6 de marzo de 2018 por Yorgos Mitralias
Entonces ¿es realmente una “sorpresa desagradable” que Theodorakis se codee públicamente con apologistas del racismo, el antisemitismo el anticomunismo y la “pureza étnica” de pesadilla? Desagradable, sin duda. Sorpresa, sin embargo, no. Y si el problema fuera solamente Mikis, el mal seria menor. Pero, ya que no se trata solo de él sino también de muchos otros, el problema es enorme y el peligro inminente. Son pues tiempos para llamar a las cosas por su verdadero nombre…
Primera verdad: La izquierda griega, o al menos una gran parte de ella, ya que hay -afortunadamente- honrosas excepciones, sufre de un chovinismo patológico que toca -y a veces sobrepasa- los límites del racismo. ¿Desde cuándo? Sin duda desde hace mucho tiempo, desde hace al menos varias décadas.
Segunda verdad: Este chovinismo tradicional, que ella llama “patriotismo”, la izquierda griega no solo no lo oculta, sino que está orgullosa de él, y lo presenta casi como si fuera la virtud suprema exenta de toda crítica.
Tercera verdad: La crítica a su chovinismo es impensable porque es practicada en nombre de dos tabú griegos unánimemente aceptados: La “comunidad nacional de almas” y “la unión nacional” impuestas por lo que se llama “cuestiones” o “causas nacionales”.
Cuarta verdad: La aceptación de estos dos tabús por parte de la izquierda griega es la consecuencia lógica del hecho de que piense tradicionalmente en la sociedad griega como un todo único donde las diferencias (de clase y otras) son de importancia secundaria, ya que retroceden ante el “interés Interés Cantidad pagada como remuneración de una inversión o percibida por un prestamista. El interés se calcula sobre la base de la cantidad de capital invertido o prestado, de la duración de la operación y del último tipo aplicado en ese momento. nacional”. En otros términos, la lucha de clases se pospone indefinidamente…
Quinta verdad: Dado que esta “unión nacional” constituye una necesidad vital y también “el estandarte” ideológico de la dominación burguesa, su aceptación por parte de la izquierda griega conduce inevitablemente a esta última a aceptar y a adoptar la mayor parte -si no todas- las creencias oscurantistas y reaccionarias en nombre de las cuales la “unión nacional” es impuesta a la población y puesta en práctica: la superioridad de la ortodoxia y de la nación griega, su “pureza racial”, su rechazo a la diferencia y al derecho a la diferencia, el desprecio por los otros y por el otro, ya que la nación griega es una nación “elegida” y “única”, asediada y amenazada permanentemente por “enemigos” de toda especie…
Sexta verdad: Habiendo aceptado y adoptado esta “concepción policial” de la historia griega de inspiración burguesa, la izquierda griega propone sin embargo su propia “versión de izquierdas” inventando la teoría de la nación griega presuntamente enemigo jurado del imperialismo, que hace “evidentemente” todo lo posible por castigar a los Griegos. Así es como la Grecia miembro fundador de la OTAN
Organización del Tratado del Atlantico Norte
OTAN
Este organismo asegura a los Estados europeos la protección militar de los Estados Unidos en caso de agresión, pero, sobre todo, ofrece a los Estados Unidos la supremacía en el bloque occidental. Los países de Europa Occidental aceptaron la integración de sus fuerzas armadas en un sistema de defensa puesto bajo el mando estadounidense, reconociendo de hecho la preponderancia de los Estados Unidos. Fue fundada en 1994 en Washington, y pasó a un segundo plano acabada la guerra fría. En el año 2002 se componía de 19 miembros: Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y el Reino Unido, a los que se sumaron Grecia y Turquía en 1952, la República Federal de Alemania en 1955 (sustituida por la Alemania unificada en 1990), España en 1982, Hungría, Polonia y la República Checa en 1999.
, antiguo miembro selecto del Mercado Común y la UE, y de una miríada de organismos (imperialistas) internacionales así como gendarme regional de Occidente, es transformada por arte de magia -y por razones que nadie nunca ha explicado- en blanco privilegiado del imperialismo y sus “agentes” locales (balcánicos), que son normalmente países basante más pequeños y menos poderosos y por otra parte ¡colonizados por el capital griego!
