BANGLADÉS
26 de agosto de 2024 por Sushovan Dhar

«Dhaka streets (Bangladesh)» by Ahron de Leeuw is licensed under CC BY 2.0.
Después de 15 años gobernando, la primera ministra bangladesí, Sheikh Hasina, dimitió y huyó al extranjero el 5 de agosto, ahuyentada por jóvenes manifestantes. Lo que comenzó como un movimiento contra los cupos en el empleo público se transformó en una revuelta general contra el régimen autocrático de Hasina y su partido, la Liga Awami (LA).
La situación cambió en cinco semanas, y la victoria final se logró al precio de más de 400 vidas humanas y varios miles de personas heridas o desaparecidas. El giro de los acontecimientos en este país sudasiático recuerda a los de 2022 en Sri Lanka o incluso a la revuelta masiva que forzó al presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos, a huir del país en 1986 tras dos décadas de gobierno dictatorial.
El 5 de agosto, Hasina apenas tuvo 45 minutos para dimitir y salir del país cuando cientos de miles de manifestantes ocuparon las calles desafiando el toque de queda costara lo que costara. En la víspera parecía negar todavía que su tiempo como primera ministra había llegado a su fin. No obstante, una marea de poder popular la barrió del escenario como un potente tsunami. El jefe del ejército facilitó la huida.
Se acaba un ciclo
Con el derrocamiento de Hasina se cerró el ciclo del poder político de la LA. La fase de consolidación más reciente de la Liga comenzó con su victoria en las elecciones de 2008, cuando la alianza de 14 partidos que encabezaba alcanzó una mayoría aplastante de 263 escaños de un total de 300. Aunque el partido había estado en el poder dos veces con anterioridad (1971-1975 y 1996-2001), aquel fue efectivamente un triunfo histórico.
Las elecciones parlamentarias que estaba previsto celebrar en enero de 2008 habían sido suspendidas tras meses de disturbios políticos. Mientras tanto asumió el mando del país un gobierno en funciones, que evocó el fantasma de otra dictadura militar, si bien en forma de mascarada. En sus primeros 20 años de existencia, Bangladés estuvo gobernada directamente por el ejército y posteriormente administrada por un gobierno apoyado por los militares durante casi 60 años.
La victoria supuso también la consolidación de la LA en el poder por mucho tiempo. Visto como una fuerza secular a causa de sus raíces históricas y su liderazgo en la guerra de liberación, el partido ascendió al poder cabalgando sobre este recuerdo. A partir de 2007, un renovado movimiento de la sociedad civil, apoyado por la AL, insistió en la demanda de enjuiciamiento de los criminales de guerra que había colaborado con el ejército de Pakistán Occidental.
El Partido Nacionalista de Bangladés (PNB
Producto nacional bruto
PNB
El PNB expresa la riqueza producida por una nación, en oposición a un territorio dado. Comprende los ingresos de los ciudadanos de esta nación que viven en el extranjero.
), ahora en la oposición, había gobernado de 2001 a 2006 y participó en las elecciones en coalición con Jamaat-e-Islami, un grupo islámico radical. Muchas personas consideraron que el resultado de aquellas elecciones suponía un rechazo popular de los ideales islámicos radicales y de la influencia de la religión en la política.
Dos puntos de inflexión
Podemos identificar el movimiento por el restablecimiento de la democracia en 1990 (popularmente llamado el Movimiento Antiautoritario de los años 90) después de años de gobierno militar como el primer punto de inflexión positivo en la historia de la Bangladés independiente. Millones de personas se manifestaron en las calles en noviembre de 1997, exigiendo la formación de un gobierno civil.
El país había sido secuestrado por unos forajidos militares entre 1982 y 1990, durante el reinado del jefe del Ejército, H. M. Ershad. Su régimen fue un episodio oscuro marcado por asesinatos y asaltos, detenciones arbitrarias, corrupción y saqueo, acompañados de la supresión de la democracia y de los valores democráticos. Un levantamiento popular destronó a Ershad y abrió el camino a una democracia parlamentaria.
El movimiento contribuyó a generar una nueva conciencia progresista, especialmente entre la juventud, y trajo algunas reformas constitucionales. Sirvió para restar legitimidad a la intervención del ejército en la política. Los partidos políticos consensuaron la futura trayectoria democrática de la nación, un acuerdo que posteriormente fue violado. Tanto la LA como el PNB se beneficiaron mucho de la percepción de haber estado en la primera línea de estas luchas.
El segundo gran punto de inflexión fue el movimiento de 2013, popularmente conocido por el nombre de Shahbag, que reclamó la pena capital para los criminales de guerra. La LA apoyó inicialmente aquella movilización, ya que favorecía sus propios intereses y objetivos. Sin embargo, el movimiento Shahbag comenzó a demandar una mayor democratización de la sociedad y el fin de las injusticias socioeconómicas.
