Honduras: Lo que debe demandarse a Estados Unidos

17 de julio de 2009 por Fidel Castro Ruz




La reunión de Costa Rica no conducía ni podía conducir a la paz. El pueblo
de Honduras no está en guerra, solo los golpistas usan las armas contra él.
A ellos habría que demandarles el cese de su guerra contra el pueblo. Tal
reunión entre Zelaya y los golpistas solo serviría para desmoralizar al
Presidente Constitucional y desgastar las energías del pueblo hondureño.

La opinión pública mundial conoce lo ocurrido en ese país a través de las
imágenes difundidas por la televisión internacional, fundamentalmente
Telesur, que sin perder un segundo transmitió fielmente cada uno de los
hechos ocurridos en Honduras, los discursos pronunciados y los acuerdos
unánimes de los organismos internacionales contra el golpe.

El mundo pudo apreciar los golpes que se descargaban sobre hombres y
mujeres, los miles de gases lacrimógenos lanzados contra la multitud, los
groseros gestos con armas de guerra y disparos para intimidar, herir o
asesinar a ciudadanos.

Es absolutamente falsa la idea de que el embajador de Estados Unidos en
Tegucigalpa, Hugo Llorens, ignorara o desalentara el golpe. Lo conocía, al
igual que los asesores militares norteamericanos, que no cesaron un minuto
de entrenar a las tropas hondureñas.

Hoy se conoce que la idea de promover una gestión de paz a partir de Costa
Rica surgió en las oficinas del Departamento de Estado, para contribuir a la
consolidación del golpe militar.

El golpe fue concebido y organizado por personajes inescrupulosos de la
extrema derecha, que eran funcionarios de confianza de George W. Bush y
habían sido promovidos por él.

Todos, sin excepción, tienen un grueso expediente de actividades contra
Cuba. Hugo Llorens, embajador en Honduras desde mediados del 2008, es cubano
americano. Forma parte del grupo de agresivos embajadores de Estados Unidos
en Centroamérica, constituido por Robert Blau, embajador en El Salvador;
Stephen McFarland, en Guatemala, y Robert Callahan, en Nicaragua, nombrados
todos por Bush en los meses de julio y agosto del 2008.

Los cuatro siguen la línea de Otto Reich y John Negroponte, que junto a
Oliver North fueron responsables de la guerra sucia contra Nicaragua y de
los escuadrones de la muerte en Centroamérica, que costaron a los pueblos de
la región decenas de miles de vidas.

Negroponte fue representante de Bush en las Naciones Unidas, Zar de la
inteligencia norteamericana, y finalmente subsecretario de Estado. Tanto él
como Otto Reich, por diversas vías, estuvieron detrás del golpe de Honduras.

La base de Soto Cano en ese país, sede de la "Fuerza de Tarea Conjunta
Bravo" perteneciente a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, es el punto de
apoyo principal del golpe de Estado en Honduras.

Estados Unidos tiene el tenebroso plan de crear cinco bases militares más
alrededor de Venezuela, con el pretexto de sustituir la de Manta en Ecuador.

La disparatada aventura del golpe de Estado en Honduras ha creado una
situación realmente complicada en Centroamérica que no se resuelve con
trampas, engaños y mentiras.

Cada día se conocen nuevos detalles de la implicación de Estados Unidos en
esa acción, que tendrá también seria repercusión en toda América Latina.

La idea de una iniciativa de paz a partir de Costa Rica fue transmitida al
Presidente de ese país desde el Departamento de Estado cuando Obama estaba
en Moscú y declaraba, en una universidad rusa, que el único Presidente de
Honduras era Manuel Zelaya.

Los golpistas estaban en apuros. La iniciativa transmitida a Costa Rica
buscaba el objetivo de salvarlos. Es obvio que cada día de retraso tiene un
costo para el Presidente Constitucional y tiende a diluir el extraordinario
apoyo internacional que ha recibido. La maniobra yanki no incrementa las
posibilidades de paz, sino todo lo contrario, las disminuye, y el peligro de
violencia crece, ya que los pueblos de nuestra América no se resignarán
jamás al destino que les tienen programado.

Con la reunión de Costa Rica se cuestiona la autoridad de la ONU, la OEA y
demás instituciones que comprometieron su apoyo al pueblo de Honduras.

Cuando Micheletti, Presidente de facto, proclamó ayer que está dispuesto a
renunciar a su cargo si Zelaya renunciaba, sabía ya que el Departamento de
Estado y los militares golpistas habían acordado sustituirlo y enviarlo de
nuevo al Congreso como parte de la maniobra.

Lo único correcto en este momento es demandar del gobierno de Estados Unidos
que cese su intervención, deje de prestar apoyo militar a los golpistas y
retire de Honduras su Fuerza de Tarea.

Lo que se pretende exigir al pueblo de Honduras en nombre de la paz, es la
negación de todos los principios por los cuales lucharon todas las naciones
de este hemisferio.

«El respeto al derecho ajeno es la paz», dijo Juárez.


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