Estallido: La protesta social en América Latina del 2018 al 2022

14 de noviembre por Fernanda Gadea


En mayo de 2023 se publica en Jacobin una destacada voz de la izquierda radical en el mundo, el trabajo «Estallido: la protesta social en América Latina del 2018 al 2022» elaborado por Martín Mosquera, Pedro Perucca, Florencia Oroz y Agustín Nava (publicado por Jacobin, The Left, Radical Books, Bruselas, mayo 2023, 83 pp)
El resumen presentado aquí no nace con ánimo de sustituirlo, sino como una propuesta de acercamiento a la obra original, con el fin de suscitar en quien lo lea la necesidad de profundizar en el mismo, acudiendo al texto completo.



1: INTRODUCCIÓN

Entre 2018 y 2022 una impresionante secuencia de movilizaciones sociales recorrió América Latina, superando las ocurridas entre 1990 y 2000.
El informe se estructura en 6 apartados: 1) transformación de las relaciones entre política, economía y sociedad en las últimas cuatro décadas, 2) análisis de las luchas en los años 2000 y sus consecuencias, 3) origen de la nueva derecha de masas, 4) comparativa de las luchas entre 2018 y 2022 en Brasil, Argentina, Colombia y Chile, 5) análisis de las explosiones de 2022 en Ecuador y Perú y 6) conclusiones generales.

2: REESTRUCTURACIÓN DEL CAPITAL E INTERNACIONALIZACIÓN PRODUCTIVA

A partir de los años 70 las economías de la región sufren una crisis en su patrón de acumulación (las importaciones al amparo de un Estado intervencionista) que se «resuelve» mediante la aplicación de reformas estructurales y la deslocalización productiva.
En esta nueva etapa el gran capital aumenta su presión en países periféricos, imponiendo condiciones que rápidamente llevaron a una desindustrialización caracterizada por una alta proporción en el sector servicios de empleos de baja cualificación y productividad (Nava y Grigera, 2021).

El uso de nuevas tecnologías digitales, muy vinculado a la internacionalización productiva, así como la economía de plataformas (Uber, Rappi, Glovo, etc.) ha provocado una importante reconfiguración del empleo informal en la región.
Estas mutaciones productivas implican una reducción de la efectividad de las herramientas de lucha tradicionales de la clase trabajadora.
A ello se suma la dispersión en la brecha salarial entre los sectores más modernos de la economía y el resto.
El análisis de los conflictos durante la pandemia del coronavirus mostró algunas excepciones, derivadas de ciertas ubicaciones en el esquema productivo.

En cualquier caso, los cambios estructurales entre Estado y capital a partir de los 70 no fueron revertidos, siendo el contexto objetivo en el que se han desarrollado los ciclos de protestas actuales.

3: LA «MAREA ROSA» LATINOAMERICANA: UN PRINCIPIO DE EXPLICACIÓN GENERAL

(Por “marea rosa” se entiende la percepción de que la ideología socialdemócrata y progresista, así como la izquierda política, ganan fuerza en América Latina.)

En los primeros años de este siglo se produjeron levantamientos populares y caída de gobiernos en Ecuador, Argentina y Bolivia. En Venezuela, un golpe de estado contra Hugo Chávez. Finalmente, este ciclo de rebeliones se saldó con un gran número de países con gobiernos llegados al poder por vía electoral que se definían progresistas en los que sindicatos y movimientos sociales desempeñaron un importante papel.

Pese a los elementos comunes, se pueden constatar diferencias en tres aspectos: el grado de ruptura con el neoliberalismo, el nivel de confrontación con las clases dominantes y el impulso (o no) a la movilización social.
Las políticas de pasivización tuvieron efectos ambiguos y contradictorios, sobre todo cuando las concesiones sociales implicaban tensiones abiertas con las clases dominantes.
Los casos de Venezuela y Bolivia mostraron la tensión entre las restricciones que impone el capitalismo periférico y el papel de los gobiernos como factor de radicalización social.

