Reseña libro colectivo “Re-Cordar. Resistir. Re-existir”

5 de junio de 2024 por Fernanda Gadea


Fuente: Indymedia.org

La obra “Re-Cordar. Resistir. Re-existir” es un texto coral a muchas voces que recoge las memorias del VII Congreso Internacional de Salud Socioambiental en una colección de ponencias que demuestran dos cosas: que la ciencia emancipadora se sigue cultivando y que el grupo de autores empeñados en defender el derecho a una ciencia veraz no está solo, como afirma Jaime Breilh en el prólogo.
Este libro ha sido declarado de “interés municipal” por el Consejo Deliberante de la ciudad de Rosario, Argentina.



 Introducción

En palabras de uno de sus autores, Alejandro Vallini, el libro comparte una visión de la salud socioambiental que se remonta a los últimos veinte años, con el Primer Congreso de Salud Socioambiental, la creación del Instituto de Salud Socioambiental y los Campamentos Sanitarios.

La idea consiste en la creación de un espacio compartido entre el mundo académico y los movimientos sociales como lugar de intercambio de conocimientos, algo no muy habitual dos décadas atrás, con las presiones de un momento bastante delicado en la historia de la Argentina moderna.

El libro surge como la confirmación física de una gran cantidad de momentos apasionantes (por diferentes razones) a lo largo de la organización y el transcurso de los congresos anteriores, una síntesis del diálogo mantenido entre la academia y los distintos movimientos sociales plasmado en las páginas de un libro en papel en el que quedan grabadas las luchas contra la tragedia ambiental que se vive en el planeta y la innegable relación existente entre salud, cuerpos y territorio.

Estructurado en 14 capítulos, cuenta con las ingeniosas ilustraciones a cargo de Gabriel Keppl.

En cada capítulo se abordan temas como la geopolítica de la enfermedad, el agua, los agrotóxicos, la malnutrición o el cambio climático y los refugiados ambientales, a través de un formato en el que, entre dos y cinco autores de los 37 autores reales del texto (más los compiladores), tejen una conversación que, gracias a la convergencia entre los mismos, dota cada capítulo de la dosis justa de profundidad, dinamismo y fluidez para acabar siendo una feliz combinación de aprendizaje y gusto por la lectura.

Se ofrece ahora una pequeña síntesis de los capítulos desarrollados en el libro:

 Geopolítica de la enfermedad

Leonardo Melgarejo, Marta Maffei y Damián Verzeñassi vinculan la situación territorial con la salud de las personas que habitan los territorios.

Se hace referencia a la “sindemia” en la que vivimos (la concentración de epidemias condicionadas por las circunstancias sociales, políticas y económicas de una población durante un periodo y un lugar determinado) para poder interpretar los procesos sanitarios y su relación con la imposición del extractivismo como estrategia de dominación de los pueblos.

Además, se hace hincapié en la debilidad de un amplio sector social y la importancia de entender que mientras la problemática es solamente ambiental para algunos grupos, en el caso de la población más empobrecida el problema afecta a su vida en su totalidad.

La privatización de los territorios, del agua, de los recursos vitales y de las conciencias agudiza los mecanismos de control social, llegando así hasta un proceso conocido como “colonización epistemológica” que genera una servidumbre consentida y una nueva forma de esclavitud.

Mientras tanto, el colapso está cada vez más cerca y hay situaciones en las que ya resulta imposible una vuelta atrás. En palabras de Giovanni Berlinguer, “cuando predomina la enfermedad lo que se pierde es la libertad”

La reflexión última consiste en animar a la recuperación de la “diversidad”, el “tiempo” y el “territorio” como tres dimensiones claves para pensar los ciclos vitales y la salud de las personas y las comunidades para empezar a vivir, verdaderamente, su vida.

 Agua para la vida

Yaku Pérez Guartambel, Horacio Machado Aráoz y María Fernanda Solís Torres proponen que ante el cambio climático ha de resonar el grito de las personas excluidas, contemplando el biocentrismo y la ecología post-extractivista como un camino a través de la resistencia.

El agua es una dimensión fundamental de la vida y los extravíos imperialistas se reflejan en la crisis hídrica que estamos atravesando, así como un elemento fundamental para clarificar la relación inversa entre civilización y barbarie.

