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La pandemia ha desnudado “al rey” del neoliberalismo europeo
por Eric Toussaint , Miguel Urbán Crespo
27 de julio de 2020

Miguel Urban, eurodiputado, miembro de Anticapitalistas, entrevistado por Eric Toussaint.

¿Cuál es el objetivo de la iniciativa Tasa Covid por una parte al nivel europeo y por otra de manera complementaria al nivel del Estado español?

A lo largo de esta última década hemos visto cómo desde las instituciones europeas y los gobiernos nacionales se rescataban bancos mientras se dejaba hundirse a millones de familias, se sometía a los pueblos del sur de Europa a una auténtica doctrina del shock neoliberal y se intervenía sus economías, suspendiendo de facto su soberanía. Diez años que han supuesto una década perdida para las clases populares, pero una época de ganancias para las grandes corporaciones que no han parado de aumentar sus beneficios y su poder. Un tiempo marcado por la combinación de escasez y desigualdad, donde la pérdida de peso de las rentas del trabajo en favor de las del capital reluce de forma especialmente sangrante. Tiempos de oligarquización acelerada del poder, un fenómeno que se erige a la vez como resultado, causa y eje central del nuevo ciclo histórico que viven Europa en general y España en particular.

La evasión y la elusión fiscal de las grandes fortunas y multinacionales está en el corazón tanto del vertiginoso aumento de la desigualdad en todo el mundo como de la tendencial carestía financiera de los Estados. La propia arquitectura económica de la UE promueve, en un marco de libertad de movimiento de capitales y sin armonización fiscal, regímenes fiscales dispares en su seno, propiciando así una devaluación fiscal permanente. De la misma forma, cuenta con sus propias estructuras offshore y un entramado regulatorio cuyos desniveles, permisividades y estímulos en la sombra potencian esta evasión y elusión que de facto beneficia sólo a los grandes capitales, rentistas y familias más ricas, en perjuicio de las mayorías populares. Un proyecto europeo de la desigualdad, de millonarios a costa de millones de pobres.

Pero además de consecuencia, la concentración creciente de la renta y la riqueza también fue causa y motor de la crisis que aún no hemos abandonado para ver llegar la siguiente. Las políticas económicas aplicadas por las instituciones comunitarias y por los gobiernos de los Estados miembros han producido una masiva transferencia de recursos de abajo arriba. Una socialización de las pérdidas antes, durante y después de la crisis. ¿Y ahora, con la que se avecina, qué?

Si queremos que esta vez la historia sea diferente, tenemos que plantar cara de forma decidida a la revuelta de los privilegiados: ese puñado de multimillonarios y multinacionales que se niega a pagar impuestos, practicando un auténtico terrorismo fiscal con la ayuda cómplice de gobiernos y principales partidos, mientras se dedica a denunciar o a amenazar directamente a quien denuncia sus prácticas de desfalco de las finanzas públicas.

Porque enfrentar la pandemia social que se avecina pasa ineludiblemente por el combate de la desigualdad, de todas las desigualdades crecientes, plurales e interconectadas, interviniendo en las realidades que son fuente y reflejo de esa desigualdad, como la fiscalidad, la precariedad, la austeridad o el poder corporativo. En definitiva, volver a poner en el centro del debate la redistribución de la riqueza y de los recursos como eje central de un programa ecosocialista. Este es el objetivo principal de la Tasa Covid: intervenir en el debate público sobre la reconstrucción post-covid con una propuesta concreta que sitúe el reparto de la riqueza como un elemento central frente a la lógica neoliberal imperante que solo discute sobre el modelo de endeudamiento como única forma de aumentar el gasto. A nivel europeo, la Tasa Covid se introduce justamente en este debate sobre la mutualización o no de las deudas, sobre la financiación del fondo de reconstrucción, planteando una iniciativa concreta a nivel europeo que choque con la propia arquitectura de la UE desde una perspectiva redistributiva, solidaria e internacionalista. Una forma de impugnar la UE, pero también de construir una Europa diferente desde la movilización entorno a una propuesta concreta que no debería quedarse ahí, sino que debería evolucionar hacia un programa de emergencia social para enfrentar la crisis.

De hecho, en el Estado español, desde Anticapitalistas lanzamos la idea de una Tasa Covid en el marco de una campaña más amplia titulada ¡Que Paguen los Ricos!, donde abordamos cuestiones de fiscalidad y reparto de la riqueza, de nacionalización de sectores estratégicos de la economía, de reparto de los trabajos y disminución del tiempo del trabajo, y de cambio de modelo productivo. Pero justamente empezar con la Tasa Covid nos ha permitido situar en el debate público y en el conjunto de la izquierda del Estado español la necesidad del reparto de la riqueza. De tal forma que el conjunto de la izquierda se ha reapropiado de la idea con distintas formulaciones, hasta tal punto que incluso el PSOE se ha visto forzado a salir en público rechazando las diferentes propuestas de impuestos a los grandes fortunas y beneficios empresariales.

Se entiende la importancia de tasar los ricos y las grandes empresas pero por qué entrar en detalles sobre el porcentaje.

Llevamos tres décadas a la defensiva. Precisamente porque estamos en pleno proceso de reconfiguración, tenemos que mover ficha. Más morder que lamernos las heridas. Muchos de los consensos neoliberales están hoy en cuestión. Es el momento de practicar una doctrina del shock contra las elites y en favor de las y los de abajo. Poner encima de la mesa el reparto de la riqueza y los trabajos como elemento central de la discusión política; preguntar abiertamente quién va a pagar la próxima crisis; señalar la revuelta de los privilegiados que se sienten en el derecho de no pagar impuestos o de esconder sus tesoros en cloacas fiscales. Pero esa ventana no durará mucho abierta. Ya vimos cuánto duraron las promesas de “refundación del capitalismo” que hicieron Sarkozy y compañía en 2008, cómo y al final se tradujo en una vuelta de tuerca de las mismas políticas que nos habían llevado al desastre.

