Haití: de la colonización francesa a la esclavitud económica de la deuda

26 de septiembre de 2017 por Jérôme Duval


Samuel Rodríguez - El Salto



La pobreza de los países colonizados se vio en gran medida aumentada por una transferencia de deuda Deuda Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
. Las deudas contraídas por las potencias coloniales con el Banco Mundial Banco mundial Creado en 1944 en Bretton Woods en el marco del nuevo sistema monetario internacional, el Banco posee un capital aportado por los países miembros (189 miembros el año 2017) a los cuales da préstamos en el mercado internacional de capitales. El Banco financia proyectos sectoriales, públicos o privados, con destino a los países del Tercer Mundo y a los países antes llamados socialistas. Se compone de las siguientes tres filiales.

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(BM), para sacar mayor partido a estas, fueron luego transferidas, sin su consentimiento, a los países colonizados que se ganaron su independencia. Constituyen un caso de deuda odiosa Deuda odiosa Según la doctrina jurídica de la deuda odiosa, teorizada por Alexander Sack en 1927, una deuda es «odiosa» cuando reúne dos condiciones esenciales:

1.- La ausencia de beneficio para la población: la deuda no fue contraída a favor del interés del pueblo y del Estado, sino en contra de esos intereses, y/o a favor del interés personal de los dirigentes y de las personas próximas al poder.

2.- La complicidad de los prestamistas: Los acreedores sabían (o tenían la capacidad de saber) que los fondos prestados no beneficiarían a la población.

Para Sack, la naturaleza despótica o democrática de un régimen no debía tenerse en cuenta. Una deuda contraída por un régimen autoritario debe, según Sack, ser reembolsada si ésta sirve a los intereses de la población. Un cambio de régimen no autoriza el cuestionamiento de la obligación que tiene el nuevo régimen de pagar las deudas del gobierno precedente, salvo si éstas fueran odiosas.

[Extractos] del Tratado jurídico y financiero por Alexander Nahum Sack, ex profesor agregado a la Facultad de Derecho de la Universidad de Petrogrado.

A partir de esta definición «conservadora» de deuda odiosa, otros juristas y movimientos sociales, como el CADTM, ampliaron esta definición teniendo en cuenta, especialmente, la naturaleza del régimen que contrae la deuda y la consulta que se hace, o no se hace, a los parlamentos nacionales para la aprobación o la concesión del préstamo.

De manera especial, citemos la definición de deuda odiosa utilizada por la Comisión para la verdad sobre la deuda griega, que se apoya, a la vez, en la doctrina de Sack, y también en los Tratados internacionales y los principios generales del derecho internacional.

Así que una deuda odiosa responde a:

1.- Una deuda contraída en violación a los principios democráticos, que comprende el asentimiento, la participación, la transparencia y la responsabilidad, y ha sido empleada contra los más altos intereses de la población del Estado deudor, mientras el acreedor sabía, o tenía capacidad de saber, lo precedente.

O a lo siguiente:

2.- Una deuda que tiene por consecuencia negar los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de la población, mientras el acreedor sabía, o tenía capacidad para saber, lo precedente.
, así como las deudas contraídas para pagar y refinanciar esas deudas.

Haití es acreedor de Francia

En la noche del 22 al 23 de agosto de 1791 en Santo Domingo, antiguo nombre de Haití, 50.000 esclavos se levantaron simultáneamente en una insurrección armada, impulsando un largo proceso que condujo a que el día 29 de agosto de 1793 sucediera la primera abolición de la esclavitud en la historia y la proclamación de la independencia. Santo Domingo, entonces rebautizado como Haití, se convirtió en 1804 en la primera república negra independiente, un caso único en la historia de una revuelta de esclavos que dio origen a un Estado.

Probablemente Francia nunca haya perdonado esa insurrección, que le hizo perder abundantes ingresos de su sistema de esclavitud y de la destrucción de miles de plantaciones de azúcar y café. Haití pagó un precio muy alto: en 1825, se vio obligado a pagar a Francia 150 millones de francos de oro para compensar, por sus pérdidas, a los antiguos colonos que habían dominado a los esclavos, a cambio del reconocimiento de su existencia como nación-estado independiente. La sanción se impuso bajo la amenaza de una invasión militar: el 17 de abril de 1825, una flota de 14 barcos de guerra se amontonaron en la costa de Puerto Príncipe, lista para intervenir, y dejaba entrever una posible restauración de la esclavitud en caso de insubordinación.

