Sigue la pandemia; vuela la inflación y se debaten iniciativas políticas en el marco del capitalismo y en contra y más allá…
Hay expectativas en la declinación de la pandemia y en el efecto de la inmunización por vacunas, pero no tanto, especialmente por las demoras en su universalidad. Son millones los excluidos de la posibilidad de vacunación, especialmente entre los más empobrecidos de la economía mundial. Mientras las vacunas y la salud sean un negocio rentable, el mercantilismo dominante impone la ley de la ganancia y posterga toda solución.
De hecho, Cuba se ha manifestado solvente en la investigación y producción de vacunas y aun la Organización Mundial de la Salud (OMS) no las autoriza en función de unas condiciones de producción que remite a valoraciones de lógica para los países de alto desarrollo industrial. Cuanto resolvería, para la humanidad, la facilitación de la universalización de las vacunas cubanas, en primer lugar, la eliminación del bloqueo genocida que impide la libre circulación de la producción y el conocimiento cubano, muy en particular sus desarrollos en materia de vacunas anti covid19, que no son las únicas, dicho sea de paso.
Pero más allá de la evolución de la situación sanitaria, el impacto económico y social se mantiene. Aparece como novedad el fenómeno inflacionario, especialmente en EEUU y Europa, lo que anticipa una fuerte presión sobre las políticas públicas para inducir austeridad, luego de la generalización de políticas de estímulo al gasto social y a subsidios para sostener la economía, en general favoreciendo la lógica capitalista. Queda claro que lo más importante es la ganancia a costa de los ingresos populares (salarios, jubilaciones, beneficios sociales) y del gasto estatal de contenido social, aplicado al empleo, la salud, la educación, la vivienda, la cultura, entre otros.
La inflación Inflación Subida acumulativa del conjunto de los precios (por ejemplo, una subida del precio del petróleo, que conlleva luego un reajuste de los salarios al alza, luego la subida de otros precios, etc.). es un fenómeno que explicita la lucha de clases en concreto, algo que se conoce muy bien en los elevados registros de precios, en países como Venezuela o Argentina, líderes en inflación de estos últimos años. La novedad en 2021 es la inflación en Cuba (ordenamiento monetario mediante), también asociado a las presiones del poder global sobre la dinámica local.
No hay duda que existen fenómenos propios y específicos a considerar por los altos precios en los países mencionados, pero nunca olvidarse de la disputa del poder por la apropiación del excedente económico, por lo que, a no dudar, la inflación es un asunto central de la lucha de clases en el orden global.
El último brote mundial de alza de precios, en los 70 del siglo pasado, fue combatido con políticas que hoy se denominan “neoliberales”, que supusieron el cambio de relaciones estructurales del orden capitalista en varios ámbitos. El principal, la modificación en la relación entre el capital y el trabajo, con sus consecuencias en materia de caída del empleo regularizado y pérdida de ingresos salariales, con flexibilidad salarial y aumento del desempleo, el subempleo y la “informalidad”.
Incluso la llamada “gran dimisión”, como novedad, manifestada en que no se consiguen empleados (de bajos salarios), pese al desempleo y la demanda de contratación. Hasta el Presidente de EEUU llegó a decirles a los empresarios “paguen más y conseguirán trabajadores”.
Al contrario de la demanda por mejores ingresos, la presión del orden capitalista es por reaccionarias reformas laborales y previsionales, en contra de los históricos derechos laborales producto de décadas de lucha social y sindical del movimiento obrero, hoy debilitado por el accionar de la ofensiva del capital y la claudicación de las burocracias sindicales. Junto a las mutaciones en la relación capital trabajo, se destaca la reaccionaria reforma estatal, con las privatizaciones como bandera, en clara orientación de avanzar en la lógica de estímulo al papel del capital privado en la apropiación del excedente económico.
En ese sentido, se favoreció la liberalización de la economía mundial, con variados instrumentos para el librecambio (tratados bilaterales en defensa de las inversiones, tratados de libre comercio, etc.) para una mayor circulación internacional del capital, incentivado por los desarrollos tecnológicos y el estímulo a las formas dinerarias de apropiación de renta, forma transfigurada de apropiación de la plusvalía.
Las formas de “financiarización” extendidas en el ámbito mundial, constituyen modos específicos de funcionamiento del orden capitalista contemporáneo, que exacerba la ofensiva contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad.
Durante el presente año continuará un debate político, con bases teóricas, sobre la profundización de la lógica dominante, combatiendo la “inflación” con austeridad, transfiriendo el costo sobre la población vulnerada.
Eso recordando que en el último medio siglo, lo que creció es la desigualdad, o sea, la elevada concentración de la riqueza en una parte muy reducida de la población mundial.
En contrapartida, aparece una corriente que remite al keynesianismo, en todas sus variantes, con una propuesta de “reformas” al orden vigente, incluso en algunos casos asumiendo que lo que debe vencerse es el “neoliberalismo”, omitiendo que esta es la forma de gestión capitalista del orden realmente existente en nuestro tiempo.
Por eso se impone un rumbo diferente, alternativo, que al tiempo que confronte con las políticas de liberalización a ultranza, pueda discutir con la ilusión “reformista” del orden capitalista, sin perjuicio de luchar por mejores condiciones de vida en el presente. La prédica anticapitalista, no es ilusoria y se alimenta con prácticas socioeconómicas de reproducción de la vida cotidiana.
Tales como las que ofrecen de manera reiterada diferentes formas autogestionarias de organización económica, llevada a cabo por millones de personas en todo el mundo. Remito a la autogestión, la producción y circulación comunitaria, de cooperativas y mutuales, como de las diversas formas que asume la producción y reproducción de la vida. Incluso anticipando el futuro deseado de un mundo organizado en contra y más allá de la lógica mercantil del capital, sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes Bienes comunes En economía los bienes comunes se caracterizan por un modo de propiedad colectiva, que se diferencia tanto de la propiedad privada como de la pública. En filosofía hacen referencia a aquello que comparten los miembros de una misma comunidad, ciudad o la propia humanidad, desde un punto de vista jurídico, político o moral. .
Claro que algunas de estas experiencias terminan subordinadas a la lógica del capital, lo que no invalida las búsquedas de solución inmediata de problemas cotidianos, los que deben articularse con demandas políticas de construcción de alternativa para el cambio social.
Por eso, discutir qué esperar de 2022 nos lleva a una discusión sobre política, un asunto social por excelencia, que requiere definiciones de los colectivos sociales.
Por una conciencia social de cambio sistémico, por nuevas relaciones sociales de cooperación y superación de los problemas contemporáneos, sea el cambio climático y la defensa del planeta y la vida, como las demandas por la economía de cuidado en contra la discriminación de género, a favor de mujeres, niñas/os y ancianas/os.
Resolver el problema de la alimentación y los diversos derechos sociales (educación, salud, energía, etc.) debe asociarse a la capacidad de producir colectivamente para satisfacer necesidades humanas con respeto al orden natural, lo que supone una amplia confrontación con el poder de quienes hegemonizan la tenencia del dinero y el capital.
Fuente: Tramas
economista y profesor universitario argentino, especializado en economía política, economía mundial, integración, deuda externa y otros asuntos sociales y políticos.
Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, Ciudad de Buenos Aires. www.juliogambina.blogspot.com
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