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Deuda: cambiar de una buena vez un equipo perdedor
por Eric Toussaint , Damien Millet
28 de septiembre de 2005

Con ocasión de su asamblea anual en Washington, que acaba de finalizar, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) ratificaron la propuesta del G8 anunciada con bombo y platillo el 11 de junio. La reticencia de los representantes de Bélgica y los Países Bajos no fue desdeñable, pero al final quedó decidido: 18 países pobres muy endeudados (PPME) se beneficiarán de una reducción de la deuda de 40.000 millones de dólares. Así y todo, esto es una enorme decepción para todos los que luchan por romper la espiral infernal de la deuda.

Primera decepción: Sólo concierne a una pequeña parte de la deuda. La deuda externa pública de todos los países en desarrollo llega a 1,6 billones de dólares, es decir, el acuerdo beneficia a un 2,5 % del total. Más aún, el número de países es reducido, frente a los 165 países en desarrollo contabilizados. ¿Cómo aceptar que unos países tan castigados como Haití o Nepal hayan sido excluidos? Y en cuanto a los países beneficiarios, la reducción no se refiere más que a la deuda contraída con el FMI, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo. El Banco Interamericano de Desarrollo no forma parte del acuerdo, penalizando así a los cuatro países latinoamericanos del grupo de los 18 (por ejemplo, el servicio de la deuda de Bolivia no se reduciría más que un 26 %). Por otra parte, de los pocos acreedores privados no se anula nada. Peor aún, el número de procedimientos judiciales iniciados por los fondos buitres para lograr jugosos beneficios de lo que le deben los 18 PPME va netamente en aumento. El peligro de que una parte de los fondos liberados sirvan para pagar a estos especuladores sin escrúpulos es grande.

Segunda decepción: Las cantidades anunciadas no tienen ningún significado real. Los países ricos se han comprometido a pagar en lugar de las PPME, pero la financiación de este compromiso no está aún definido a medio plazo. En efecto, las sumas liberadas serán del orden de mil millones de dólares por año durante varias décadas, pero son muchos los ejemplos de casos en los que los países más ricos no cumplieron lo prometido. Recordemos que en 1970 se comprometieron a una ayuda oficial al desarrollo del orden del 0,7 % de su producto nacional bruto, y que 35 años más tarde no llegaron más que al 0,25%... Durante este tiempo, dedicaron cada año 700.000 millones de dólares a gastos militares, o 350.000 millones a subvencionar la exportación de sus productos agrícolas, perjudicando gravemente a los pequeños productores del Tercer Mundo.

Tercera decepción: Con esta decisión, el G8 y las instituciones financieras internacionales pretenden que se crea que la deuda es una carga puramente financiera. Pero la deuda es mucho más que esto: es una herramienta de dominación política. Mediante la deuda, el FMI y el Banco Mundial, que defienden los intereses de los dirigentes de los países del Norte y sus sociedades transnacionales, imponen a los países del Sur unas políticas neoliberales. Limitarse a poner en cero algunos contadores de la deuda no modifica el fabuloso instrumento de dominio que ésta representa, y permite una nueva colonización, en la cual las decisiones económicas concernientes a los países del Sur se toman en Washington, en Londres, en París, en Bruselas, con la complicidad de los potentados locales involucrados. Por otra parte, los ministros de Finanzas de los países pobres no se olvidan de dar las gracias a la mano que les da de comer...

Cuarta decepción: Esto tiene un sabor amargo que ya conocemos. La iniciativa PPME, lanzada en 1996 y reforzada en 1999, debía aportar una solución duradera al problema de la deuda. Se había adelantado una anulación cifrada en 100.000 millones de dólares. En fin de cuentas, los países afectados tuvieron que realizar una auténtica carrera de fondo neoliberal, pero sin embargo las condiciones de vida de su población más pobre se degradaron y la deuda sigue siendo desmesurada. La decisión recientemente tomada no sirve más que para disimular el fiasco de la iniciativa PPME y para impedir toda reflexión sobre el camino a seguir para construir un modelo económico que, al contrario del actual, tenga como objetivo central la satisfacción de las necesidades humanas básicas.

En el plano mediático, la maniobra ha sido eficaz: la ilusión de una anulación generosa se impone sobre el timo que ella representa. Es el triple efecto G8: se anuncia un falso acuerdo “histórico” en junio en Londres, se lo ratifica en julio en Escocia, y se repite el mismo anuncio en septiembre en Washington, haciendo creer que todo va bien en el frente de la deuda. Si, todo va bien, pero para los acreedores. Su dominación permanece intacta, para mayor desgracia de las personas cuyos derechos fundamentales no están garantizados. Y que no lo estarán mientras perdure el mecanismo de la deuda, mientras no se cambie fundamentalmente el equipo formado por el G8, el FMI y el Banco Mundial, que no puede ofrecer ninguna solución a la deuda dado que él es un elemento clave del problema.

Damien Millet es presidente del CADTM Francia (Comité para la anulación de la deuda del Tercer Mundo), y autor de L’Afrique sans dette, CADTM/Dyllepse, 2005. Eric TousSaint es presidente del CADTM Bélgica, y autor de La bolsa o la vida. Las finanzas contra los pueblos, CLACSO, Buenos Aires, septiembre de 2004.


Eric Toussaint

doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos: Banco Mundial. Una historia crítica, El Viejo Topo, 2022 Capitulación entre adultos. Grecia 2015: Una alternativa era posible, El Viejo Topo, Barcelona, 2020; Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Ha sido miembro de la Comisión de Auditoria Integral del Crédito (CAIC) del Ecuador en 2007-2011.
Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015.

Damien Millet

professeur de mathématiques en classes préparatoires scientifiques à Orléans, porte-parole du CADTM France (Comité pour l’Annulation de la Dette du Tiers Monde), auteur de L’Afrique sans dette (CADTM-Syllepse, 2005), co-auteur avec Frédéric Chauvreau des bandes dessinées Dette odieuse (CADTM-Syllepse, 2006) et Le système Dette (CADTM-Syllepse, 2009), co-auteur avec Eric Toussaint du livre Les tsunamis de la dette (CADTM-Syllepse, 2005), co-auteur avec François Mauger de La Jamaïque dans l’étau du FMI (L’esprit frappeur, 2004).