printer printer Haga clic en el icono verde de la derecha
Declaración de principios del CADTM
(Versión modificada provisoriamente en septiembre de 2019, en Lieja)
por CADTM
24 de marzo de 2020

Publicamos una nueva versión de la Declaración de principios del CADTM, tal como fue modificada provisoriamente a raíz de la reunión del Consejo Internacional del CADTM celebrado en Lieja el 11 y 12 de septiembre de 2019. Esta versión modificada reemplaza provisoriamente a la Declaración de principios adoptada durante la asamblea extraordinaria de la red internacional realizada durante el Foro Social de Belén (Brasil), en enero de 2009. Efectivamente, desde 2009, el CADTM comenzó a trabajar temas que antes no habían sido tratados sistemáticamente: el microcrédito, las deudas privadas ilegítimas y las deudas soberanas del Norte. Además, con esta nueva versión de la Declaración de principios, el CADTM refuerza su compromiso feminista y ecologista. La presente versión puede ser de nuevo modificada durante el Consejo Internacional del CADTM que se celebrará en noviembre de 2020 en Dakar (Senegal). Posteriormente, será sometida a la aprobación de la próxima Asamblea Mundial de la red que tendrá lugar en 2021.

Preámbulo

En 1989, se publica en París «el Llamamiento de la Bastilla», que invita a la unión de todas las fuerzas populares del mundo para luchar por la anulación inmediata e incondicional de la deuda de los países llamados «en desarrollo». Dicha deuda, asfixiante, así como las reformas macroeconómicas neoliberales impuestas en el Sur a partir de la crisis de la deuda de 1982, provocaron el aumento de las desigualdades, una pobreza masiva, injusticias flagrantes y la destrucción del medioambiente. El CADTM surgió en 1990 en respuesta a ese llamamiento y para luchar contra la degradación general de las condiciones de vida de la mayoría de los pueblos. Actualmente, el CADTM Internacional es una red integrada por una treintena de organizaciones activas en más de 30 países de cuatro continentes. Su trabajo fundamental, centrado en el problema de la deuda, consiste en llevar a cabo acciones y en plantear alternativas radicales para lograr que emerja un mundo basado en la soberanía popular, la solidaridad, la cooperación y la autodeterminación de los pueblos, el respeto a la naturaleza, la igualdad, la justicia social y la paz.

Declaración de principios

1. En el Sur

La deuda pública (externa e interna) genera una transferencia masiva de riquezas de los pueblos del Sur a los prestamistas, aparte de las comisiones que, de paso, se embolsan las clases dominantes locales. Tanto en el Norte como en el Sur, la deuda es un mecanismo para transferir las riquezas generadas por los trabajadores y trabajadoras y los pequeños productores y productoras a favor de los capitalistas. Los prestamistas utilizan el endeudamiento como un instrumento de dominación política y económica que instaura una nueva forma de colonización. A pesar de sus numerosas riquezas naturales y humanas, los pueblos del Sur están completamente agotados. En la mayoría de los países del Sur, la devolución de la deuda pública representa anualmente una suma superior a los gastos de educación, salud, desarrollo rural y creación de empleo. Las iniciativas para el alivio de las deudas de estos últimos años solo han sido un mercadeo barato, sobre todo si tenemos en cuenta que han venido acompañadas de condicionalidades nefastas para los países que de ellas se han «beneficiado».


2. La abolición de las deudas ilegítimas reclamadas a los países del Sur

El objetivo principal del CADTM es conseguir la abolición inmediata e incondicional de la deuda pública del Sur y el abandono de las políticas de ajuste estructural. Para la consecución de dicho objetivo, la línea de actuación del CADTM Internacional se centra en la realización de las acciones siguientes:

  • Promoción de procesos de difusión, sensibilización, organización y acción de los pueblos endeudados.
  •  Puesta en marcha de auditorías de la deuda que integren la participación ciudadana y tengan como objetivo repudiar las deudas odiosas e ilegítimas.
  •  Decisiones unilaterales y soberanas de los Gobiernos para declarar la nulidad de la deuda pública y la no continuidad de su pago.
  • Ruptura de los acuerdos con el FMI y el BM.
  •  Creación de un frente unido de países para el impago de la deuda.
  •  Reconocimiento de la doctrina de la deuda odiosa en el derecho internacional.
  •  Rechazo de cualquier tipo de condicionalidades impuestas por los prestamistas. 
  • Devolución a los ciudadanos y ciudadanas de los países del Sur de los bienes malversados por los dirigentes corruptos del Sur con la complicidad de las instituciones bancarias y de los gobiernos.
  •  Pago, sin condiciones, por parte de las potencias del Norte de reparaciones económicas en concepto de deuda histórica, social y ecológica acumulada con respecto a los pueblos del Sur.
  •  Acciones judiciales contra las instituciones financieras internacionales.
  •  En caso de nacionalización de bancos privados en quiebra, recuperación del coste de la operación sobre el patrimonio de los grandes accionistas y administradores.
  •  Sustitución del BM, el FMI y la OMC por instituciones democráticas que den prioridad al respeto de los derechos humanos fundamentales en cuanto a financiación del desarrollo, crédito y comercio internacional se refiere.
  •  Denuncia de todos los acuerdos (económicos, políticos, militares, etc.) que hipotequen la soberanía de los pueblos y perpetúen los mecanismos de dependencia.


3. En el Norte

En las economías de los países industrializados, el endeudamiento público sufrió un fuerte aumento como consecuencia de los múltiples rescates a los grandes bancos privados de Europa, América del Norte y Japón. Además, en el marco de las políticas neoliberales, se otorgaron enormes beneficios fiscales a una ínfima minoría compuesta por los más ricos y por las grandes empresas, lo que obligó a los Estados a recurrir en mayor medida al endeudamiento público para compensar la disminución de ingresos creada por la reducción de los impuestos que los ricos debían pagar. La ofensiva neoliberal que llevó a los Estados a renunciar a la financiación por medio de sus Bancos Centrales, por lo que obligó a los poderes públicos a buscarla en los bancos privados y los mercados financieros y, por lo tanto, aumentó el coste de la financiación de la deuda pública.

La acumulación de la deuda pública y su reembolso actúan, tanto en el Norte como en el Sur del planeta, como un poderoso mecanismo de transferencia de las riquezas producidas por el Trabajo hacia el Capital.

La deuda pública sirve de pretexto a la consecución de políticas de tipo neoliberal que reducen los gastos sociales y la inversión pública. Eso conduce a una degradación de las condiciones de vida de una enorme mayoría de la población así como a un fuerte aumento de la desigualdad.

El CADTM se pronuncia por la anulación de las deudas públicas ilegítimas y considera que los Estados deben emprender actos unilaterales de reestructuración o de repudio de sus deudas ilegítimas a favor de la justicia social. La participación de la ciudadanía en los procesos de auditoría es uno de los medios de acción apoyados por el CADTM.

Desde el comienzo de la década de 1970 en el Sur y de la de 1980 en el Norte, las clases dominantes socavan las conquistas sociales y los salarios directos e indirectos de trabajadores y trabajadoras. Mediante una agresiva y continua estrategia de escaramuzas, extraen de la población una parte creciente del valor producido. Esos ataques contra las conquistas sociales progresistas y civilizadoras ganadas por las fuertes luchas de trabajadores y trabajadoras hasta los años 1970, son injustos, inmorales y reprochables. No aceptaremos jamás que esos retrocesos impuestos por el Capital en su ofensiva contra el Trabajo no se combatan y se anulen. El CADTM apoyará o participará en cualquier movimiento social, organización y/o sindicato que actúe para detener el desmantelamiento de las conquistas sociales del que son responsables las clases dominantes, para reconquistar lo perdido y extender el goce de los derechos humanos y sociales fundamentales a todos los ámbitos.

El CADTM durante la concentración de Blockupy, en Francfort en 2012.