Al principio, la Liga trató de controlar el movimiento, pero no lo consiguió. Entonces retiró a sus militantes más significados y pasó a acosar a la dirección del Shahbag, al tiempo que propició la formación de feudos internos en el seno del mismo, paralizando la lucha. La izquierda bangladesí siguió con las manifestaciones del Shahbag, pero sus organizaciones eran pequeñas y podían influir influir muy poco en el escenario político nacional. En 2014, el movimiento había perdido fuerza. De este modo, el país no supo aprovechar una de sus mejores oportunidades para democratizarse realmente y abordar las injusticias socioeconómicas bajo la presión desde abajo de un movimiento autoorganizado. Al final, el movimiento Shahbag fue aplastado.
Represión contra la oposición
Alcanzado este objetivo, AL procedió a desmantelar a su adversario político, el PNB. Para la LA, Jamaat-e-Islami y otros grupos islámicos también eran un factor a tener en cuenta, pero el PNB era su principal oponente electoral. La dirección de la Liga se percató pronto de que el descontento con su gestión del gobierno podía beneficiar electoralmente al rival. Los líderes del PNB fueron detenidos aleatoriamente al amparo de acusaciones pergeñadas, desestabilizando el partido. Además, el PNB había contado desde hacía tiempo con el apoyo sustancial del Ejército, pero al perder la cúpula militar el interés Interés Cantidad pagada como remuneración de una inversión o percibida por un prestamista. El interés se calcula sobre la base de la cantidad de capital invertido o prestado, de la duración de la operación y del último tipo aplicado en ese momento. por el gobierno civil, el partido se debilitó.
El periodo en que gobernó entre 2001 y 2006 también estuvo salpicado de casos de corrupción y ataques violentos a la oposición, incluido un intento de asesinato de Hasina con una granada en 2004. Este historial restó credibilidad al partido y contribuyó a su continuo declive al combinarse con el uso despiadado, por parte de la LA, de los aparatos de Estado para atacar a su rival. El PNB había intentado en vano manipular el sistema electoral para mantenerse en el poder en 2006, pero la Liga Awami resultó ser más hábil en esas tácticas.
El PNB renunció a participar en las elecciones de 2014 alegando que no se hallaba en igualdad de condiciones. Exigió la dimisión de Hasina como primera ministra para dejar paso a una persona imparcial, apartidista, para supervisar los comicios. Esta retirada no hizo más que entregar en bandeja todo el poder a la AL, ya que 153 candidatos, de un total de 300, resultaron elegidos sin tener que enfrentarse a un rival.
La LA siguió entorpeciendo las actividades políticas del BNP en todo el país, incoando miles de demandas judiciales contra sus líderes y activistas, con acusaciones de corrupción e incluso de asesinato. El partido fue incapaz de recuperarse frente a estos ataques generalizados y en 2014 decidió responder con violencia, lo que no hizo más que ofrecer a la Liga la oportunidad de reforzar sus ataques. El dos veces primer ministro del PNB, Jaleda Zia, fue encarcelado en febrero de 2018 bajo acusaciones de corrupción.
Giro a a derecha
Al mismo tiempo, las fuerzas de izquierda implicadas en movimientos sociales también sufrieron acoso y represión. El Estado persiguió a la dirección del movimiento Rampal a base de querellas fabricadas e intimidaciones físicas, y los movimientos de la clase trabajadora fue objeto de actos similares. Las organizaciones islamistas bangladesíes solían prestar apoyo al PNB en las elecciones, pero en vista del declive de este partido, comenzaron a participar por su propia cuenta. Por otro lado, la LA puso en duda sus históricas credenciales laicas estableciendo una alianza tácita con Hefazat-e-Islam, un grupo islamista radical. Responsable del asesinato de blogueros laicos.
El frente político encabezado por la LA incluyó a varios partidos islamistas conservadores y el gobierno de Hasina hizo algunas concesiones a las fuerzas islamistas, como el reconocimiento de las madrazas Qawmi, escuelas religiosas con un programa conservador que no están reguladas por el gobierno. Estas escuelas se centran exclusivamente en la enseñanza religiosa, atrapando a estudiantes de las capas más pobres de la población en una serie de dogmas religiosos místicos. Todo esto se produjo a pesar de la afirmación de la LA de ser el supremo salvador de la comunidad religiosa minoritaria hindú de Bangladés.