Séptima verdad: Frente al imperialismo que enfila a los Griegos, la izquierda griega inventa dos otras naciones que se distinguen también por su pretendido antiimperialismo tradicional -si no innato- las naciones serbia y rusa, que no pueden sino ser aliados naturales de los Griegos. Máxime considerando que estas tres naciones, siendo ortodoxas, la teoría del “arco antiimperialista Atenas-Belgrado-Moscú” sale reforzada, adquiriendo así una dimensión ortodoxa secular para convertirse en el pilar de la política griega extranjera privilegiada por la izquierda griega…
Es evidente que tal visión del mundo primitiva, metafísica y profundamente reaccionaria no tiene nada que ver ni con el marxismo ni con los grandes valores tradicionales del movimiento socialista y obrero que son la solidaridad de clase y el internacionalismo, ni siquiera con el humanismo más elemental. Pero lo que es peor es que los resultados de su puesta en práctica son siempre catastróficos. Como lo indica, por ejemplo, el balance Balance “Fotografía” a final de año de los activos (lo que la empresa posee) y pasivos (lo que la empresa debe) de una sociedad. Dicho de otra forma, los activos el balance aportan información acerca de la utilización de los fondos recabados por la sociedad. Los pasivos del balance informan sobre el origen de los fondos captados. vergonzoso y desastroso de la actitud de casi toda la izquierda griega durante las guerras, las masacres y las limpiezas étnicas masivas que han marcado la disolución de Yugoslavia en el curso de la primera mitad de los años 1990.
Es pues porque ha reemplazado el internacionalismo y la solidaridad de clase por sus elucubraciones nacionalistas sobre “el arco ortodoxo” y “los hermanos serbios”, tomadas prestadas por cierto de la derecha y la extrema derecha, que la izquierda griega no ha hecho nada por diferenciarse de la histeria nacionalista que barría entonces Grecia. Al contrario, se ha encontrado desde el principio no al lado de las víctimas, no con los habitantes y los defensores asediados de Sarajevo y otras ciudades de Bosnia (entre ellos numerosos serbios, como el dirigente de la defensa de Sarajevo, el general servio Jovan Divjak), ¡sino con los criminales de guerra Milosevic, Karadjic, Mladic y Seselj y su “Gran Serbia”!
Desafortunadamente, los años y las décadas pasan y nada parece cambiar en la izquierda griega. Y en respuesta a aquellos que -de buena fe- se preguntan sobre las derivas “macedonianas” de muchos de sus tenores, he aquí lo que escribimos [1] hace 25 años, el 7 de mayo de 1993, en un texto con el elocuente título “Bosnia, el Waterloo de la Izquierda Griega”, cuando esta misma izquierda suspendía lamentablemente en el test histórico que ha sido la explosión de las barbaries nacionalistas en la Yugoslavia agonizante:
“Sin embargo, la izquierda griega no ha tenido tiempo para responder a las llamadas de sus aliados naturales bosnios. De hecho, ha hecho todo lo posible por ignorar incluso su existencia. Con un cinismo indescriptible que sobrepasa todo precedente de hipocresía, ha fingido desde el principio que esos y los otros protagonistas del drama no eran más que simples peones de fuerzas oscuras e invisibles. Y en consecuencia, se ha agotado en interminables ejercicios sobre el papel, donde no había más seres humanos de carne y hueso ni baños de sangre concretos, sino solamente conspiradores extranjeros y conjuras maquiavélicas imperialistas. Y cuando alguien osaba plantear las preguntas incómodas “¿Y con esos Bosnios románticos, qué hacemos?”, la respuesta fulminante era siempre la misma: “¿Qué fuerza imperialista se esconde detrás de ellos?”. Comiso en nuestra época fuera totalmente impensable que hubiera aún ciudadanos dispuestos a luchar por los derechos humanos más elementales…”.