Este pago extorsionado al pueblo haitiano por haberse atrevido a lograr la independencia fue renegociado trece años más tarde, en 1838, rebajado la cantidad a 90 millones, tras un escandaloso «Tratado de Amistad». Dentada a soplar generaciones bajo el peso de una deuda ilegítima, Haití, que luchó durante muchos años por liberarse de la tutela y la esclavitud francesas, pagó la sanción a sus antiguos colonos desde 1825 a 1883. Hasta el último centavo.

Louis-Georges Tin, presidente del Consejo Representativo de Asociaciones Negras (CRAN), dijo: «El dinero debe ir al estado haitiano y a la sociedad civil haitiana. Ha llegado el momento de reparar esta doble pena sufrida por la isla, la esclavitud y el rescate. La indigencia de Haití se debe al pago de 90 millones de francos, lo que obligó al país a endeudarse durante décadas».

Sin disculpas, sin reparación, sin restitución, sin molestias

En abril de 2003, con ocasión del bicentenario de la muerte de Toussaint-Louverture, el presidente Jean-Bertrand Aristide afirmó que Francia es la deudora de Haití, y no al revés. Exigió «restitución y reparación» por los daños causados por la esclavitud y por la sanción exigida en 1825. Reclamó 21.000 millones de dólares a Francia, el valor capitalizado de los 90 millones de francos de oro pagados en aquel entonces. Pero, tras la intervención política y militar franco-americana que condujo al derrocamiento de Aristide en febrero de 2004, los diversos regímenes que se sucederán a la cabeza del Estado, abandonarán la pretensión de restitución del dinero a Francia.

No fue hasta el terremoto del 12 de enero de 2010, donde al menos 250.000 personas murieron y cerca de 1,3 millones de personas se quedaron sin hogar, que un presidente francés decidió pisar el territorio de su antigua colonia por primera vez desde la independencia en 1804. Un mes después del terremoto, Nicolas Sarkozy finalmente hizo una visita rápida de cuatro horas. Se trató de una oportunidad perfecta para rendir homenaje al sector privado francés, alabando a Suez y Veolia, que «repararon las cañerías» o a EDF, que «restauraron el alumbrado público». Se anunció unas ayudas de unos 326 millones de euros. De esta cantidad, 56 millones de dólares no se moverán, ya que se usan para cancelar la deuda bilateral que la isla tiene con Francia. La generosa declaración de cancelación de la deuda emitida por Sarkozy como respuesta al desastre no es nada nuevo, ya que se trata de una decisión que data de julio de 2009, después de que Haití alcanzara el punto de culminación de la Iniciativa ampliada en favor de los países pobres muy endeudados (PPME), el 30 de junio de 2009. Por su parte, el Banco Mundial, no cancela el reembolso de 38 millones de dólares, sino que sólo lo suspende durante cinco años. El Fondo Monetario Internacional FMI
Fondo monetario internacional
El FMI nace, el mismo día que la Banca mundial, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods. En su origen el rol del FMI era defender el nuevo sistema de cambios fijos instaurado.

A la finalisación de estos acuerdos (1971), el FMI es mantenido y se transforma paulatinamente en el gendarme y el bombero del capitalismo mundialisado : gendarme cuando impone los programas de ajuste estructural ; bombero cuando interviene financiaramente para sostener los países tocados por una crisis financiera.

Su modo de decisión es el mismo que el del Banco mundial y se basa sobre una repartición del derecho de voto en proporción a los aportes de cotisación de los países miembros. Estatutariamente es necesario el 85% de los votos para modificar la Carta del FMI (los EE.UU. poseen una minoria de bloqueo dado a que posees el 16,75 % de voces). Cinco países dominan : Los EE.UU. (16,75 %), el Japon ( 6,23 %), la Alemania (5,81%), Francia (4,29 %), y Gran Bretaña (4,29%). Los otros 177 Estados miembros estan divididos en grupos dirigidos, cada vez, por un país. El grupo más importante (6,57%) esta dirigido por Belgica. El grupo menos importante (1,55% de voces) precidido por el Gabon (países africanos).