La ecología política será el nuevo paradigma de conocimiento al servicio de la vida.

 Movimientos sociales en defensa del agua

Francisca Fernández Droguett, María Selva Ortiz, Yuly Tenorio Peritos, María Teresa “Guni” Cañas y Daniel Verzeñassi exponen sus luchas en defensa del agua y los territorios desde sus organizaciones y redes en Uruguay, Chile, Argentina y Ecuador.

Sus experiencias coinciden en la necesidad de enfrentar las privatizaciones que generan las crisis de escasez hídrica en todos los territorios.

La vulneración sistemática de los Derechos Constitucionales (humanos y fundamentales) es una constante, así como la militarización de la fuerza pública para hostigar y amedrentar a las comunidades.

El grupo realiza un llamamiento a las organizaciones y los pueblos a resistir y defender los últimos bosques de la tala indiscriminada, a defender los territorios de la mega minería y las grandes represas, estableciendo sinergias y uniendo sensibilidades en la defensa desde lo urbano y lo académico, hasta las personas de las comunidades, con su conocimiento ancestral, para superar la dualidad en blanco y negro en la que vivimos; se trata de entender que el mundo es mucho más colorido y diverso.

 Territorios, territorialidades y salud

Elis Borde y Carlos Salamanca Villamizar explican la determinación histórico-territorial de los procesos salud-enfermedad y muerte que se han consolidado desde los años 70 en América Latina, así como la cuestión de la salud, el trabajo y la enfermedad como ejes íntimamente vinculados.

Identificar los procesos que destruyen la salud y la vida ofrece posibilidades de resistencia y re-existencia a las comunidades a través de tres puertas de entrada articuladas:

  abordar las relaciones entre salud y territorio.
  debatir el concepto surgido del feminismo cuerpo-territorio.
  obtener una lectura transterritorial que se abra a las contrapartes en otras regiones del planeta.

Por otra parte, se desarrolla el vínculo entre indígenas y prácticas de genocidio y ecocidio, además de la articulación entre estas dos nociones en torno a territorios específicos como pueden ser los ríos, enlazando tres grandes áreas: violencia, memoria y espacio.

Se formulan preguntas acerca de los escenarios y alternativas posibles en América Latina desde la resistencia, las luchas y las disputas territoriales o el rol del Estado en las perspectivas de transformación, además de la posibilidad de consolidar los procesos de reparación cuando la violencia estatal va asociada a la violencia extractivista, a las que ofrecen respuestas los dos autores.

 Agrotóxicos, transgénicos y AgTech

Fernando Frank, Emmanuel González Ortega y Marielle Palau abordan este dramático problema desde las diferentes perspectivas territoriales en Argentina, México y Paraguay.

La proliferación de transgénicos, sobre todo en maíz y soja, en los últimos 25 años, con sus efectos colaterales añadidos de resistencia a los herbicidas, no ha satisfecho ninguna de las expectativas que se prometieron: la disminución del uso de agrotóxicos en primer lugar. Lo que ha sucedido es totalmente lo contrario, el uso de herbicidas se ha disparado hasta quedar fuera de control.

Mientras tanto, las empresas semilleras hegemónicas se han hecho inmensamente ricas vendiendo las semillas y los venenos.

En el caso de Argentina, no se registra el consumo de agrotóxicos ni desde las instituciones de Economía ni desde Salud, Agricultura o Medio Ambiente, imaginamos que a causa de las fuertes presiones empresariales.

La última moda de las empresas “AgTech”, que no es sino la asociación de las empresas del agronegocio de siempre con los gigantes de la tecnología (Google, Microsoft, Huawei, etc.) han renovado el discurso para continuar haciendo lo mismo: mercantilizar la agricultura y la alimentación más y más, controlar los territorios rurales y las cadenas de valor. Se analiza el impacto y las consecuencias en este campo de la pandemia del coronavirus, la presencia del glifosato y metales pesados como el cromo, el arsénico o el cobalto y el alto impacto del agronegocio en las escuelas rurales de Paraguay debido a las fumigaciones constantes en zonas rurales habitadas, saltándose las normativas, tanto constitucionales como sanitarias.