“He aquí por qué ha habido algunas manifestaciones contra “la guerra que viene” y no una sola contra la guerra… realmente existente. Por qué la izquierda griega no solo no ha encontrado nada que decir a los propagandistas del frente único de las naciones ortodoxas, sino que ha añadido su propia pincelada “antiimperialista” a la paranoia metafísica de los tiempos presentes. Pero aunque pueda pensar haber hecho sus deberes progresistas (o revolucionarios), queda un detalle: ¿Qué propone para todos esos miserables que están siendo bombardeados desde hace 12 meses en Sarajevo, Mostar, Gorazde y Srebrenica? ¿Qué propone a propósito de los tres millones de refugiados? ¿Para las víctimas de la limpieza étnica? ¿Qué propone para el futuro de Bosnia, es decir, para el futuro de los Balcanes y de la propia Grecia?”
Y claro, no era casualidad que concluyéramos casi de la misma manera que ahora, un cuarto de siglo más tarde:
“¿Entonces, con los partidarios de la Gran Serbia o con los libres asediados de Sarajevo que se baten por una sociedad libre y multinacional? ¿Con los racistas de la pureza racial o con los partidarios de los mestizajes de todo tipo que, por cierto, hacen la vida más atractiva? ¿Con los enemigos del derecho a la diferencia de todo tipo (étnica, religiosa, “racial”, sexual) o con los defensores de los derechos democráticos elementales de las minorías? ¿Con los cretinos que se preguntan por qué Europa no comprende su trabajo de “salubridad pública” contra “el avance musulmán” o con los intelectuales musulmanes como por ejemplo Emir Kusturica y otros que no tienen nada de integristas? ¿Con los carniceros o con los masacrados? ¿Con los fantasmas del pasado, los ‘Tchetniks’ y los ‘Oustachis’, o con los continuadores de los combates de los partisanos Yugoslavos? ¿Con el retorno a la barbarie o con los que encarnan la única esperanza para todos los Balcanes? ¿Con la vida o con la muerte?”.
Las guerras yugoslavas y sus masacres pararon finalmente y hubo muchos que se apresuraron a declarar “uf, se acabó, todo esto no ha sido más que una pesadilla que ya ha pasado”. Y con ellos, hubo quienes creyeron que las derivas chovinistas de la izquierda griega fueron simples… accidentes del terreno debidos a… “la mala suerte”, y que los errores del pasado sirvieron de lecciones.
Desafortunadamente, tanto los unos como los otros se confundieron. La antigua Yugoslavia puede en todo momento volver a explosionar, mientras que la izquierda griega parece no haber aprendido nada y vuelve a tomar el camino de sus ‘impasses’ nacionalistas. Y lo que es peor es que, hoy como entonces, las consecuencias son catastróficas. Para todos, pero sobre todo para ella misma, la “izquierda patriótica” griega que persiste, como un aprendiz de brujo, a jugar con fuego llamando antiimperialismo al más extremo de los oscurantismos y revuelta popular al reagrupamiento de fuerzas reaccionarias que -como entonces- ¡abre la vía a los neonazis de Amanecer Dorado!
He aquí pues lo que queríamos decir cuando subrayábamos al principio de este texto que “el problema es enorme y el peligro inminente”. Porque, al contrario de lo que pasaba hace 25 años, la crisis actual griega e internacional es mucho más profunda y la extrema derecha está en progresión continua por toda Europa y el mundo. Pero también y sobre todo, porque en Grecia asistimos no solamente a la derrota ya a la atomización de la sociedad y del movimiento obrero, sino también a la experiencia trágica del “primer Gobierno de izquierdas de la historia griega”. Por todas estas razones, toda implicación con la extrema derecha racista, oscurantista, anticomunista y belicista, la legitima y la hace salir de su aislamiento, lo que prepara el terreno para el peor de los escenarios: La repetición de lo que sucedió en Alemania y otros lugares en los años 20 y 30 cuando ¡el péndulo social -y con él numerosas gentes de izquierdas- osciló de un extremo al otro del tablero político! Y al contrario de lo que parecen pensar numerosas gentes de izquierda griegas, la historia bien puede repetirse como una tragedia aún mayor…
Traduccion: Fátima Martín
[1] Este texto, así como otros 64 artículos escritos y publicados en la prensa griega entre 1987 y 1994, están incluidos en un libro titulado “Yugoslavia, Crimen y Castigo- Crónica de una catástrofe”, publicado en Atenas en 1994.
Periodista, Giorgos Mitralias es uno de los fundadores y animadores del Comité griego contra la deuda, miembro de la red internacional CADTM.
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