Hablemos de la deuda ecológica

1ro de julio de 2024 por Alberto Acosta


Fuentes: Rebelión

“Se trata de volver a atar el nudo gordiano atravesando, tantas veces como haga falta, el corte que separa los conocimientos exactos y el ejercicio del poder, digamos la Naturaleza y la cultura”.Bruno Latour [1]



Francisco, el Papa, es categórico al exigir a los países enriquecidos “condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas. Antes que tratarse de magnanimidad es una cuestión de justicia, agravada hoy por una nueva forma de iniquidad de la que hemos tomado conciencia: Porque hay una verdadera ´deuda Deuda Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
ecológica´, particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países
(enriquecidos, cabría volver a acotar)”.

Esta conclusión está plasmada en su Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del año 2025, publicada el 9 de mayo pasado [2] . Sintetiza el reclamo para anular la deuda externa, en sintonía con el sentido del Jubileo que impulsaron las iglesias cristianas hace un cuarto de siglo, cuya vigencia y urgencia se mantiene en la actualidad, recuperando una vez más el signo de la esperanza. Y como sostuvo el mismo Papa Francisco, el 5 de junio del presente año -Día Mundial del Ambiente-, en una audiencia privada con los participantes de la conferencia “Crisis de deuda en el Sur Global”, impulsada por el Vaticano, es necesario construir “una nueva arquitectura financiera internacional audaz y creativa”, teniendo en cuenta que la deuda externa y la deuda ecológica Deuda ecológica Es la obligación de restitución contraída como consecuencia de la degradación del medio ambiente y la bio-diversidad, de la emisión de residuos, así como del agotamiento, apropiación y control de los recursos naturales, animales y de conocimientos ancestrales.

Englobaría, entre otros aspectos : Destrucción de la biodiversidad y los ecosistemas por su sobreexplotación ; Deuda del carbono ; Exportación de residuos ; Biopiratería
son “dos caras de una misma moneda que hipoteca el futuro”. [3]

Cuando hablamos de deuda ecológica, no se trata solo de una deuda climática, atada a los impactos derivados de los cambios climáticos en los que la mayor responsabilidad recae sobre las naciones enriquecidas. La deuda ecológica es mucho más compleja, con una larga y a la vez muy actual historia. Encuentra sus orígenes en la expoliación colonial –la masiva y brutal extracción de recursos minerales o la tala masiva de bosques naturales, por ejemplo–; es decir, esta deuda es parte de una deuda histórica Deuda histórica Es la deuda contraída fundamentalmente durante el colonialismo con los países y pueblos pertenecientes a las antiguas colonias, por la invasión y conquista de sus territorios, así como por la explotación de sus poblaciones y recursos. En la actualidad, esa deuda continúa acumulándose a través de las acciones de las empresas transnacionales, las políticas comerciales y migratorias y otras instituciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio.

Incluiría entre otros aspectos : Expolio de recursos naturales ; Genocidios ; Esclavitud ; Exterminio cultural y religioso
colonial, que no ha sido asumida aún de manera alguna. Saqueó que continúa imparable en nuestros días republicanos.

Esta deuda crece a la par de la demanda de recursos naturales por parte de los diversos capitalismos metropolitanos. Las presiones provocadas sobre la Naturaleza a través de las exportaciones de recursos naturales provenientes del Sur global, (casi) siempre mal pagadas, no asumen la pérdida de nutrientes y de biodiversidad, tampoco consideran la destrucción de las comunidades y menos aún las múltiples violencias que desatan. Bien sabemos que se trata de exportaciones exacerbadas por los crecientes requerimientos derivados de la propuesta aperturista a ultranza, propios de los tratados de libre comercio, que no son libres ni solo de comercio; tratados que cada vez más lo único que buscan es asegurar el suministro de recursos naturales para sus procesos de transición energética corporativa (con la demanda de litio, cobre, tierras raras, por ejemplo).

En este punto impactan por igual las condicionalidades para sostener el pago de las deudas externas, forzando las exportaciones sobre todo de bienes primario (y a la par la sobre explotación de la mano de obra). Aquí también influye la creciente financiarización de diversos procesos económicos. No nos olvidemos que el capital, cuando no logra acumular produciendo, extrayendo o comercializando, acumula especulando, incluso mediado por los extractivismos: basta observar los mercados de futuro del petróleo, los minerales o cereales. De ahí viene también la creciente glotonería contemporánea por más y más recursos naturales a los que se mercantilizan incluso antes de extraerlos o de sembrarlos, todo para cristalizar la acumulación. Se trata de un escenario donde la especulación Especulación Actividad consistente en buscar ganancias bajo la forma de plusvalía apostando por el valor futuro de los bienes y activos financieros o monetarios. La especulación genera un divorcio entre la esfera financiera y la esfera productiva. Los mercados de cambios constituyen el principal lugar de especulación. reina y donde la financiarización de los procesos productivos y extractivos está cada vez más presente, con un activa y cada vez mayor participación de los capitales del crimen organizado.