Tampoco se deja de lado el reconocimiento del papel de las mujeres en la agricultura, así como en la salud y la educación, luchando por la despatriarcalización en las relaciones y el avasallamiento del actual sistema.

 Malnutrición. Alimentación sana. Modelos agroalimentarios

Alex von Foerster, Andrea Graciano y María Alejandra Rodríguez desmontan las falacias en torno a la “alimentación saludable” que nos ha llevado a la paradoja de tener más comestibles que nunca y menos alimentos.

A esto se suma el hecho de que más que alimentos, el centro de la producción está en la producción de capital para pagar unas deudas que han demostrado ser impagables.

La reflexión “de la tierra al plato, un universo desconocido” nos pone enfrente de la pérdida de contacto con el origen de lo que comemos, como una eficaz herramienta del agronegocio para difuminar sus perniciosos efectos.

Foto: Nicolás Pousthomis / Subcoop. Fuente: Tierra Viva

La tóxica realidad de la alimentación industrial en el ámbito urbano encuentra en la “alimentación de transición” un posible camino hacia la nutrición saludable (o eso promete) cuando lo cierto es que las propuestas parecen tan mágicas como inconsistentes, sin ningún aval científico ni correspondencia con la evolución humana o la medicina tradicional china o ayurvédica (en este sentido, se hace referencia al craso error que supone colocar en un mismo plano de análisis la alimentación crudivegana con la ayurvédica que, con más de 5000 años de antigüedad ofrece la posibilidad de evaluar la evolución y el impacto en la salud de las personas, así como no hay que perder de vista el sentido evolutivo de la agricultura y la ganadería).

Esta reflexión merece mucha atención: “hay que volver a conquistar la cocina como un acto revolucionario, político y transformador. Reconstruir lazos sociales que alimenten la producción de comida de verdad. Pensarnos como seres humanos vivos que no se alimentan solo de sustancias muertas es clave para estudiar científicamente la vida que hay en la comida”.

Por último se analiza la relación entre la malnutrición y las políticas públicas estudiando a fondo las diferentes encuestas de salud escolar a nivel mundial y las de factores de riesgo, sin olvidar que las desigualdades malnutricionales son también una cuestión de género y la crucial importancia de la alimentación en las primeras etapas de la infancia.

 Agroecología y Salud de la Madre Tierra

Carla Sossa, Georgina Catacora Vargas y Pablo Galeano Giménez valoran la transformación de las regiones agropecuarias en los últimos 30 años, valorando el avance de la ganadería bovina sobre la ovina y el boom de la agricultura intensiva con los cultivos de soja a partir de 2011.

A valorar el peligro de la contaminación por transgenes de cultivos criollos muy importantes como el maíz, importantes tanto por su significado productivo como cultural.

La Red de Semillas Nativas y Criollas de Uruguay tiene como objetivo general promover la soberanía alimentaria con la participación activa de las comunidades rurales, a través del rescate y revalorización de semillas nativas y Criollas como base alimentaria. Este objetivo proporciona sentido político a la agroecología, además de integrar el saber académico con los saberes de las personas que habitan los territorios.

Tras muchos debates y luchas a nivel nacional en Uruguay, se logró en 2018 la aprobación de la Ley N°19717 que declara de interés general la producción con bases agroecológicas, desarrollando así un Plan Nacional de Agroecología.

Por la parte argentina, Carla Sossa explica el nacimiento de la Unión de Trabajadores de la Tierra en Santa Fe que, a día de hoy, aglutina a 235 familias, además de las personas organizadas al norte de la provincia.

Como resultado de los trabajos llevados a cabo, surge el cinturón hortícola verde que rodea Santa Fe.

La importancia de la figura del pequeño productor agrícola se refuerza con la iniciativa PROCREAR Rural, un mecanismo financiero pensado para ayudar a las personas que trabajan
en los campos a tener una vivienda cerca de los mismos.

Desde Bolivia, Georgina Catacora pone de manifiesto la importancia de entender qué significa la Madre Tierra y su relación que las comunidades humanas, que forman parte de ella. La agroecología debe ser entendida como una transdisciplina, un diálogo de saberes y un sinfín de formas distintas de gestionar el espacio físico productivo y los sistemas alimentarios.