4. El sistema de deudas privadas ilegítimas

El sistema deuda existe desde antes del sistema capitalista, pero se reforzó de manera sofisticada con el desarrollo del capitalismo. Este es el caso en la fase neoliberal actual que obliga a las familias, en forma creciente, a endeudarse con el fin de acceder a servicios que ya no son totalmente garantizados por el sector público, o lo son solo en parte, a pesar de que su misión social lo requiera: educación, salud, vivienda, energía, etc.

El endeudamiento privado se utilizó desde hace miles de años como un mecanismo de desposesión de los campesinos y campesinas de sus tierras, de la desposesión de los artesanos de sus herramientas. La esclavitud por deudas causó estragos en el mundo antiguo durante siglos. El sistema de deudas privadas ilegítimas pasa generalmente por la imposición de condiciones de préstamo y de reembolso imposibles de cumplir. Y eso lleva a la desposesión (de la vivienda, de la tierra, de las herramientas de trabajo) y/o a la obligación de dedicar largos años, incluso decenas, al pago de la deuda.

La extensión de los contratos precarios y de la subcontratación son algunas de las medidas que las grandes empresas toman para desarrollar, a cualquier precio, la competitividad. Existe un enorme ejército de trabajadores y trabajadoras precarios/as, explotados/as y sin derechos, que se «contratan» solamente durante el tiempo necesario para la empresa, por fuera de cualquier relación de trabajo estable, sin contratos decentes, sin salarios decentes, sin vacaciones pagas, sin derecho a la baja por enfermedad, sin derechos a huelga.

Por todo ello, el recurso a la deuda privada se ha convertido en una necesidad, que se desarrolla, actualmente, incluso en las economías occidentales más ricas.

Las luchas contra las deudas privadas ilegítimas atravesaron los siglos y continúan hasta hoy. Tenemos muchos ejemplos:

  • Las luchas del campesinado en la India para la anulación de las deudas abusivas.
  • Las luchas de los obreros y obreras de las fábricas de ladrillo en Pakistán contra las nuevas formas de esclavitud por deudas.
  • Las luchas de las mujeres contra los abusos del microcrédito ya sea en Marruecos, en Sri Lanka, en Colombia o en Bangladesh.
  • Las luchas de los y las estudiantes contra el peso de las deudas estudiantiles en Estados Unidos, Japón, Chile, Canadá, Sudáfrica y Reino Unido.
  • Las luchas de las familias víctimas de los créditos hipotecarios abusivos y de la financiarización de la vivienda, situación que conduce a los desahucios por impago de esas deudas, en España, Estados Unidos, Grecia, Irlanda, etc.


5. Tanto en el Norte como en el Sur del planeta, se trata de combatir a un sistema capitalista depredador de la Naturaleza.

Es necesario combatir el sistema capitalista que, durante los dos siglos transcurridos desde la revolución industrial, acumuló en la atmósfera lo que está provocando el calentamiento climático y la crisis ecológica mundial.

Es un sistema que considera a la Naturaleza como un recurso a explotar, mercantilizar y privatizar para obtener el máximo beneficio. Un sistema capitalista que limita a muchísimos países y a sus pueblos a producir materias primas para la exportación y al menor precio posible. Un sistema que lleva a los países y a sus pueblos a cultivar productos agrícolas que no consumen y a consumir los que no producen. Un sistema que desarrolla centrales nucleares contra las que nosotros luchamos por su cierre. Un sistema capitalista que mantiene y refuerza la explotación y opresión de las mujeres. Un sistema capitalista que también va a la par del sistema deuda.

Manifestación «Con los griegos», Bruselas, 21 de junio de 2015.


6. El endeudamiento público debería financiar un amplio programa de transición ecologista-feminista-socialista

La deuda pública podría constituir un instrumento de financiación de un amplio programa de transición ecologista-feminista-socialista, en lugar de servir para imponer políticas antisociales extractivistas y productivistas que favorecen la competencia entre los pueblos.

