histórico sobre las políticas de austeridad y ajuste impuestas por las instituciones europeas. A pesar del corralito bancario —con los bancos cerrados durante toda la semana previa a la votación— y de las catastróficas advertencias lanzadas por la Unión Europea —expulsión del euro incluida—, la inmensa mayoría de la población griega, un 61,35 %, votó “OXI” (no) a los memorandos de austeridad.

El referéndum griego fue el momento álgido de seis intensos meses de tensiones y negociaciones entre la Troika Troika Troika : el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo y Syriza. Fue también el primer y más importante intento de desafiar las políticas ‘austeritarias’ impuestas desde las instituciones europeas y abanderadas por la ortodoxia ordoliberal del gobierno de Angela Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Una negociación que, en palabras de Yanis Varoufakis, exministro de Economía griego, “tenía como único objetivo humillarnos”.

A pesar del corralito bancario y de las advertencias lanzadas por la UE, la mayoría de la población griega, un 61,35 %, votó “OXI” (no) a los memorandos de austeridad

Nunca existió una negociación real por parte de las instituciones europeas, aquello fue una auténtica prueba de fuerza en clave de economía política que tenía como objetivo doblegar a la primera fuerza antiausteridad que alcanzaba el gobierno en un país europeo, para que no cundiera el ejemplo.

La amenaza que suponía un partido como Syriza

La Troika comprendió a la perfección la amenaza que suponía Syriza para la arquitectura neoliberal de la Unión Europea, incluso cuando lo que planteaba era apenas un tímido cuestionamiento de las políticas austericidas impuestas desde el Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEDE), un auténtico tanque financiero capaz de derrocar gobiernos.

Mientras, la estrategia diplomática adoptada por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, durante los meses de enfrentamiento con las instituciones, fue sumamente ingenua. Los grandes discursos y apelaciones a una supuesta democracia europea solo podían aspirar a modificar comas en unas condiciones impuestas de antemano. Así, Tsipras se vio encerrado en un callejón sin salida, sin más plan que enmendar sobre el papel los planteamientos del Eurogrupo.

El Tratado de la Unión Europea no contempla ningún mecanismo para que un país abandone la moneda única, y mucho menos para que sea expulsado

En este sentido, Tsipras rechazó la necesidad de impulsar una movilización europea en defensa del primer gobierno antiausteridad de la UE; descartó poner en pie mecanismos de protección del proceso de negociación (moratoria de pago, control de movimientos de capitales, regulación e intervención del sistema bancario, reestructuración unilateral selectiva de la deuda Deuda Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
ilegítima con el apoyo de la auditoría); y no quiso preparar un plan alternativo que, aunque no fuera su primera opción, demostrase la capacidad de gestionar un escenario de ruptura (reforma fiscal, emisión de pagarés o dinero electrónico, preparación de una nueva política monetaria, etc.).

La consigna transitoria de Syriza, “ningún sacrificio por el euro” —con la que ganaron las elecciones—, advertía que la prioridad del Gobierno debía ser combatir las políticas de austeridad y, aunque no formase parte del programa, estar dispuesto a asumir las consecuencias de dicha resistencia, incluso si implicaba el riesgo de una salida del euro. Riesgo, por otra parte, difícil de concretar: mientras el Tratado de la Unión Europea prevé la salida de un Estado miembro en su artículo 50 —como se vio con el Brexit—, el euro no contempla ningún mecanismo para que un país abandone la moneda única, y mucho menos para que sea expulsado.

Ni decisiones ni planes concretos de desobediencia

El referéndum del “OXI” fue la última carta de Tsipras, quien confió en poder rebajar las imposiciones de la Troika y obtener un acuerdo algo más favorable. Pero esta estrategia dilapidó toda la fuerza democrática del pueblo griego, al no traducirla en decisiones ni planes concretos de desobediencia ante el golpe de Estado financiero impuesto por las instituciones. Ejercer la democracia exigía aplicar el mandato de su pueblo, expresado tanto en el programa de emergencia social con el que Syriza ganó las elecciones unos meses antes —que definía lo que se quería— como en el referéndum —que señalaba lo que se rechazaba—. El 60 % de la población dijo “OXI” a un memorando, y ese mandato debía haberse concretado en la movilización práctica de los instrumentos de política económica del Estado.

Mientras la victoria de Syriza expresó la organización de la esperanza de los pueblos frente a las políticas de austeridad, su derrota supuso la organización planificada de la resignación por parte de la Troika

La firma del tercer memorándum —mal llamado rescate— supuso el humillante armisticio de una guerra económica en la que el pueblo griego fue la principal víctima. De hecho, la capitulación del gobierno de Tsipras no bastó; las instituciones europeas y el FMI FMI
Fondo monetario internacional
El FMI nace, el mismo día que la Banca mundial, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods. En su origen el rol del FMI era defender el nuevo sistema de cambios fijos instaurado.