Desde una perspectiva histórica más amplia, el núcleo central del populismo en América Latina pasa por la incorporación política de sectores movilizados o excluidos socialmente, dentro del marco de transformaciones sociales vertiginosas y crisis hegemónicas.

En el siglo XXI se asiste a una reactivación del populismo como forma de constitución de la clase trabajadora en sujeto político mediante liderazgos caudillistas, como se dio en los años 40 del siglo pasado.
Las clases populares latinoamericanas desembocaron en el neopopulismo, una política capaz, por una parte, de frenar la ofensiva capitalista, y por la otra, incapaz de impulsar transformaciones más radicales.

Paralelamente, durante el ciclo populista se desarrolló una derecha social con base de masas, fortalecida con movilizaciones “antipopulistas”, que favoreció la aparición de un polo social y político reaccionario inexistente en los 90.
Las insurrecciones sociales de hoy no garantizan el desplazamiento hacia la izquierda, viéndose obligadas a actuar en un escenario cada vez más polarizado.

4: LAS FUENTES SOCIALES DE LA NUEVA DERECHA LATINOAMERICANA

Una posible explicación al retroceso del progresismo latinoamericano está en la asociación de la emergencia de un sujeto social opositor al resultado de sus mismas medidas redistributivas.
Sacar grandes franjas sociales de la pobreza propició una nueva clase media consumista con las típicas aspiraciones de la derecha.
Se evidencia así lo que el politólogo argentino Juan Carlos Torre llama “corolarios políticos de la fragmentación social” vinculados con los “prejuicios de las clases medias/bajas frente a los sectores más pobres”.
Se comienza a rechazar el asistencialismo y la inmigración, así como a legitimar políticas represivas y jerarquías rígidas.
Cuando la economía entra en recesión, este sector, y en especial los jóvenes, se siente golpeado y frustrado, dando origen a una parte de la nueva derecha juvenil que se hará notar, en el caso de Brasil, en las manifestaciones de 2014.

La extrema derecha latinoamericana no emerge como respuesta a una crisis de hegemonía neoliberal, como en Europa y EEUU, sino como respuesta al retroceso de un ciclo progresista que, a su vez, fue una contestación a la crisis del neoliberalismo de finales de los 90.

Si bien la base de los fenómenos derechistas está en las clases medias tradicionales, también se infiltran en el mundo popular.
Allí se detecta principalmente la presencia de los evangelistas neopentecostalistas conservadores, así como la derechización de sectores trabajadores reactivos a la redistribución y el asistencialismo.
También se observa el componente familiarista y antifeminista de franjas patriarcales de origen interclasista, aunque más acusado en los sectores populares que en las clases medias.

El peso de la deuda Deuda Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
privada o la individualización de la fuerza de trabajo son todavía incipientes en la mayoría de países del entorno, pero no hay que descuidar su capacidad para convertirse en caldo de cultivo para el avance de la nueva derecha,

5: ESTUDIO COMPARATIVO: LOS CASOS DE BRASIL, ARGENTINA, COLOMBIA Y CHILE (2018-2021)

El abordaje de los escenarios de conflicto será tanto cuantitativo como comparativo, identificando las relaciones entre las protestas al mismo tiempo que las configuraciones económicas, políticas e institucionales de cada país del estudio, con una lectura sincrónica y diacrónica que incorpora la dimensión histórica del proceso de las movilizaciones y el análisis de los factores coyunturales que actúan como detonantes.

Los sujetos de la protesta

Del análisis cuantitativo de los conflictos en los cuatro países se desprende la irrupción de sujetos no institucionalizados y la centralidad de las manifestaciones del movimiento obrero, además de una baja incidencia de los nuevos movimientos sociales (estudiantes, pueblos indígenas y originarios, mujeres, LGBTIQ, etc.)

Análisis por sector de actividad

Mientras que en Argentina el sector industrial ha sido el protagonista en las protestas, en Brasil, Colombia y Chile fueron los trabajadores de la educación, el transporte y los servicios.