Los poderes públicos pueden recurrir al préstamo para:

  • Financiar el cierre completo de las centrales nucleares y térmicas.
  • Reemplazar las energías fósiles por energías renovables respetuosas del medioambiente.
  • Financiar una reconversión de la agricultura actual, que contribuye de forma importante en el cambio climático y que es una enorme consumidora de insumos químicos responsables del descenso de la biodiversidad. Las actividades agrícolas deben volver a tener una orientación compatible con la lucha contra la crisis ecológica, favoreciendo especialmente los circuitos cortos y la producción agroecológica.
  • Reducir radicalmente tanto el transporte por carretera como el aéreo, y favorecer el transporte ferroviario.
  • Financiar un amplio programa de desarrollo de viviendas para todas y todos, abordables, dignas y que respeten los límites ecológicos del entorno.
  • Socializar las actividades de reproducción social con el desarrollo especialmente de los servicios públicos gratuitos (educación, salud, cultura, etc.)

Un empréstito público es legítimo si está al servicio de proyectos también legítimos y si aquellos y aquellas que contribuyen al empréstito lo hacen de manera legítima.

Un gobierno popular no dudaría en obligar a las grandes empresas (nacionales o extranjeras) y a las familias más ricas a contribuir al empréstito, sin obtención de beneficios, o sea, con un tipo de interés cero y sin compensación por inflación.

Simultáneamente, a una gran parte de las familias de las clases populares que tengan ahorros se las podría convencer para aceptar que confiaran voluntariamente sus ahorros a los poderes públicos, para financiar los proyectos legítimos ya mencionados. Esta financiación voluntaria por las clases populares estaría remunerada con un tipo de interés real positivo.

Ese mecanismo sería muy legítimo ya que financiaría proyectos útiles para la sociedad y además permitiría reducir la riqueza de los más ricos, mientras se aumentarían los ingresos de las clases populares y se garantizarían sus ahorros.


7. Para el CADTM, la anulación de la deuda ilegítima no constituye un fin en sí mismo.

Se trata más bien de una condición necesaria, pero no suficiente, para garantizar el respeto de los derechos humanos. Si la humanidad desea una justicia social respetuosa con el medioambiente es necesario ir más allá de la anulación de la deuda pública. La deuda forma parte de un sistema que hay que combatir en su conjunto. De manera paralela a la anulación de la deuda, es indispensable poner en marcha otras alternativas radicales entre las cuales están:

  • Erradicar el hambre, la pobreza y las desigualdades.
  • Garantizar la autodeterminación de las mujeres tal cual lo reivindican por medio de sus luchas en el marco de un proceso de emancipación del sistema patriarcal, capitalista, imperialista y extractivista.
  • Asegurar en la práctica el fin de las desigualdades entre hombres y mujeres en todas las esferas de la vida. Objetivo alcanzado mediante, entre otras medidas, por la discriminación positiva y la educación popular.
  • Garantizar la promoción de una igualdad y libertad reales entre todas las personas de manera que se pueda realizar una reorganización radical de las estructuras de poder y de representación.
  • Poner en marcha una nueva disciplina financiera que restaure un control estricto sobre los movimientos de capitales y mercancías, que grave el capital (tasas mundiales e impuestos sobre las grandes fortunas), que acabe con el secreto bancario y que prohíba los paraísos fiscales, la especulación y la usura.

  • Poner fin a la ayuda pública al desarrollo en su forma actual ya que es, esencialmente, un instrumento de dominación en beneficio, casi exclusivo, de los países del Norte y reemplazarla por una «Contribución de reparación y solidaridad», sin condiciones y en forma de donaciones, excluyendo de su cálculo las anulaciones de deuda y las sumas de dinero que no estén al servicio de los intereses de las poblaciones del Sur. Esta contribución debe responder, por lo menos, al 1 % del ingreso nacional bruto de los países más industrializados.
  • Poner en marcha una movilización de recursos que no generen endeudamiento.
  •  Poner en marcha alternativas que liberen a la humanidad de todas las formas de opresión: social, patriarcal, neocolonial, racial, de casta, política, cultural, sexual y religiosa.
  • Poner en marcha una política ecológica radical que tenga como objetivo reequilibrar el clima.
‣ Garantizar la soberanía económica, política y alimentaria de los pueblos. 