La AL se apoderó progresivamente de todos los resortes de la administración del Estado a través de los sucesivos nombramientos y procedió a controlar a los medios y al mundo intelectual mediante la consabida táctica del palo y la zanahoria. A finales de 2018, la Liga controlaba firmemente la burocracia, el poder judicial e incluso el ejército, considerado tradicionalmente proclive al PNB. Los resultados de las elecciones de 2018 superaron incluso las previsiones más optimistas de la Liga, pues obtuvo 288 de los 300 escaños en liza. Las elecciones siguientes, en enero de 2024, fueron una farsa, ya que la oposición en bloque renunció a participar. Esto llevó la resistencia al terreno extraparlamentario, culminando con las manifestaciones que tumbaron a Hasina.
El gobierno provisional
Tres días después de la huida de Hasina, el economista Muhamad Yunus, ganador del Premio Nobel en 2006, juró el cargo de presidente del gobierno provisional de Bangladés. Oficialmente calificado de asesor jefe, Yunus encabezará un equipo de 17 personas, compuesto de funcionarios y oficiales del ejército retirados, personalidades de las ONG, juristas, académicos y otros, además de un par de líderes estudiantiles implicados en la rebelión. Los miembros del equipo se diferencian por sus antecedentes, así como por su procedencia étnica y religiosa, aunque no cuentan con ningún representante de la clase trabajadora.
La continua erosión de las instituciones democráticas en Bangladés ha generado un profundo odio a los partidos políticos existentes. Yunus era una figura adecuada para encabezar el gobierno provisional, tratándose de una personalidad muy conocida que proyecta la imagen de estar por encima de los intereses de partido y promover al mismo tiempo el desarrollo nacional. También había sido acosado por el gobierno de Hasina y casi tuvo de salir del país, lo que le ha granjeado una creciente simpatía popular.
Para Yunus, esta oportunidad le llega después de varios intentos infructuosos de entrar en el juego político. Si bien ahora despierta muchas expectativas, hemos de recordar su protagonismo anterior como promotor de los sistemas de microcréditos. Lejos de constituir un remedio para la pobreza en el mundo rural, estos sistemas no hicieron más de imponer cargas adicionales a la gente pobre. Su defensa cerrada de las políticas neoliberales le granjearon las simpatías de los gobiernos occidentales y del Banco Mundial
Banco mundial
Creado en 1944 en Bretton Woods en el marco del nuevo sistema monetario internacional, el Banco posee un capital aportado por los países miembros (189 miembros el año 2017) a los cuales da préstamos en el mercado internacional de capitales. El Banco financia proyectos sectoriales, públicos o privados, con destino a los países del Tercer Mundo y a los países antes llamados socialistas. Se compone de las siguientes tres filiales.
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Ante el descrédito de la LA, las dos principales fuerzas políticas que quedan, el PNB y Jamaat-e-Islami, esperan que la pronta celebración de elecciones les allanen el acceso al poder. Sobre todo esta última parece estar muy bien organizada, pues cuenta con redes de activistas en todo el país, y sin duda no querrá dejar pasar esta oportunidad.
La revuelta de julio tuvo éxito gracias a la participación de toda una serie de fuerzas sociales. Al igual que en otras luchas contra regímenes autocráticos, la población quería libertad, una aspiración expresada en términos más bien vagos y abstractos. En otras palabras, no fue un movimiento guiado por posiciones ideológicas nítidamente definidas. Las y los estudiantes se movilizaron inicialmente por la reforma del sistema de cupos, pero la represión estatal espoleó una revuelta masiva que arrastró a amplios sectores de la clase trabajadora y las clases medias del país, culminando con el levantamiento que acabó con el gobierno de Hasina. El movimiento estudiantil se ha ganado la confianza de la gente y tendrá que marcar el camino a seguir.
Cabe esperar sin duda que el espíritu del movimiento estudiantil contribuya a generar una conciencia mucho más clara de la naturaleza de un programa de transformación. Aparte de las demandas de elecciones democráticas y del Estado de derecho, las principales cuestiones que se plantean incluyen mejoras económicas como un aumento salarial y el desarrollo de la protección social, así como medidas a favor de la justicia climática, no en vano Bangladés es sumamente vulnerable a los efectos del cambio climático. No cabe confiar en que el gobierno provisional y sus probables sucesores aborden efectivamente estos desafíos.
A la larga, los hechos de julio solo conducirán a un resultado positivo si la clase trabajadora y otros grupos oprimidos son capaces de asumir el liderazgo, superando las divisiones religiosas y étnicas en la sociedad blangladesí. Mientras que el movimiento estudiantil comenzó la revolución, la clase trabajadora tendrá que asegurar su éxito. Este es el principal reto para la izquierda en Bangladés.
Fuente: vientosur.info extraída de Jacobin
Traducción: vientosur.info
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