Todo esto provoca una mayor destrucción de la Naturaleza y profundas afectaciones a las comunidades, sobre todo cercanas a los lugares de explotación, al tiempo que impacta en todos los ámbitos de la vida de los países del Sur global, presos de las (imposibles) promesas de la Modernidad. Sus gobernantes y sus élites, lo constatamos hasta la saciedad, están dispuestos a seguir por este sendero buscando el siempre esquivo desarrollo.

En este contexto, si ampliamos la mirada, la deuda ecológica se proyecta no solo en el intercambio ecológicamente de­sigual, sino también en la ocupación gratuita del espacio natural de los países empobrecidos por efecto del estilo de vida depredador de los países industrializados. Así, esta deuda crece, desde otra vertiente interrelacionada con la anterior, en la medida que los países más ricos han superado largamente sus equilibrios ambientales nacionales, al transferir directa o indirectamente contaminación (residuos o emisiones) a otras regiones sin asumir pago alguno.

Basta ver lo que ocurre con la emisión de gases de efecto invernadero, que desproporcionadamente emiten los países del Norte global, pero cuyas consecuencias soporta todo el planeta y, en mayor medida, los países del Sur cuyas infraestructuras son más precarias para confrontar con los eventos climáticos extremos. Tan es así que vivimos un colapso ecológico global, cuyos coletazos locales, como vemos a diario, con una acelerada frecuencia, impactan en cada vez más muchas esquinas del planeta.

A todo lo anterior habría que añadir la biopiratería, impulsada por varias corporaciones transnacionales, las que, además, patentan en sus países de origen una serie de plantas y conocimientos de los pueblos originarios, beneficiándose así de los saberes curativos ancestrales, particularmente. En esta línea de reflexión también caben los daños que se provoca a la Naturaleza y a las comunidades, sobre todo campesinas, la introducción de semillas genéticamente modificadas, que conducen a una afectación de la soberanía alimentaria. Y estas naciones enriquecidas, gracias al expolio de otros pueblos y de la Naturaleza, también son corresponsables al expandir por el mundo sus patrones de consumo y producción profundamente depredadores.

Por eso afirmamos que no solo hay un intercambio comercial y financieramente de­sigual, sino que también se registra un intercambio ecológicamente de­sequilibrado y de­sequilibrador. Intercambios que conllevan complejos e incluso depredadores impactos culturales.

Un primer paso hacia la justicia global es, sin duda, asumir el tema de las deudas en su complejidad. Por lo tanto, es indispensable replantearse la lógica de aproximación al tema, entendiendo que los países deudores de las deudas financieras son los acreedores de estas otras deudas. A renglón seguido, urge la desobediencia frente a la deuda externa. La anulación de las deudas externas, como reclama el Papa Francisco, debe ser sin condiciones.

Al mismo tiempo es necesario organizarse para exigir el cobro de la deuda ecológica y la deuda colonial. No se trata solamente de movilizar grandes flujos de dinero de Norte a Sur, ni de país a país, ni hacia comunidades o individuos. Hay que ir mucho más allá, teniendo en la mira la justicia global tanto social como ecológica.

Es importante introducir al debate las nociones de restitución y de reparación, que apuntan a rehacer el mundo desde el principio de dicha justicia global; en otros términos, con otras reglas del juego y con otras estructuras, a fin de crear un orden político completamente nuevo, caracterizado por la autodeterminación y la solidaridad, más no en la dominación y la jerarquización.

Esto demanda, por supuesto, la construcción de otra economía para otra civilización, que requiere otras estructuras internacionales destinadas a desmontar todos los mecanismos de dominación financieros y comerciales, sostenidos por el FMI FMI
Fondo monetario internacional
El FMI nace, el mismo día que la Banca mundial, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods. En su origen el rol del FMI era defender el nuevo sistema de cambios fijos instaurado.

A la finalisación de estos acuerdos (1971), el FMI es mantenido y se transforma paulatinamente en el gendarme y el bombero del capitalismo mundialisado : gendarme cuando impone los programas de ajuste estructural ; bombero cuando interviene financiaramente para sostener los países tocados por una crisis financiera.