  • Prohibir que se aplique el sistema de patentes a los seres vivos.
  • Desmilitarizar por completo el planeta.
  • Erradicar la energía nuclear, tanto militar como civil: contrariamente a lo que afirma la propaganda capitalista, esta energía, lejos de ser una solución para el clima, representa una grave amenaza para el planeta. Sus costes ambientales, sanitarios y políticos de su explotación son exorbitantes para las poblaciones locales y los residuos radioactivos que genera —y que no sabemos cómo tratar—constituyen una deuda ecológica escandalosa impuesta a las generaciones futuras. Además de ser una verdadera herramienta de dominación imperialista, la energía nuclear constituye también uno de los principales obstáculos para un mundo de paz.
  • Garantizar el derecho de circulación y de residencia de las personas.
  •  Afirmar la supremacía de los derechos humanos sobre el derecho comercial e imponer a los Gobiernos, instituciones financieras internacionales y empresas el respeto de distintos instrumentos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH, 1948); la Convención sobre los derechos políticos de la mujer (1952); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC, 1966); el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP, 1966); la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, 1981); la Declaración sobre el derecho al desarrollo (DDD, 1986); la Convención de las Naciones Unidas relativa a los derechos de la infancia (1989) y sus protocolos adicionales; la Convención relativa a la protección de los derechos de los trabajadores y trabajadoras migrantes y de sus familias (1990); la Declaración sobre el derecho y el deber de los individuos, los grupos y las instituciones de promover y proteger los derechos humanos y las libertades universalmente reconocidos (1998); la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos autóctonos (2007); la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y campesinas y de todas las personas que trabajan en las zonas rurales (2018); el Tratado sobre las empresas y los derechos humanos (2019, en vías de finalización).
  •  Garantizar la soberanía de los pueblos sobre sus vidas y su futuro, lo que implica principalmente devolver al dominio público los recursos naturales, los resultados de la investigación y el desarrollo, otros bienes comunes de la humanidad y los sectores estratégicos de la economía, como la producción y la distribución de la energía (con el fin de combatirla crisis ecológica), los bancos y las aseguradoras (con el fin de crear un servicio público de crédito, ahorro, inversión y seguros) y otros sectores de una importancia vital para la sociedad.
  • 
 Abandonar el sistema capitalista basado en la búsqueda del máximo beneficio privado, el crecimiento y el individualismo, para construir una sociedad donde las necesidades sociales y medioambientales guíen las decisiones políticas.


8. El CADTM por la autoemancipación de las oprimidos y las oprimidas

Para lograr estos cambios y conseguir la emancipación social, el CADTM Internacional considera que son los propios pueblos los que deben asumir el reto del cambio. Los pueblos no deben ser liberados, sino que deben liberarse a sí mismos. Por otra parte, la experiencia nos demuestra que no hay que esperar que las minorías privilegiadas se hagan cargo del bienestar de la población. Como se afirma en el Llamamiento de la Bastilla de 1989, «solo la solidaridad de los pueblos puede acabar con el poder del imperialismo económico. Esta solidaridad excluye por completo el apoyo a regímenes que empobrezcan a sus países, acallen la voz de sus pueblos y pisoteen sus derechos.» El fortalecimiento de los movimientos sociales es una prioridad para el CADTM que, partiendo de un enfoque internacionalista, participa en la construcción de un movimiento popular amplio, consciente, crítico y movilizado. Convencido de la necesidad de que las luchas emancipadoras converjan, el CADTM Internacional apoya a todas las organizaciones y coaliciones que luchen por la igualdad, la justicia social y la preservación de la naturaleza y de la paz. El CADTM colabora con todas las estructuras y movimientos que luchan contra las violencias, el acoso, y todas las discriminaciones contra las mujeres, contra las personas LGTBIQ+ y contra todas las minorías oprimidas.


CADTM