El presidente Obama quiere la alianza con Álvaro Uribe Vélez, para su expansión militar y política en la América del Sur y el Caribe

11 de noviembre de 2009 por Apolinar Díaz Callejas




El proceso político de unidad latinoamericana y del Caribe se encontró en una atmósfera favorable para iniciar el siglo XXI, dando un impulso a la independencia política, social y económica de la América del Sur y del Caribe, que no pudieron realizar estas naciones, por el dominio ejercido sobre ellas por el poder imperial de los Estados Unidos de América en el continente, así como por la pretensión de los imperialismos europeos para aprovechar también las circunstancias para ampliar y consolidar su influencia y dominio en nuestra América.

Más de 200 años después de la Independencia, tal vez con la sola excepción de Cuba, la América Latina y del Caribe no pudo conquistar su independencia nacional y su desarrollo económico y social. Desde el principio quedamos atados a la dominación de los Estados Unidos de Norteamérica, de su poder militar y político. Por eso hemos sido víctimas de más de 200 años de coloniaje latinoamericano de los Estados Unidos.

Parecía que el siglo XXI se mostraba como la ocasión para la lucha final y definitiva de América Latina y del Caribe por su independencia absoluta y la instauración de un sistema económico y social justo y soberano que respondiera a más de 200 años de lucha de nuestros pueblos por lograr construir sociedades democráticas y progresistas. Pero lo que tuvimos fueron 200 años de dominación imperialista norteamericana que nos han mantenido como naciones subalternas, dominadas por estructuras económicas, sociales y políticas retardatarias. Pero a finales del siglo XX se dieron importantes cambios en algunas naciones de América Latina que abrieron el camino a la plena autonomía, soberanía y organización social de algunas de nuestras naciones, como Cuba, por ejemplo.

Para quienes fuimos y somos luchadores por una nueva democracia en nuestro continente, este siglo se nos dio como la oportunidad de lograr nuestros objetivos durante 200 años de lucha por crear un nuevo tipo de sociedad y de naciones democráticas y populares. El siglo XX terminó y el XXI comenzó con bastantes esperanzas de transformación y reformas sociales definitivas de América Latina y el Caribe. La revolución cubana siguió firme y consolidada pese a la guerra y violencia empleada por Estados Unidos contra ese país.

Pero sin que se hayan cumplido los primeros 10 años del siglo XXI, cuando muchos latinoamericanos teníamos la ilusión de que la llegada a la presidencia de los Estados Unidos, de un presidente de raza negra, en quien vimos la oportunidad de que la población norteamericana de todas las razas lograra su unidad democrática y racial plena. Pero los sucesos de los últimos días de este año del 2009, cuando seguíamos con pasión y orgullo el surgimiento masivo de las naciones latinoamericanas como proyectos democráticos, económicos y sociales modernos, comenzamos a recibir golpes tras golpes que indicaron que estábamos equivocados, pues el imperio norteamericano, bajo la dirección del presidente Obama, desde antes de cumplir su primer año de gobierno, cambió el rumbo histórico de nuestro continente y se lanzó a restaurar las reglas imperialistas que mantuvo su país durante algo más de 200 años. Los gobiernos de la familia Bush, de manera agresiva e imperial, retomaron el camino de la militarización, las tiranías y la represión como política de Estado, especialmente contra las nacientes nuevas democracias Suramericanas y del Caribe. El Partido Demócrata no ha alcanzado el vigor necesario para imponer un rumbo más igualitario y de democracia a su gobierno. El presidente Obama se lanzó de frente contra toda forma de nueva y efectiva democracia e igualdad de las naciones y aprovechó que en Colombia hay un presidente de la república absolutamente retardatario que se había entregado completamente a los rumbos puestos en marcha por Bush, pero se encontró con la grata de noticia de que él, Obama, se entendía mejor con los ideales y objetivos políticos y sociales de la derecha norteamericana.

Sin cumplirse aún su primer año de gobierno aparecieron signos de que el presidente Obama marchaba aceleradamente a un tratamiento despótico y de ultraderecha a la América Latina y del Sur. Varias de las naciones latinoamericanas tienen ya presencia de tropas de los Estados Unidos y de bases militares gringas. En una de ellas, en Honduras fue dado un golpe militar de la derecha, a la vista y solidaridad silenciosa de las fuerzas militares norteamericanas que ocupan ese país. Al tiempo, Paraguay ha sido objeto de varios intentos de golpes militares, para sacar esa república del dominio de las viejas y centenarias dictaduras que agobiaron a esa nación. Bajo el gobierno de Obama, América Latina se está llenando de dictaduras militares y de regímenes represivos que nada tienen que envidiar a las agresiones de los Estados Unidos durante los siglos XIX y XX. El presidente Obama no resultó ser del vigor y la personalidad de los grandes luchadores de raza negra que adornan y engrandecen la historia de las políticas democráticas, sociales y raciales de los Estados Unidos.

Pero lo peor ha ocurrido bajo el gobierno de Obama en Colombia, en que, a escondidas, su gobierno se ha ido entendiendo con Uribe Vélez para que este hombre le entregara a los norteamericanos el derecho de usar como bases militares ubicadas en todo el territorio colombiano, no para proteger la democracia sino para destruirla donde se pueda presentar de nuevo. Esa es la alarma que hay en toda la América Latina, que ha dado lugar a que los gobiernos y pueblos latinoamericanos democráticos se hayan unido rápidamente para defender conjuntamente los procesos democráticos en marcha e impedir que este siglo XXI se convierta en otro siglo de dominio del imperialismo norteamericano en nuestra región. Esta perspectiva la derrotaremos totalmente, cuéstenos lo que nos cueste. El siglo XXI será el siglo de América Latina y del Sur y del África que tiene sus playas en el Océano Atlántico. El ex presidente colombiano Ernesto Samper Pizano consideró que está prácticamente descartado un escenario de “guerra convencional” entre Colombia y Venezuela, pero advirtió que el conflicto en la zona de frontera si podría sufrir una escalada, “yo no creo que vaya a haber una guerra convencional entre Colombia y Venezuela, me parece que eso está descartado”, advirtió. Con ese pretexto también hicieron declaraciones funcionarios diplomáticos colombianos, de estirpe conservadora que simpatizan y apoyan al gobierno Uribe y no a los procesos de cambio y democráticos de América Latina que está en marcha.

Uribe Vélez y el presidente Obama quieren es llevar las tensas relaciones de Venezuela y Colombia a las Naciones Unidas, para dar tiempo que otros movimientos de ultraderecha comiencen a aparecer en América del Sur. Nosotros, los democráticos latinoamericanos, estaremos listos para reincorporarnos a la vieja lucha por la democracia, por la vieja lucha de igualdad de los pueblos y la derrota de imperialismo norteamericano.

Fuente : Argenpress


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