Su capital está compuesto del aporte en divisas fuertes (y en monedas locales) de los países miembros. En función de este aporte, cada miembro se ve favorecido con Derechos Especiales de Giro (DEG) que son de hecho activos monetarios intercambiables libre e inmediatamente contra divisas de un tercer país. El uso de estos DEG corresponde a una política llamada de estabilización a corto plazo de la economía, destinada a reducir el déficit presupuestario de los países y a limitar el crecimiento de la masa monetaria. Esta estabilización constituye frecuentemente la primera fase de intervención del FMI en los países endeudados. Pero el FMI considera que en adelante es tarea suya (tras el primer choque petrolero de 1974-1975) actuar sobre la base productiva de las economías del Tercer Mundo reestructurando sus sectores internos; se trata de una política de ajuste a más largo plazo de la economía. Lo mismo sucede con los países llamados en transición hacia una economía de mercado. (Norel y Saint-Alary, 1992, p. 83).

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decide conceder una «ayuda» de 100 millones de dólares en forma de préstamo, que no devenga intereses pero que deberá reembolsarse. Ayudas que están muy lejos de los 21.000 millones de dólares reclamados por Aristide y los movimientos sociales como la Plataforma Haitiana para el Desarrollo Alternativo (PAPDA) y está muy lejos de satisfacer las necesidades de Haití.

No se ha hecho nada al respecto desde entonces. Francia sigue negándose a devolver la deuda histórica Deuda histórica Es la deuda contraída fundamentalmente durante el colonialismo con los países y pueblos pertenecientes a las antiguas colonias, por la invasión y conquista de sus territorios, así como por la explotación de sus poblaciones y recursos. En la actualidad, esa deuda continúa acumulándose a través de las acciones de las empresas transnacionales, las políticas comerciales y migratorias y otras instituciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio.

Incluiría entre otros aspectos : Expolio de recursos naturales ; Genocidios ; Esclavitud ; Exterminio cultural y religioso
de Haití. El país que ahora preside Macron, tiene una gran responsabilidad en la situación económica de Haití y en el estado de pobreza en el que su población se encuentra. Por ejemplo, cuando concedió refugio político al ex-dictador Jean Claude Duvalier, exiliado en la Riviera Francesa después de 29 años de dictadura, entre padre e hijo, con una fortuna de 900 millones de dólares robados al Estado haitiano. Cantidad superior a la deuda externa del país.

Foto Jean-Claude Coutausse, Puerto Príncipe, 12 de mayo 2015.


Mentira y aberración de la «deuda moral» de Hollande

Sin duda, no es casualidad que hasta más de dos siglos después de la independencia de la isla no haya sido necesario realizar el primer viaje oficial de un jefe de Estado francés a Haití. La visita del Presidente François Hollande, el 12 de mayo de 2015, fue acogida con satisfacción por los manifestantes que exigían «reparación» y «restitución», por parte de Francia, de la cantidad pagada por el país para obtener su independencia.

Las palabras «Hollande, dinero, sí, moralidad, no» se podían leer en las pancartas, refiriéndose al discurso pronunciado unos días antes por el jefe de Estado, que visitó Guadalupe el 10 de mayo. Hollande había declarado anteriormente: “Cuando llegue a Haití, pagaré la deuda que debemos”, lo cual levantó muchas esperanzas. Pero en realidad, Hollande hablaba sólo de “deuda moral” y no de la restitución de los miles de millones que Haití pagó a Francia. Como Louis-Georges Tin, también autor de Slavery and Reparations, expresó: “El arrepentimiento es un asunto moral o religioso; la reparación es un problema económico y político”. Francia también tiene una deuda con Haití. Esta deuda es un caso único en la historia. Es la única vez que los ganadores han rendido tributo a los vencidos. Preferimos pedir a la gente que haga caridad y se olvide de los problemas del pasado, en lugar de comprender finalmente que Haití no está endeudado, sino que es un acreedor. Este rescate, pagado a lo largo del siglo XIX, es precisamente de lo que debemos hablar, ya que ha entorpecido la economía haitiana, ha estrangulado su desarrollo y sigue amenazando su futuro.


Ver en línea : En deuda - El Salto
Jérôme Duval

es miembro del CADTM, Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (www.cadtm.org) y de la PACD, la Plataforma de Auditoría Ciudadana de la Deuda en el Estado español (http://auditoriaciudadana.net/). Es autor junto con Fátima Martín del libro Construcción europea al servicio de los mercados financieros, Icaria editorial 2016 y es también coautor del libro La Deuda o la vida, (Icaria, 2011), libro colectivo coordinado por Damien Millet y Eric Toussaint, que ha recibido el Premio al libro político en Lieja, Bélgica, en 2011.

-https://elsaltodiario.com/en-deuda/haiti-colonizacion-francesa-esclavitud-economica-deuda

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