Se plantean cuestiones como de qué forma se va a implantar la agroecología o quiénes lo harán, poniendo el foco en las pequeñas experiencias que ya se están llevando a cabo para conocer de verdad el impacto beneficioso de la agroecología.

 ¿Qué es Medicina y qué es Salud?

Mary Murray, Satya Sivaraman y Nancy Isabel Martín Tala nos ofrecen sus aportaciones desde Australia, India y Guatemala respectivamente, una verdadera experiencia de diálogo intercultural Latinoamericano.

Un diálogo de saberes va más allá de la simple formulación de ideas, es la articulación de la realidad con la práctica o el hacer, no una conversación vacía, sino una práctica pedagógica.

Estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Rosario procesando los datos epidemiológicos de los pueblos fumigados - Foto: Javier Albea. Fuente: Tierra Viva.

El modelo de diálogo escogido para este capítulo del libro se basa en los cuatro pasos de Riksinacuy:

  Preparar la tierra para una siembra fructífera
  Sembrar la semilla en tierra fértil
  Cuidar de las plantas para tener frutos sanos
  Cosechar para el buen vivir de la comunidad garantizando la sostenibilidad

Se formaron grupos de personas que respondieron a las siguientes siete preguntas:

  ¿Qué es la salud?
  ¿Qué es la salud planetaria?
  ¿Qué entendemos por Madre Tierra, Una Sola Salud?
  ¿Qué es Salud para Todos?
  ¿Cuales son las amenazas para la salud mundial?
  ¿Cuáles serían los tratamientos para los problemas de salud planetaria?
  ¿Cuál es la diferencia entre curar y sanar?

Desde la India, Satya Sivaraman nos recuerda que la mayoría de las personas no tenemos otra opción que vivir con nuestro cuerpo, a pesar de la falta de curiosidad que muchas veces demostramos acerca de su funcionamiento.

Explorar el cuerpo humano no es un viaje apto para corazones pequeños, la jerarquía entre la mente y el cuerpo resulta una relación amo-esclavo histórica en la evolución, resultando la mente una especie de dictador que gobierna todas las funciones corporales.

Desmitificar la medicina es un ejercicio que debe llevarse a cabo para disminuir la brecha de conocimiento existente entre los profesionales y el resto de personas. Para ello, también es necesario alejar el enfoque negativo que supone la enfermedad y asumir que cada ser humano contiene en su interior una multitud.

La conversación con Nancy Isabel Martín, de Guatemala, nos presenta a dos figuras muy presentes en la cosmo percepción maya: Ixchel e Itzmna, dos deidades que mantienen una profunda conexión entre sí, haciendo posible el equilibrio entre la salud y la medicina, una deidad de la energía femenina que genera salud y una energía masculina que la mantiene. En los Pueblos Mayas, la palabra que mejor define la medicina es Aq’om, acciones, procedimientos y situaciones que son capaces de restablecer la salud, conocida como Raxnaqil’ K’aslemal’, la “plenitud de la vida”.

Cada ser posee una cultura, unas raíces, por eso es importante:

  Reconocer principios y valores propios de las culturas milenarias
  Recuperar las formas de vida de estos pueblos
  Respetar todas las formas de vida
  Conectar desde el corazón

 Sistemas de salud no hegemónicos: La partería como resistencia al Modelo Médico Industrial

Erika Arteaga Cruz, Martha Arotingo y Diana Álvarez Romo, las tres procedentes de Ecuador, introducen la cuestión de qué está ocurriendo actualmente con la Medicina Ancestral. Los Estados Nación en Latinoamérica se construyeron sobre un pacto social que subyugaba a los pueblos y nacionalidades que ya existían.

Ese pacto común nunca los incluyó como sujetos iguales de derechos, sino como ciudadanos de segunda.

Estudiantes del último año de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario recorriendo los pueblos fumigados. Foto: Javier Albea. Fuente: Tierra Viva.

El Movimiento Indígena ha luchado contra esto a lo largo de la región, incluyendo el Movimiento Indígena Ecuatoriano, con una propuesta política, que se incluyó en la Constitución de Ecuador, de un Estado Plurinacional.