A la finalisación de estos acuerdos (1971), el FMI es mantenido y se transforma paulatinamente en el gendarme y el bombero del capitalismo mundialisado : gendarme cuando impone los programas de ajuste estructural ; bombero cuando interviene financiaramente para sostener los países tocados por una crisis financiera.

Su modo de decisión es el mismo que el del Banco mundial y se basa sobre una repartición del derecho de voto en proporción a los aportes de cotisación de los países miembros. Estatutariamente es necesario el 85% de los votos para modificar la Carta del FMI (los EE.UU. poseen una minoria de bloqueo dado a que posees el 16,75 % de voces). Cinco países dominan : Los EE.UU. (16,75 %), el Japon ( 6,23 %), la Alemania (5,81%), Francia (4,29 %), y Gran Bretaña (4,29%). Los otros 177 Estados miembros estan divididos en grupos dirigidos, cada vez, por un país. El grupo más importante (6,57%) esta dirigido por Belgica. El grupo menos importante (1,55% de voces) precidido por el Gabon (países africanos).

Su capital está compuesto del aporte en divisas fuertes (y en monedas locales) de los países miembros. En función de este aporte, cada miembro se ve favorecido con Derechos Especiales de Giro (DEG) que son de hecho activos monetarios intercambiables libre e inmediatamente contra divisas de un tercer país. El uso de estos DEG corresponde a una política llamada de estabilización a corto plazo de la economía, destinada a reducir el déficit presupuestario de los países y a limitar el crecimiento de la masa monetaria. Esta estabilización constituye frecuentemente la primera fase de intervención del FMI en los países endeudados. Pero el FMI considera que en adelante es tarea suya (tras el primer choque petrolero de 1974-1975) actuar sobre la base productiva de las economías del Tercer Mundo reestructurando sus sectores internos; se trata de una política de ajuste a más largo plazo de la economía. Lo mismo sucede con los países llamados en transición hacia una economía de mercado. (Norel y Saint-Alary, 1992, p. 83).

Sitio web :
exigieron, y obtuvieron, del segundo gobierno de Tsipras una profundización de las políticas neoliberales: nuevos recortes al sistema de pensiones, aceleración de privatizaciones e imposición de reformas jurídicas y legislativas que supusieron un retroceso estructural fundamental en beneficio Beneficio Resultado contable positivo neto fruto de la actividad de una sociedad. El beneficio neto es el beneficio después de impuestos. El beneficio a distribuir es la parte de aquél que puede ser repartido entre los accionistas. del gran capital. Porque el objetivo siempre fue humillar a Syriza y al pueblo griego, y así reafirmar la máxima neoliberal del thatcherismo: There is no alternative (TINA).

Mientras la victoria de Syriza expresó la organización de la esperanza de los pueblos frente a las políticas de austeridad, su derrota supuso la organización planificada de la resignación por parte de la Troika. Una desmoralización no solo del pueblo griego —al que se le dijo “no se puede”—, sino también una advertencia a cualquier otro pueblo que se planteara desafiar el poder establecido en el marco de aquella Unión Europea. De hecho, en el aniversario del “OXI” se está reabriendo el debate en la izquierda griega sobre si existían o no alternativas viables a la aceptación de las imposiciones europeas.

“Sí” se podía

Frente al “no se puede” de la resignación melancólica de la derrota, es imprescindible volver a levantar el principio de esperanza del “sí se puede”. Como escribió Éric Toussaint en su libro Capitulación entre adultos, sí había alternativa a la aceptación del memorándum, tanto en la estrategia de negociación, como en la política económica a seguir. Quizás esta sea una de las lecciones más valiosas que nos deja la “tragedia griega”: las alternativas estaban en la ruptura y la desobediencia, no en el pacto con unas instituciones cuyo único objetivo era destruir la experiencia griega para que no pudiera prender el ejemplo.

Un pueblo se levantó un 5 de julio para decir “OXI” a una Europa de millonarios construida a costa de millones de pobres

En estos tiempos convulsos, en los que nos puede invadir el desasosiego ante el avance aparentemente imparable del autoritarismo reaccionario, existe el riesgo de instalarse entre sectores de la izquierda una mirada edulcorada sobre las instituciones de la UE y abrazar a Bruselas como un mal menor frente a las amenazas trumpistas o putinistas. Quizá el mejor antídoto contra estas veleidades euroentusiastas sea rescatar las enseñanzas de la experiencia griega, y recordar diez años después, cómo un pueblo se levantó un 5 de julio para decir “OXI” a una Europa de millonarios construida a costa de millones de pobres.


Miguel Urbán Crespo

miembro del Consejo Asesor de Viento Sur y militante de Anticapitalistas.

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