Sobre los contextos políticos locales

Brasil y Argentina tienen mucho en común, con gobiernos progresistas en la anterior década, seguidos por administraciones más conservadoras.
Colombia y Chile no se sumaron a la “marea rosa”, por lo que podría pensarse que sus momentos son un poco más “tardíos en el ciclo de rebeliones populares contra las medidas de ajuste y la austeridad” (Nava, 2022) aunque la brutal represión contribuyó a ampliar y radicalizar la protesta.

Particularidades de la conflictividad en pandemia

La pandemia no frenó la conflictividad social pero introdujo dinámicas novedosas: el confinamiento y los poderes especiales que concedían capacidad policial a otros destacamentos en nombre de la seguridad ciudadana no impactaron en la cantidad de protestas, más bien al contrario, se aumentaron las movilizaciones en contra de las medidas sanitarias o la situación laboral y salarial.
En todos los países del estudio, los gobiernos tomaron medidas similares (cierre de centros educativos, teletrabajo, prohibición de eventos públicos, deportivos o culturales y restricción de los viajes).
En Brasil las medidas se aplicaron de manera más laxa que en el resto.
En los cuatro países se confirma que si bien hubo una bajada de la conflictividad al inicio, en los siguientes tres meses se produjo un gran aumento.

Algunas conclusiones en base al análisis cuantitativo

El impacto de la pandemia sobre la conflictividad social aparece bastante limitado en los países analizados.
En todos ellos se constatan fuertes procesos de lucha con una prevalencia de sectores sin afiliación institucional o empresarial, en un ciclo no interrumpido por la irrupción de la pandemia de Covid-19.
Pese a la indiscutible fragmentación del movimiento obrero organizado, su resistencia continúa.
En el caso de Brasil y Argentina, se constata la aparición de conflictos en sectores acomodados, que protagonizaron protestas de tinte ideológico y político muy conservador.

6: ECUADOR 2022: PARO NACIONAL

A partir de la llegada de Rafael Correa al gobierno, la clásica inestabilidad del país parece haber disminuido, observándose un fortalecimiento general del sistema político ecuatoriano.
La polarización social y política, en la que la derecha mantiene una gran base de masas, choca en el segundo mandato correista con la conformación de un Estado más sólido y moderno, con el resultado de una clase dominante fortalecida por el largo ciclo de crecimiento, alejada de la fragmentación y el conflicto anterior y que ha conseguido configurar un sólido bloque en el poder.

El paro nacional

Desarrollado en junio de 2022 contra las políticas de austeridad del gobierno derechista de Guillermo Lasso, estuvo protagonizado y liderado por la CONAIE, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador. Esta huelga apuntó contra el aumento del costo de la vida, exigiendo la reducción de los precios del gas, los productos agrícolas y un mayor presupuesto para la educación (varios sectores demandaron la destitución de Lasso).
El paro duró 18 días, movilizando además del sector indígena a una gran cantidad de población en los barrios populares de la capital y en distintas ciudades del país.

Aunque este choque social concluyó con concesiones limitadas por parte del gobierno y un fallido intento de destitución del presidente, el gobierno sobrevivió al paro más largo y masivo de las últimas décadas, a la vez que surgía un bloque popular articulado en torno a la CONAIE con capacidad de iniciativa, cohesión y fuerza social.

El paro nacional mostró simultáneamente la fuerza de las clases populares y la resistencia del bloque burgués, constituyéndose como un ejemplo local de la dinámica regional: explosiones sociales que conviven con la vitalidad de las fuerzas conservadoras en una interacción social de destino incierto.

7: PERÚ: LA INESTABILIDAD PERMANENTE

Perú fue sacudido por dos momentos de explosión social en 2020: la destitución de Manuel Merino y a finales del mismo año, la de Pedro Castillo.

La larga sombra de Fujimori

El modelo económico del fujimorismo sobrevivió al propio Fujimori, pero la desigualdad, los malestares acumulados, la corrupción y el declive del boom exportador empezaron a eclosionar, generando una gran inestabilidad política.