Este proceso continúa en construcción pero no dialoga adecuadamente con la interculturalidad.

El manual de articulación de parteras establecido desde el Ministerio de Salud ecuatoriano no contempla ni la figura de las parteras de territorios como la Amazonía ni la labor que, de forma organizada e independiente, llevan a cabo.

Los conocimientos ancestrales que llevan aplicando desde hace miles de años parece ser que no se tienen en cuenta.

Ellas se han organizado a través de distintos organismos: la Organización de Medicina Ancestral, la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas de Cotacachi o el Consejo de Medicina Ancestral Jampi Warmikuna, para mostrar a la ciudadanía que la partería ancestral sigue en pie, pese a las dificultades que el Ministerio plantea para su reconocimiento oficial.

Como parte de su ponencia han presentado dos trabajos audiovisuales: el documental Yo no quiero curso y el Mapa interactivo de la partería tradicional mexicana, ambos como resultado de los trabajos de la ecuatoriana Diana Álvarez Romo en México.

Como primera alternativa al sistema imperante proponen la resistencia, organizándose para combatir el aislamiento que la propia territorialidad impone y poder difundir la riqueza de su apasionante oficio y hacer que siga enamorando a las generaciones más jóvenes. Imprescindible también fortalecer y mantener el idioma Quichua.

Ante la pregunta de cuál es el rol que ha cumplido el sistema académico en el reconocimiento de las prácticas ancestrales en salud, la respuesta es que existe una ausencia de interculturalidad con el sistema a todos los niveles, así como la falta de humildad de los académicos respecto a los saberes ancestrales comunitarios.

Y con respecto al futuro del desarrollo y mantenimiento de las prácticas ancestrales, la clave está en el respeto a los derechos de las mujeres a decidir dónde y cómo parir, además de acabar completamente con la criminalización y persecución de chamanes y parteras, que llegaron a ser encarcelados en los años 70.

Las autoras se muestran muy críticas con la medicina social latinoamericana, insistiendo en que el sistema tiene que hacer un esfuerzo para ir más allá en lo que implica ser “un sistema de salud único” y cuestionando con firmeza el origen de los fondos utilizados para crear ese sistema único, unos fondos que provienen de las actividades extractivas como la industria del petróleo, la minería o el agronegocio.

Toda una demostración de coherencia (tan poco usual en los tiempos que corren) que hace aún más grande la labor de estas mujeres.

 Cambio Climático y Refugiados Ambientales

Antonella Rosso, desde Argentina, y Carine Rolland, de Francia, se dan la mano en este breve pero fascinante capítulo del libro para poner en contexto la relación comprobada entre los problemas relacionados con el medio ambiente y el territorio, y las causas de las migraciones.

Salud Sin Daño es una ONG argentina que cuenta con más de 25 años de antigüedad bajo la premisa que su nombre anuncia: no intervenir si las probabilidades de hacer daño superan a las de hacer un bien.

Basándose en el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC - IPCC) se establece la relación que el cambio climático tiene con lo humano, las personas refugiadas y la salud.

Dialogo de estudiantes de medicina con pobladores rurales. Foto: Javier Albea. Fuente: Tierra Viva.

Muchos de los impactos climáticos que la actividad humana ha provocado son irreversibles, por lo que eliminar los subsidios a las petroleras o detener las actividades mega extractivistas de la minería no es suficiente, hemos llegado tarde a ciertos problemas para los que ya no hay tiempo.

Desde el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se reconocen abiertamente como causas del desplazamiento de las personas en migraciones forzosas el cambio climático, la degradación ambiental y los desastres naturales (sequías, inundaciones, deshielos, etc.). Es necesario también destacar las diferencias entre sectores sociales: mientras que una ola de calor no pasa de ser algo incómodo en ciertas poblaciones urbanas, constituye un factor de vida o muerte para los trabajadores agrícolas que están en los campos en unas condiciones laborales indignas e innegociables. Esta lógica de mayor vulnerabilidad de las poblaciones empobrecidas frente a los efectos de la crisis climática se evidencia también a nivel supranacional: los países del centro, del llamado Norte Global, generan consecuencias funestas para los de la periferia o Sur Global.

