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La deuda de Irak no existe
por Damien Millet
10 de enero de 2005

La deuda de Irak divide a sus acreedores. Entre el 17 y el 18 de noviembre de 2004, 19 países ricos reunidos en el Club de Paris intentaron ponerse de acuerdo sobre su tratamiento. Pero las discusiones fueron particularmente complejas. La nerviosidad del Presidente del club de Paris a quién entrevistáramos el primer día, revela la importancia del desafío y las tensiones existentes en el seno de dicho Club que se define a sí mismo como una «no-institución».

Si los 120 mil millones de dólares adeudados por Irak (sin contar las gigantescas sumas destinadas a la reconstrucción luego de la primera guerra del Golfo, estimadas en alrededor de 200 mil millones de dólares) preocupa tanto a los adinerados del mundo es porque en realidad esa cifra constituye un elemento central de dominación sobre la economía de Medio Oriente ejercida por las grandes potencias y sus empresas

Los EEUU y Gran Bretaña, involucrados en la administración de Irak luego de la invasión militar de marzo de 2003, reclaman al Club de Paris la anulación del 95% de las acreencias de dicho Club con Irak. Francia, Rusia y
Alemania, que se opusieron a la guerra solo admiten conceder una reducción del 50%.

Sin embargo ¿es acaso legítimo dejarse acorralar en un debate que solo admite dos opciones, el 50 y el 95%? ¿No estará mal planteado el problema?

Existe indiscutido consenso acerca de que Saddam Hussein era un dictador. En consecuencia la deuda que contrajera en nombre de Irak es lógicamente odiosa.

Esta doctrina jurídica [1] absolutamente clara fue formulada en 1927 por Alexander Nahum Sack antiguo ministro del zar Nicolás II y profesor de derecho en París: « Si un poder despótico contrae una deuda no en interés del Estado sino para fortalecer su despotismo y reprimir al pueblo que lo rechaza, etc. esta deuda es odiosa para todos los habitantes del Estado. Por lo tanto dicha deuda no obliga a la nación: es una deuda del régimen, una deuda personal del poder que la contrajo y cae en el mismo momento en que dicho poder es derrocado». Las deudas contraidas por Saddam Hussein son por lo tanto absolutamente nulas y su reembolso debe ser solicitado personalmente a los antiguos dirigentes; no se trata de una deuda del Estado iraquí.

Hoy en día el gobierno iraquí es asimismo ilegítimo: ha sido impuesto por los EEUU al término de una guerra violatoria del derecho internacional y sin el aval del pueblo iraquí Por lo tanto las deudas que este nuevo gobierno contraiga, especialmente con las grande empresas multinacionales estadounidenses como Halliburton son igualmente odiosas.

Sack afirma además que en el caso de las deudas consideradas odiosas, los acreedores que prestaron al poder dictatorial con conocimiento de causa, conllevan una parte de la responsabilidad y no tienen derecho a exigir a los pueblos su reembolso. Pues bien los acreedores de Irak conocíanmuy bien quién era Saddam Hussein y la naturaleza de su régimen

Por lo tanto la conclusión es evidente: la deuda de Irak no existe y en consecuencia no se trata de discutir sobre porcentajes de anulación sino de poner fin a la ocupación militar y reintegrar al pueblo iraquí las riendas de sus decisiones. Los demócratas del mundo entero deben exigir con todas sus fuerzas y ejercer presión sobre sus gobiernos para que operen firmemente en tal sentido. Imaginemos algunas perspectivas: una vez que Irak haya
elegido democráticamente su gobierno este podrá rehusarse de pleno derecho a reconocer la deuda contraída en su nombre por Hussein y por las autoridades impuestas por los EEUU.

No será entonces cuestión de hablar de reembolsos. Otro países gobernados en su momento por reconocidas dictaduras como argentina, Chile, Brasil, Filipinas, Indonesia, la República Democrática del Congo, Nigeria y muchos otros podrían seguir este ejemplo.

Los acreedores del Club de París no tendrán entonces que discutir durante muchas horas los porcentajes de anulación. Este pequeño entretenimiento entre acreedores terminará y contrariamente a lo que sucede hoy en día ni Washington, ni Londres, ni París o Bruselas tomarán decisiones sobre los países del Sur ya que podrán ser tomadas en el Sur, por el Sur y para el Sur

Por Damien Millet
Presidente del Comité para la Anulacion de la Deuda del
Tercer Mundo (CADTM France). damien.millet chez cadtm.org.


Traducción del francés: Susana Merino (Attac/Le Grain de Sable).

Notas :

[1Ver La doctrina de la deuda odiosa, en www.cadtm.org.

Damien Millet

professeur de mathématiques en classes préparatoires scientifiques à Orléans, porte-parole du CADTM France (Comité pour l’Annulation de la Dette du Tiers Monde), auteur de L’Afrique sans dette (CADTM-Syllepse, 2005), co-auteur avec Frédéric Chauvreau des bandes dessinées Dette odieuse (CADTM-Syllepse, 2006) et Le système Dette (CADTM-Syllepse, 2009), co-auteur avec Eric Toussaint du livre Les tsunamis de la dette (CADTM-Syllepse, 2005), co-auteur avec François Mauger de La Jamaïque dans l’étau du FMI (L’esprit frappeur, 2004).