La crisis del corto gobierno Merino

Durante noviembre de 2020 una serie vertiginosa de acontecimientos condujo a una gran convulsión social: el presidente Martín Vizcarra fue destituido acusado de “incapacidad moral permanente” y Merino asumió el reemplazo, al que renunció cinco días después de su nombramiento.
Tras una presidencia transitoria a cargo de Francisco Sagasti se convocaron elecciones en abril de 2021, que concluyeron en una apretada victoria de Pedro Castillo contra Keiko Fujimori.

Destitución de Pedro Castillo

El acceso al gobierno de Castillo fue una sorpresa para todo el mundo, la expresión del malestar popular representada en un candidato del interior rural del país, de un partido de izquierda y con un programa de reformas sociales y constitucionales nunca visto.
Podría decirse que su gestión fue errática e incumplió la mayor parte de sus promesas electorales, pero lo que puede afirmarse con total seguridad es el hostigamiento de la derecha a su gobierno, a pesar de las innumerables concesiones.
En diciembre de 2022 se aprobó la “moción de vacancia” del presidente tras su intento de disolución del Parlamento y la convocatoria a una Asamblea Constitucional.
La destitución de Castillo provocó un estallido social de una escala, masividad y radicalidad que supera todo lo visto en las últimas décadas.
Las movilizaciones siguen en curso, con un sector que exige su liberación (se encuentra en prisión preventiva desde el 7 de diciembre de 2022) y reposición en el gobierno, otro que pide nuevas elecciones y otro más que se suma a las protestas como respuesta a la represión salvaje que desplegó la vicepresidenta de Castillo, Dina Boluarte, que asumió el Poder Ejecutivo aliándose a la derecha tras la caída del presidente.
Las movilizaciones empezaron a disminuir en febrero de 2023 pese a los asesinatos, las violaciones, las torturas y demás abusos de la policía, según el informe presentado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, y la presidenta Boluarte se mantiene en el cargo, negándose a renunciar o convocar nuevas elecciones.

8: ELEMENTOS PARA UNA CONCLUSIÓN

Uno de los aspectos más destacados del actual ciclo de protestas es la mayor resistencia que han demostrado las clases dominantes y los regímenes políticos ante las explosiones sociales.
Sin embargo, vale la pena plantear dos aclaraciones: el caso de Bolivia, en el que la capacidad de reacción del pueblo contra el golpe de estado a Evo Morales demostró la gran capacidad del tejido asociativo para movilizarse y resistir, y el fracaso de los gobiernos progresistas para estabilizar un capitalismo integrador a largo plazo, siendo considerados por las clases dominantes “la forma bastarda” de una insubordinación popular que son incapaces de resolver (en palabras de Adrián Piva).

Una de las primeras conclusiones sería que los estallidos de los últimos cinco años no se enfrentan a regímenes neoliberales, sino a fuerzas conservadoras más resistentes ante la polarización social y política, situado todo ello en un marco de desilusión con respecto a las nuevas administraciones progresistas.
Por su parte, los países del eje neoliberal (Perú, Colombia y Chile) asistieron a protestas más radicales a la vez que los gobiernos ofrecían una resistencia desconocida.

La dificultad para hacer pronósticos sobre la región no se debe sólo a la existencia de procesos abiertos, sino también a los cambios como consecuencia de la crisis capitalista, que se ha convertido en terreno de disputa entre proyectos de dominación política autoritaria e intentos fallidos de restauración neoliberal.
El ciclo de protestas en América Latina es un proceso en curso, cuando esté completamente desarrollado podrá ser comprendido cabalmente.
Mientras tanto, es necesario esforzarse en canalizar de manera democrática y emancipatoria la polarización social que atraviesa convulsivamente la región.

Hasta aquí, el resumen del trabajo desarrollado por Martín Mosquera, Pedro Perucca, Florencia Oroz y Agustín Nava, el cual ha sido tratado con todo el respeto y la admiración que merece.
Como ya se adelantaba al comienzo, la idea es suscitar el interés por el informe completo, si acaso no se ha logrado, la responsabilidad es enteramente mía.


Fernanda Gadea

Coordinadora de ATTAC España.

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