La pandemia del coronavirus puso de manifiesto que funcionamos como una gran comunidad mundial y los impactos en nuestra salud están ligados a lo que ocurre en cualquier otra parte del planeta, sin dejar de lado la reflexión y el análisis de nuestros propios impactos, trabajando sobre la huella de carbono que cada uno generamos, tanto a nivel individual como institucional.

Resulta difícil ser optimista o encontrar cosas positivas en la grave situación de emergencia que vive el planeta, desde los años 70 ya eran conocidos los efectos ambientales que se iban a generar y el colapso que supondría, lo que no se ha reflejado en un aumento de las dotaciones económicas para una transición energética justa, ágil y sobre todo respetuosa con el medio, sino todo lo contrario, se han ofrecido millonarios subsidios para actividades antiecológicas como la explotación petrolera.

Es mucho lo que está por hacer: detener la deforestación, reverdecer los entornos urbanos, eliminar los subsidios a los combustibles fósiles y el extractivismo, abordar los cambios necesarios en la alimentación (sobre todo en los países más ricos), escapar del consumismo, etc.

Creer que la tecnología puede encargarse de resolver los problemas y revertir los males es caer en un pensamiento inmaduro e irresponsable que el planeta no puede permitirse el lujo de mantener.

 Matrices Energéticas para un Metabolismo Sociedad -Naturaleza Saludable

Luis González Reyes y Hernán Scandizo, partiendo de la ecodependencia que el ser humano mantiene con el medio, presentan lo que se ha dado en denominar Matriz energética del metabolismo de la vida.

Por poner un ejemplo: nuestra alimentación depende de la polinización que permite que haya cosechas, de la fertilidad del suelo, del aporte de agua, etc.

Por lo tanto, y como consecuencia de esa ecodependencia, nuestra salud depende del equilibrio ecosistémico y es fundamental que comprendamos cómo funcionan esos ecosistemas.

La Teoría de la Gaia Orgánica (entendiendo por Gaia el conjunto de seres vivos que habitan el planeta) sostiene que el conjunto funciona como un super organismo perfectamente organizado que realiza sus funciones vitales (nutrición, homeostasis, auto regeneración, relaciones, etc.).

Si nuestra salud depende de que el conjunto de la vida realice sus funciones gracias a la energía, ¿qué tipo de energía utiliza Gaia?

Pues la energía solar, en sus diferentes formas: principalmente la fotosíntesis y la evaporación.

Una vez que empezamos a entender el metabolismo de la vida, hay que ver cómo funciona el metabolismo del sistema socioeconómico dominante, el capitalismo, un sistema en continua búsqueda de reproducción del capital y maximización de los beneficios.

El proceso se lleva a cabo a nivel interno, incrementando la producción y el consumo, y externo, expandiéndose y conquistando territorios, así como apropiándose de cada vez más facetas de nuestras vidas.

El capitalismo necesita energía para seguir funcionando, y la obtiene principalmente de las energías fósiles, es decir, independiente de los ritmos naturales, escindida de los ritmos circadianos o estacionarios y de las intermitencias, como ocurre con la energía solar. Como consecuencia del capitalismo y de la matriz energética fósil que precisa en su etapa madura, el planeta, el conjunto de la vida, enferma.

Y por consiguiente, las personas también enfermamos.

El sistema climático intenta mantener la estabilidad de sus ritmos bio geológicos, en estos momentos muy desestabilizados, ya que encontramos más cantidad de materia muerta, de origen antropogénico (como los plásticos) que materia viva (biomasa).

La crisis de la matriz energética y material del metabolismo capitalista es una evidencia, pongamos un ejemplo: cada vez se extrae menor cantidad de cobre en Chile pero se consume más energía para extraerlo.

Así que no solamente tenemos una matriz energética que nos enferma, sino que, además, resulta inviable.

Sin saber cómo ni por qué, empiezan a aparecer soluciones que no son tales, nos referimos al mito de las energías renovables de última generación, gigantescos molinos para acaparar energía eólica o granjas de placas solares que son utilizadas exclusivamente para producir electricidad.

