4 de abril de 2022 por Paul Martial
Putin y el presidente de la República Centroafricana, Faustin Archange Touadera/ Wiki Commons
La invasión de Ucrania por el ejército de Putin tendrá consecuencias para África. El riesgo más evidente es el de una crisis económica y alimentaria que amenaza con asestar un duro golpe al continente africano. Esta invasión también arroja luz sobre las rupturas políticas, especialmente en el patio trasero africano de Francia, que ilustran su debilitamiento en África.
Como destaca la edición digital del diario Madagascar Tribune, en el palacio presidencial de Anosy se produjo un desfile incesante de diplomáticos rusos y occidentales. ¿Con qué finalidad? Tratar de influir en Madagascar de cara a la votación de la Asamblea General de Naciones Unidas del 2 de marzo sobre la condena de la invasión de Ucrania. Al final, la Isla Grande se unió a los 17 países africanos que se abstuvieron.
Si era previsible que Mali y la República Centroafricana se negaran a condenar a Rusia, que es actualmente para estos países un socio comercial importante en el terreno militar, resultó más sorprendente que votaran en el mismo sentido países como Senegal, Togo, Camerún y la República de Congo, o la no participación en el escrutinio de Burkina Faso o Guinea. Estos países solían estar en simbiosis con Francia, la antigua potencia colonial. En cuanto a la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), considerada el brazo armado de la diplomacia francesa, se ha negado a tomar partido. Esto ilustra la crisis específica del imperialismo francés en África.
Hasta las narices de Occidente
El hecho de que la mitad de los países del continente rechace condenar a Rusia revela cierto resentimiento con respecto a Occidente. Hay quienes incluso hablan de revancha contra la OTAN
Organización del Tratado del Atlantico Norte
OTAN
Este organismo asegura a los Estados europeos la protección militar de los Estados Unidos en caso de agresión, pero, sobre todo, ofrece a los Estados Unidos la supremacía en el bloque occidental. Los países de Europa Occidental aceptaron la integración de sus fuerzas armadas en un sistema de defensa puesto bajo el mando estadounidense, reconociendo de hecho la preponderancia de los Estados Unidos. Fue fundada en 1994 en Washington, y pasó a un segundo plano acabada la guerra fría. En el año 2002 se componía de 19 miembros: Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y el Reino Unido, a los que se sumaron Grecia y Turquía en 1952, la República Federal de Alemania en 1955 (sustituida por la Alemania unificada en 1990), España en 1982, Hungría, Polonia y la República Checa en 1999.
por haber atacado Libia para derrocar a Gadafi, quien gozaba de una popularidad que por usurpada que fuera, no era menos real. Molesta ver una importante movilización por Ucrania que nunca se dio en relación con guerras igual de cruentas como la de Sudán, Etiopía o Camerún.
Algunos se sienten satisfechos de ver a un hombre capaz de oponerse al poderío de la Unión Europea y de EE UU. Además del trato escandaloso dado a las personas refugiadas africanas y asiáticas de Ucrania, la acogida diferenciada entre gente ucraniana y gente de otros orígenes ha evidenciado el racismo existente en Europa. De este modo, una parte de los dirigentes africanos han reflejado los sentimientos de sus respectivas poblaciones, máxime cuando no pocos países mantienen relaciones comerciales y militares tanto con Rusia como con los países occidentales o se disponen a hacerlo.
Un fuerte riesgo económico
Una prudencia muy oportuna, pues la crisis económica amenaza con asestar un duro golpe al continente. Las economías africanas ya tienen de por sí dificultades para salir de la crisis sanitaria asociada a la covid-19. La caída de la demanda mundial ha entrañado una disminución de la demanda de materias primas, y la práctica paralización del turismo, la fragilización de las cadenas de valor mundiales y el descenso de cerca del 40 % de las IDE
Inversiones Directas Extranjeras
IDE
Las inversiones extranjeras pueden efectuarse bajo forma de inversiones directas o bajo forma de inversiones de portafolio (o carteras). Aunque es difícil hacer la distinción por razones contables, jurídicas o estadísticas, se considera que una inversión extranjera es una inversión directa si el inversor extranjero posee el 10% o más de las acciones ordinarias o de los derechos de voto en una empresa. Aunque arbitrario, este criterio fue adoptado ya que se estima que tal participación es una inversión a largo plazo, lo que permite a su propietario ejercer una influencia en las decisiones de gestión de la empresa. Por el contrario, una inversión extranjera inferior al 10% será contabilizada como una inversión de cartera. Se considera que los inversores de portafolio no ejercen ninguna influencia en la gestión de una sociedad en la que poseen acciones. Los inversores en portafolio designan al conjunto de depositantes bancarios y de colocadores financieros bajo la forma de títulos públicos o privados. Los flujos de inversiones directas, sea cual sea su destino, representan la suma de los siguientes elementos: aportes netos de capitales acordados por el inversor directo bajo forma de compra de acciones o de partes, de aumento de capital o creación de empresas; préstamos netos; lo que comprende préstamos a corto plazo y adelantos permitidos por las casas matrices a sus filiales; beneficios no distribuidos (reinversiones) (extraído de Chesnais, 1994, p. 40).
(inversiones directas extranjeras) han afectado a la salud económica de los países africanos.
La guerra provocada por Putin tendrá consecuencias para el conjunto de los países africanos, aunque con diferencias. Los países productores de petróleo y gas, como Nigeria, Angola o Argelia, se beneficiarán del alza de los precios, pero estas ganancias podrán verse compensadas muy pronto por la carestía de productos agrarios, pues dependen casi totalmente de las importaciones de alimentos. Los demás países africanos, dedicados a la agricultura, se verán perjudicados por el aumento desorbitado del precio de la energía. En todos los casos, vista la frágil tesorería de los países del continente, los golpes pueden ser violentos para las poblaciones.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que más de una treintena de países africanos ya conocen tensiones en el terreno alimentario. Las causas son múltiples. Puede tratarse de conflictos como en la República Centroafricana, Níger, Chad, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), Etiopía o Sudán del Sur. Las alteraciones climáticas comportan fuertes sequías, como en Kenia, Somalia o el sur de Madagascar, o lluvias torrenciales como en Burundi, Yibuti o Congo, o bien ciclones como los que ha habido en Mozambique o el este de Madagascar.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha hecho sonar la alarma por la situación de estrés alimentario en abril en numerosos países. El riesgo añadido por la guerra de Putin es una hambruna de gran amplitud en África.
Fuente: L’Anticapitaliste, traducido por viento sur
2 de noviembre de 2018, por Paul Martial