Su modo de decisión es el mismo que el del Banco mundial y se basa sobre una repartición del derecho de voto en proporción a los aportes de cotisación de los países miembros. Estatutariamente es necesario el 85% de los votos para modificar la Carta del FMI (los EE.UU. poseen una minoria de bloqueo dado a que posees el 16,75 % de voces). Cinco países dominan : Los EE.UU. (16,75 %), el Japon ( 6,23 %), la Alemania (5,81%), Francia (4,29 %), y Gran Bretaña (4,29%). Los otros 177 Estados miembros estan divididos en grupos dirigidos, cada vez, por un país. El grupo más importante (6,57%) esta dirigido por Belgica. El grupo menos importante (1,55% de voces) precidido por el Gabon (países africanos).

Su capital está compuesto del aporte en divisas fuertes (y en monedas locales) de los países miembros. En función de este aporte, cada miembro se ve favorecido con Derechos Especiales de Giro (DEG) que son de hecho activos monetarios intercambiables libre e inmediatamente contra divisas de un tercer país. El uso de estos DEG corresponde a una política llamada de estabilización a corto plazo de la economía, destinada a reducir el déficit presupuestario de los países y a limitar el crecimiento de la masa monetaria. Esta estabilización constituye frecuentemente la primera fase de intervención del FMI en los países endeudados. Pero el FMI considera que en adelante es tarea suya (tras el primer choque petrolero de 1974-1975) actuar sobre la base productiva de las economías del Tercer Mundo reestructurando sus sectores internos; se trata de una política de ajuste a más largo plazo de la economía. Lo mismo sucede con los países llamados en transición hacia una economía de mercado. (Norel y Saint-Alary, 1992, p. 83).

Sitio web :
-Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial Banco mundial Creado en 1944 en Bretton Woods en el marco del nuevo sistema monetario internacional, el Banco posee un capital aportado por los países miembros (189 miembros el año 2017) a los cuales da préstamos en el mercado internacional de capitales. El Banco financia proyectos sectoriales, públicos o privados, con destino a los países del Tercer Mundo y a los países antes llamados socialistas. Se compone de las siguientes tres filiales.

Mas...
y la OMC Organización Mundial del Comercio
OMC
Firmado el acuerdo el 15 de abril de 1994 y en vigencia desde el 1º de enero de 1.995, la OMC sustituye al GATT (Acuerdo general sobre aranceles y comercio). La mayor innovación introducida es que la OMC posee el estatuto de organización internacional. Su función es asegurar que ninguno de sus miembros se entregue a cualquier tipo de proteccionismo, a fin de acelerar la liberalización mundial de los intercambios comerciales, de favorecer las estrategias de las multinacionales. Está dotada de un tribunal internacional (órgano de resolución de conflictos) que juzga las eventuales violaciones de su texto fundador de Marraquech.
– Organización Mundial de Comercio. Urge superar por igual todas aquellas estructuras en donde la especulación campea como consecuencia de la mercantilización de los servicios ambientales, que abren la puerta a los mercados de carbono en todas sus formas. Tampoco debería haber espacio para falsas soluciones, como son los canjes de deuda por Naturaleza o por inversiones sociales, que en su esencia desconocen el origen muchas veces corrupto y usurario de la deuda externa. Terminar con los paraísos fiscales, guarida de la corrupción y de la especulación financiera, es otra tarea inevitable. Todo en clave de construir otra arquitectura financiera y monetaria internacional.

Se trata, entonces, de restituir a los pueblos la soberanía de tomar decisiones colectivas democráticamente sobre su futuro. Eso implica restituir la soberanía sobre la política económica por fuera del yugo de la deuda externa, que tiene en el FMI y el Banco Mundial sus principales garantes; una política económica que libere a los países del Sur global de las imposiciones comerciales expoliadoras propias de los TLCs y de los marcos impuestos por la OMC. Por igual, esta renovada política económica debe restituir las soberanías alimentaria y energética, así como -esto es fundamental- reconocer los modos de vida que giran alrededor de la calidad de las relaciones y del equilibrio entre humanos y con la Naturaleza, en lugar de poner al centro la acumulación de dinero y de poder.

Y este empeño demanda, en suma, identificar todos los mecanismos de dominación, entre los que se destaca históricamente el dispositivo de las deudas, incorporando la deuda patriarcal. Un asunto en donde Francisco, el Papa, nos está debiendo y mucho.-


Alberto Acosta

Economista ecuatoriano. Investigador de la FLACSO. Ex-ministro de Energía y Minas; Ex-presidente de la Asamblea Constituyente y asambleísta constituyente.

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