Un apunte: aunque se las llame tecnologías “renovables”, no lo son, utilizan fuentes energéticas renovables mediante dispositivos que no son renovables porque necesitan de combustibles fósiles para su fabricación, además de multitud de elementos químicos escasos sobre la corteza terrestre (litio, galio, telurio…) que requieren de grandes procesos extractivistas mineros con un enorme impacto ambiental.

Todos estos factores convierten estas expectativas en falsas soluciones.

La solución vendrá de la mano de las matrices energéticas pensadas para un metabolismo sociedad-naturaleza saludable.

Soluciones hay muchas: permacultura, bosques comestibles, molinos hidráulicos, desplazamientos marítimos a vela, etc. Pero por donde hay que empezar es por desmontar y abandonar el sistema capitalista, no se trata de remodelar el capitalismo sino de des mercantilizar nuestras vidas, de-salarizarlas, redistribuir la riqueza, decrecer y relocalizar la economía, entre otras acciones urgentes.

No hay que olvidar tampoco la competencia por el territorio, la disputa por su control, y el rol de las ciudades y sus habitantes en la transición, construyendo una ruralidad que tenga como base la recuperación de la función social de la tierra y garantice la permanencia a las familias productoras, así como el acceso a los servicios.

 Electromagnetismo y Salud

Ceferino Maestú Unturbe, desde España, y Estaban Rossi en Argentina nos ayudan a comprender el impacto de los campos electromagnéticos presentes en el medio externo.

A pesar de que los seres vivos han convivido con los campos electromagnéticos desde siempre, esta feliz convivencia se llevaba a cabo con los campos producidos por emisires naturales: el sol, el campo magnético terrestre, la despolarización atmosférica, etc.

Desde el descubrimiento de la electricidad estamos siendo sometidos a la emisión de campos electromagnéticos artificiales.

Nuestro organismo está perfectamente adaptado a los campos naturales, pero la realidad actual es que estamos expuestos diariamente a gran número de radiaciones de las que no somos conscientes y de las que desconocemos sus consecuencias futuras.

Cost81 es un colectivo de científicos que estudia los efectos de estos campos en el organismo a todos los niveles, desde los órganos a las moléculas, dado el hecho de que pequeños efectos a nivel molecular tienen grandes efectos finales en el sistema completo.

A pesar del recorrido que aún falta por transitar, existen muchas hipótesis que explican la relación entre el comportamiento a nivel celular en el sistema nervioso y la progresión de patologías importantes como el cáncer, la alteración de la barrera hematoencefálica o la relación entre enfermedades neuro degenerativas como el Alzheimer y los procesos de alteración del ADN y su reparación, sin olvidar los problemas de fertilidad.

El principal escollo es la competición entre el lanzamiento de nuevas tecnologías inalámbricas (el internet de las cosas) y la ciencia que las investiga y puede detectar potenciales peligros, y no tan potenciales, la hipersensibilidad electromagnética está presente ya en muchas
personas, con sintomatologías como cefaleas, cansancio, insomnio o falta de concentración.

Por otro lado, el estudio de la relación entre la exposición a campos magnéticos y enfermedades crónicas como la fibromialgia arroja respuestas favorables, en torno al 80% de las personas afectadas, de desaparición de los síntomas casi por completo gracias al uso de campos electromagnéticos codificados, lo que demuestra la importancia de la investigación profunda de forma metódica y sin prisas.

El trabajo de los investigadores de este capítulo concluye que la necesidad de implementación de estas nuevas tecnologías no es real, es más bien impuesta, sometida a las presiones de un mercado en alza, siempre dispuesto a llevar el consumo de los diferentes dispositivos y sistemas a cotas cada vez más elevadas.

 Movimientos Sociales que Resisten a la Megaminería y a la explotación Hidrocarburífera

Alexandra Almeida Albuja, Pablo Lada y Tatiana Roa Avendaño acometen el último de los capítulos del libro desde sus experiencias en organizaciones como el Movimiento Antinuclear del Chubut, las Asambleas socio ambientales, Acción Ecológica y la Alianza Colombia Libre de Fracking.

Todos coinciden en una cosa: antes de acometer cualquier tipo de protesta o lucha hay que entender la problemática en profundidad.

