Alzando la voz por la Unidad de Latinoamérica y en Solidaridad con los pueblos en lucha, finalizó el sábado 14 de Abril la Cumbre de los Pueblos, en Lima, Perú. Fueron cinco días de intensos debates, actos y movilizaciones que se realizaron en paralelo a la VIII Cumbre de las Américas, donde se reunieron los/as Jefes y Jefas de Estado de la región para hablar de temas como la corrupción y promover la asociación público-privada (APP). La actividad fue organizada por el Comando Nacional Unitario de Lucha (CNUL), una alianza entre movimientos, partidos políticos y sindicatos de izquierda, entre ellos y como uno de los actores principales, la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP). Según indican los/as organizadores/as, acudieron más de 3000 personas a la Cumbre de los Pueblos, con una marcada presencia de delegaciones venezolanas, cubanas y bolivianas.
Antes de entrar en una evaluación más detallada del encuentro, recordemos que las Cumbres de las Américas históricamente han sido acompañadas por Cumbres de los Pueblos. De hecho, el espacio oficial fue creado a mediados de los años 90 para implementar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que en 2005 fracasó tras una movilización popular masiva. Actualmente, se trata de un foro de intercambio y coordinación de los 35 países independientes de América del Norte, América Latina y el Caribe que se reúne cada tres a cuatro años.
Este año, el ex-presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski, conocido como PPK, había retirado la invitación al presidente venezolano Nicolás Maduro, declarándolo persona “non grata” de la cumbre, ya que su presencia hubiera ido «en contra de los principios democráticos». Esta decisión fue respaldada por los 12 países del Grupo de Lima o sea aquellos reconocidos como neoliberales y fieles representantes de los intereses de Estados Unidos en la región. Por el otro lado, los presidentes de los países de la Alianza Bolivariana por los Pueblos de Nuestra América (ALBA) se solidarizaron con Nicolás Maduro y no acudieron a la Cumbre; únicamente el presidente boliviano Evo Morales se hizo presente, siendo la voz disidente de este encuentro de presidentes neoliberales, corruptos y, hasta ilegítimos como en el caso del brasilero Michel Temer. Al final, de los 34 Jefas y Jefes de Estado invitados/as, solo ocho participaron en el evento, un rotundo fracaso para el gobierno del flamante presidente peruano Martín Vizcarra, que asumió este puesto el 23 de marzo tras escándalos de corrupción que causaron la renuncia de PPK.
Entonces, teniendo en cuenta estos acontecimientos, no sorprende que entre los temas más debatidos en la Cumbre de los Pueblos, se hallaron la corrupción - como una cara de la crisis estructural en la cual se encuentra el sistema capitalista - y la situación geopolítica en la región, con enfoque en Venezuela, Cuba y Brasil, pero también en el propio Perú. Luego del primer día, que consistió en talleres autogestionados y descentralizados, las actividades se desarrollaron en plenaria y unificadas en un mismo lugar.
En cuanto a la discusión destacan varios temas alrededor de los cuales se generó un cierto consenso. Primero, el sistema capitalista ha llevado el mundo a una crisis civilizatoria sin precedentes que se refleja en el cambio climático, la degradación del medio ambiente y la pérdida de biodiversidad, un avance del capital contra el trabajo que atenta contra derechos laborales y hasta humanos, tasas altísimas de pobreza, sistemas políticos y democracias representativas débiles que han perdido credibilidad, acelerado endeudamiento público y privado y la proliferación de conflictos bélicos, entre otros. Ahora bien, ninguno de los países de la región está exento a estos problemas. Hasta los denominados gobiernos progresistas no han logrado romper las estructuras vigentes, dependiendo aún de la extracción masiva de sus recursos naturales y luchando con las contradicciones generadas por los procesos de transformación que impulsaron, agravados por el hecho de que están rodeados por países neoliberales.
No obstante y como segundo punto, la solidaridad y el apoyo con los procesos de transformación en Venezuela, Bolivia, Cuba y el Ecuador del ex-presidente Rafael Correa, a pesar de sus imperfecciones y problemas, fueron rotundos. Al mismo tiempo, se rechazó cualquier injerencia externa y se exigió el inmediato levantamiento de los bloqueos contra Cuba y Venezuela y el cese de la guerra mediática y económica emprendida contra esos dos países. De la misma manera, conmovieron los ataques concertados por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña contra Siria, generando múltiples expresiones de solidaridad.
Otro eje central de los debates fue la construcción de un proyecto político alternativo basado en procesos democráticos participativos, una economía al servicio del pueblo, el respeto de la Madre Tierra, la plurinacionalidad y la diversidad de género, etc. Por el otro lado, fueron denunciados los gobiernos que llevan adelante medidas neoliberales que nuevamente están en auge en la región. Recibió atención especial la proliferación de nuevos Tratados de Libre Comercio y el peligroso espiral de endeudamiento en la región, dos instrumentos utilizados para mantener a los países en dependencia.
Ahora, quienes intervinieron encontraron en la unidad entre los pueblos de América Latina el único camino para lograr la construcción de un proyecto alternativo sólido y duradero. Por eso, los/as organizadores/as de la Cumbre de los Pueblos, que de antemano habían identificado esta necesidad, planificaron un espacio específico en el cual se podía avanzar en la construcción y reconstrucción de lazos estrechos y fuertes entre los pueblos presentes para enfrentar el avance neoliberal en la región. Fue el último panel del día viernes 13 donde se abrió este debate acerca de una articulación social continental y se identificaron fechas y acontecimientos que constituyen hitos en la lucha de los movimientos y organizaciones sociales, políticas, sindicales etc., en lo que queda del año, tal como el G20 que se realizará del 30 de noviembre al 1ero de diciembre en Buenos Aires, Argentina. En esta oportunidad se presentó además la iniciativa de los movimientos del ALBA, la Jornada Continental contra el Neoliberalismo y por la Democracia y la Federación Sindical Mundial (FSM).
Por último, cabe resaltar el carácter combativo de la Cumbre, que se expresó el 12 de abril en las calles de Lima, donde varias miles de personas exigieron la libertad del ex-presidente brasilero Lula da Silva y de todos/as los/as prisioneros/as políticos/as y justicia por Marielle Franco y todas las compañeras asesinadas. Los cantos que invadieron la capital peruana fueron además en solidaridad con Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro y, advirtieron que América Latina será toda socialista.
Ahora bien, a pesar del balance positivo de esta Cumbre de los Pueblos, quedaron temas poco tratados, entre ellos la cuestión de género. Hubo intentos de lograr paridad en las intervenciones y de introducir el debate; la Cumbre estudiantil del día 14 inclusive se declaró feminista; sin embargo el tema no trascendió lo discursivo. Lo mismo se puede decir acerca de la discusión sobre proyectos concretos para transitar hacia otro sistema que serían necesarios emprender o que ya se están realizando para delinear las bases de un proyecto político alternativo.
No obstante y en resumidas cuentas, fue una cumbre que logró el objetivo de fortalecer los lazos entre los pueblos de la región y que da pie a próximas actividades de esta índole para que el sueño de la Patria Grande independiente y soberana se vuelva realidad.
Miembro del Instituto de Estudios y Formación CTA Autónoma, de ATTAC Argentina, y del CADTM AYNA. También participa de la Asamblea Argentina Mejor Sin TLC.