Después del sismo del 26 de diciembre a lo largo de Indonesia, las cifras ocuparon las primeras planas de las noticias, cifras que no cesaban de aumentar en lo que respecta el número de víctimas, de la confirmación del costo de los daños, de las promesas de ayuda internacional... Las reuniones entre las potencias se sucedieron una tras otra: conferencia de Jakarta, reunión del G8, sesión del Club de París... Pero tomémonos el tiempo necesario para comentar algunos hechos y cifras que no son muy conocidos, pero que sin embargo, están en el centro del debate.
Once países fueron afectados : Indonesia, Siri Lanka, India, Tailandia, Somalia, Maldivias, Malasia, Birmania, Tanzania, Bangladesh y Kenia. Se trata de un conjunto heterogéneo, que agrupa países asiáticos y africanos, países económicamente emergentes y países muy pobres, países que reembolsan sumas colosales y otros que se encuentran en cesación de pago. Pero en estas condiciones, sería indecente hacer diferencias entre estos países para dar a unos lo que se niega a otros: el desastre no obedeció a un simple capricho de la naturaleza. A fines del 2003, la deuda exterior de los once países alcanzó la suma de 406 mil millones de dólares [1]. Dichos países que poseen niveles económicos variados, tienen acreedores también del mismo orden [2]. Así, países que prometen mucho, como India y Tailandia, poseen una deuda cuyo origen es esencialmente privada y que fue contraída en los mercados financieros o ante los grandes bancos. Países pobres como Siri Lanka o Bangladesh tienen una deuda principalmente multilateral contraída ante el Banco Mundial, bancos regionales de desarrollo o ante el FMI. Países como Somalia que se encuentran más aislados en el ámbito internacional, poseen una deuda principalmente bilateral, contraída ante países ricos. Ante tal situación, los más importantes acreedores, sin distinción alguna, están directamente concernidos por la búsqueda de una solución en la que prime ante todo, el interés de las poblaciones afectadas.
En 2003, los once países rembolsaron a los acreedores extranjeros la suma 68 mil millones de dólares y el año anterior 60 mil millones. . Ese mismo año, los poderes públicos tuvieron que rembolsar 38 mil millones de dólares [3]. Es una succión inmensa : entre 1980 y 2003 los reembolsos representaron once veces la deuda contraída en 1980, la misma que fue multiplicada por cinco [4].
La ayuda internacional prometida está estimada en 6 mil millones de dólares, de los que 4 mil millones serán aportados por instituciones oficiales. Sin querer cuestionar la generosidad del acto que alivia más la conciencia del donante que los sufrimientos de las víctimas, es sin embargo importante subrayar que los once países reembolsan cada año seis veces más de lo que deben. Detrás de la generosidad mediatizada a ultranza, aún cuando ella fuese sincera, queda intacto el mecanismo por el cual los ricos acreedores succionan las riquezas de las poblaciones de Sur. Ojalá que la tragedia de diciembre ayude a tomar conciencia de la otra tragedia que este drama esconde: la deuda de los países siniestrados. Ella es la causante, con la complicidad de las clases dirigentes autóctonas que se benefician del endeudamiento de sus propios países, de que los Estados no aseguren a sus poblaciones la satisfacción de las necesidades básicas. Asimismo, en esos Estados se generaliza la miseria y la corrupción, la soberanía política y económica de decenas países pierde todo sentido, los recursos naturales son objeto de pillaje o rematados en favor de las poderosas transnacionales y con la imposición de cultivos para la exportación en detrimento de los cultivos de subsistencia. Se trata de un centro nervioso muy poderoso, de un modelo económico depredador y opresor.
Quién sería el acreedor que osaría declarar públicamente que va a esperar que los países afectados por la catástrofe sigan reembolsando sus deudas ? Sin embargo; ninguno renunció a hacerlo. No hay que ilusionarse con la muy tardía reunión del Club de París que agrupa a 19 países ricos, 17 días después del sismo: los acreedores están dispuestos a suspender el pago, pero sin proceder a una anulación significativa de la deuda. Esto, para mejor imponer las condiciones de cuya aplicación se encargará el FMI, que ya se distinguió durante la crisis de 1997-1998 por el tratamiento que prescribió: el remedio fue peor que la enfermedad.
En alma y conciencia, todo acreedor puede renunciar a su crédito y eso inmediatamente. Esto ya se produjo en los últimos cincuenta años por razones de intereses estratégicos [5].
Un llamado en favor de la anulación de la deuda fue hecho por la centena de movimientos sociales presentes en la región, entre los cuales la red del CADTM y Jubileo Sur, demostrando así la solidaridad objetiva de todos los que sufren a causa de la tiranía de la deuda. La moratoria o la simple reducción no son suficientes y no pueden ser tolerados. La única respuesta válida que responde a la magnitud del desastre provocado por los tsunamis, es la anulación total e incondicional de la deuda externa pública de los países afectados por la catástrofe; la administración de las sumas liberadas por dicha anulación deberán estar bajo el control de la población local. De otra manera, sin esta anulación, las donaciones, tarde o temprano, no harán mas que retardar, el reembolso de una deuda inmoral.
Por Damien Millet, presidente del CADTM Francia, y Eric Toussaint, presidente del CADTM Bélgica (Comité para la Anulacion de la Deuda del Tercer Mundo). Autores del libro «50 preguntas 50 respuestas sobre la deuda, el FMI y el Banco Mundial», éd. Syllepse/CADTM, 2003.
Traduccion del Francés: Hugo Ruiz Diaz (CADTM).
[1] Cálculo hecho por los autores sobre la base de datos suministrados por el Banco Mundial.
[2] 47 % de acreedores privados, 27% bilaterales y 26% multilaterales.
[3] De los cuales 16 a las instituciones multilaterales (7 al Banco Mundial y 4 al FMI) ; 9 a los países ricos; 13 a inversionistas privados.
[4] Cálculos realizado por los autores basándose en cifras suministradas por el Banco Mundial.
[5] Egipto y Polonia en 1991, Rusia en 1998, Yougoslavia y Pakistán en 2001.
doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos: Banco Mundial. Una historia crítica, El Viejo Topo, 2022 Capitulación entre adultos. Grecia 2015: Una alternativa era posible, El Viejo Topo, Barcelona, 2020; Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Ha sido miembro de la Comisión de Auditoria Integral del Crédito (CAIC) del Ecuador en 2007-2011.
Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015.
professeur de mathématiques en classes préparatoires scientifiques à Orléans, porte-parole du CADTM France (Comité pour l’Annulation de la Dette du Tiers Monde), auteur de L’Afrique sans dette (CADTM-Syllepse, 2005), co-auteur avec Frédéric Chauvreau des bandes dessinées Dette odieuse (CADTM-Syllepse, 2006) et Le système Dette (CADTM-Syllepse, 2009), co-auteur avec Eric Toussaint du livre Les tsunamis de la dette (CADTM-Syllepse, 2005), co-auteur avec François Mauger de La Jamaïque dans l’étau du FMI (L’esprit frappeur, 2004).