A la hora de enfrentar grandes corporaciones transnacionales hay que tener presente que se trata de una guerra de guerrillas que hay que ganar de una en una, sin confiarse, resistiendo y enlazando las luchas entre los diferentes colectivos para afrontar las maniobras de represión, muy duras en algunas situaciones.

La conciencia ambiental va de la mano de la resistencia que muchos pueblos vienen construyendo desde hace décadas, en concreto la lucha de Censat Agua Viva en Colombia contra el desarrollo de proyectos petroleros, se remonta a 1989.

En el caso de Ecuador, se profundiza en la lucha del Parque Nacional Yasuní, uno de los lugares con más biodiversidad del mundo, hogar de pueblos indígenas en aislamiento voluntario. En esta área protegida se encuentran los campos petroleros Ishpingo Tambococha Tiputini (ITT), la propuesta Yasuní, desde su carácter de área intangible, posee argumentos muy fuertes: no extraer el petróleo para no destruir el ecosistema, no cometer un genocidio con los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, no contribuir al cambio climático y demostrar que una economía que no se base en la extracción, es posible.

Se comenta la importancia del monitoreo ambiental comunitario en contraposición del monitoreo técnico que realizan las propias empresas. Es interesante comentar esta experiencia del norte de la Amazonía ecuatoriana en cuanto a recurrir al monitoreo ambiental comunitario: la escuela de formación en vigilancia ambiental y soberanía alimentaria llamada Orquídeas Amazónicas, en la que un grupo de mujeres de las seis nacionalidades indígenas que viven en la zona se forman y realizan la vigilancia ambiental desde sus territorios.

Se plantean así mismo los escenarios posibles de cara al futuro en el contexto de crisis civilizatoria actual. En este sentido, los autores se muestran esperanzados ante la necesidad de una transición inaplazable que ya atesora años de trabajo previo.

La lucha contra la minería dejó un valioso regalo: la reconstrucción de los lazos comunitarios perdidos en las últimas décadas, las asambleas que han permitido, pese a sus avances y retrocesos, reconstruir la comunidad: ese es el único camino.

Finalmente, en los agradecimientos se hace referencia, entre otros, a Jaime Breilh, el
maestro.

Su magnífico prólogo, más arriba mencionado, define y dota de sentido el texto cuando afirma: “el poder real busca encasillarnos, domesticar nuestro pensamiento, limitar nuestros espacios y medios de comunicación” o “el libro brota de un pensamiento crítico para arrimar hombros en la construcción de sociedades donde se coloquen en el centro la protección y promoción de la vida, la equidad y el buen vivir en cualquiera de las múltiples expresiones que han generado nuestros pueblos con sus maravillosas culturas”.

Todo un canto a la resistencia que permite a “sueños y esperanzas truncadas, rebrotar ante la crisis civilizatoria global y ante los hacheros de lo distinto”, en palabras de Damián Verzeñassi que, desde las primeras páginas, dedica la obra a la memoria y las enseñanzas de Carlos Vicente Fatouh, el inolvidable líder ambiental y campesino, guardián de las semillas, un referente por siempre para Argentina y el mundo, fundador de Acción por la Biodiversidad, integrante de Alianza Biodiversidad y de la organización internacional GRAIN, fallecido en 2022, dejando abierto el camino de la lucha contra el extractivismo y el agronegocio y un enorme legado por la soberanía alimentaria y de los pueblos.

De él dijo la Unión de Trabajadores de la Tierra en Argentina al conocer su fallecimiento: “Sos semilla que brotará en cada territorio en lucha”.

Ficha técnica:

Verzeñassi, Damián
“Re-cordar, resistir, re-existir: cuerpos y territorios en contextos de pandemias y sindemias” / Damián Verzeñassi; Alejandro Julián Vallini; Facundo Fernández; editado por Damián Verzeñassi; ilustrado por Gabriel Keppl; prólogo de Jaime Breilh.
1° edición - Rosario: Damián Verzeñassi, 2022.

300 p.:il.; 21x15 cm
ISBN: 978-987-88-6705-2


Fernanda Gadea

Coordinadora de ATTAC España.

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