Por eso creíamos que era necesario no solo consignas o manifiestos sobre la crisis y sus alternativas. Sino también una herramienta concreta, aterrizada, de urgencia y útil, pero que mire alto: tan alto que cuestione el modelo de construcción de la Europa neoliberal o, lo que es prácticamente lo mismo, que cuestione el acaparamiento creciente del conjunto de los recursos por parte de una minoría peligrosa. En la lucha por esa otra Europa de la que tanto hablamos será central el combate contra la desigualdad y por el reparto de la riqueza. Evidentemente, para esa batalla no bastará con la aplicación de estas tasas europeas de emergencia Covid-19. El desafío es mucho más amplio. Pero por algún sitio hay que empezar. Y quizás vaya siendo hora de poner encima de la mesa propuestas concretas. Tenemos que colocar la lucha por el reparto de la riqueza en el centro del debate y de la acción política. Solo así podremos conseguir que esta vez la crisis no la paguen las clases populares. Esta vez, que paguen los ricos. Esa es la idea fuerza que puede arrastrar al resto. Los porcentajes son cuestiones técnicas, importantes sin duda, pero que no movilizan.

¿Cuál es tu posición sobre o que hay que hacer respecto a los paraísos fiscales?

La evasión y la elusión fiscal no son casos aislados o coyunturales: entrañan un fenómeno estructural del capitalismo líquido de nuestro tiempo, íntimamente ligado a la ofensiva neoliberal que desde hace décadas azota nuestras economías. Un entramado de elusión y evasión que no podría funcionar sin una red de guaridas fiscales al margen de las obligaciones tributarias. Y decimos “guaridas”, por no decir directamente “cloacas”, porque llamarlas “paraísos fiscales” sería aceptar la gramática de la misma minoría peligrosa para quienes esos lugares resultan paradisíacos. Gracias a estos lugares donde la lex mercatoria impera sobre cualquier otro derecho, a la ingeniería contable y a recovecos legales, un puñado de privilegiados ha encontrado numerosas fisuras para ocultar o disimular una proporción sustancial de sus fortunas. Y hoy todo el sistema hace aguas por esas grietas. Según todos los estudios, nunca ha habido tanto dinero en guaridas fiscales como hoy.

La lucha contra estas cloacas fiscales debería ser hoy un elemento central en el combate contra la desigualdad y por la democracia. Una lucha que podemos empezar poniendo en práctica una serie de medidas concretas que ataquen la raíz del problema en varias esferas y niveles de acción:

En el marco de la UE se debería revisar y modificar (siguiendo, por ejemplo, los criterios del propio Parlamento Europeo o de organizaciones sociales como Oxfam, Tax Justice Network o Gestha, el sindicato de técnicos de Hacienda de España) la lista de terceras jurisdicciones que no cooperan en materia fiscal. Esto serviría para tener un primer repertorio real de paraísos fiscales común para toda la UE, en lugar de los anteriores índices nacionales que elaboraban algunos Estados o del actual listado de la Comisión Europea, que pretendía ser una lista negra pero ha terminado siendo una lista para blanquear paraísos fiscales. De los 15 paraísos fiscales más utilizados por las multinacionales, solo uno aparece en esa recopilación de la Comisión. Contar con una lista veraz de guaridas fiscales, que señale también a quienes operan en el marco de la UE, sería un primer paso necesario para aislar comercial y económicamente a quienes fomenten y/o se beneficien de este entramado fiscal, sancionando a quienes operen en ellos e investigando hasta el fondo a la gran banca y a los intermediarios cómplices que aprovechan el secreto bancario –que también habría que eliminar– y se saltan sistemáticamente cualquier práctica normativizada de diligencia debida para así hacer de la evasión y de la elusión fiscal un negocio redondo. Y para que estas medidas perduren en el tiempo, habría que aplicar sanciones disuasorias que incluyan la retirada de la licencia bancaria. Además, es fundamental aplicar una normativa contable homogénea que obligue a las multinacionales a presentar información económica relevante estructurada por su base de negocio y de actividad real por país, para tributar en cada territorio en base a la presencia de personal, capital físico y beneficios efectivos extraídos en el mismo, evitando el abuso en los precios de transferencia.

En segundo lugar, y como plan B por si la UE se niega a sancionar a las guaridas fiscales que actúan en su seno, escenario lamentablemente muy probable, se podría establecer de forma coordinada entre algunos Estados miembros sanciones comerciales a los países que operan como paraíso fiscal, empezando por Países Bajos o Luxemburgo y siguiendo por Suiza. Con una alianza firme de varios países del sur de Europa se podría obligar a estos Estados a abandonar el secreto bancario y a cooperar fiscalmente, usando el argumento de que las pérdidas resultantes de este cambio de prácticas serían menores que las derivadas de las sanciones comerciales que cabría imponer en caso de que no cooperasen.

A nivel estatal también debemos actuar. Mientras la UE se decide a actualizar su lista negra de paraísos fiscales, se podría avanzar en este sentido en el Estado español, siguiendo los mismos criterios antes citados y contribuyendo así a dar ejemplo e incitar a otros países a sumarse. Esto implicaría y permitiría prohibir las ayudas a empresas que operen o tengan filiales y/o sucursales en guaridas fiscales. Igualmente se podría incluir la evasión y la elusión fiscal entre los criterios que inhabilitarían a una empresa para concurrir en procesos de contratación pública, medida que podría replicarse a nivel autonómico y municipal. Otra medida asequible sería prohibir por ley las amnistías fiscales. Y, en fin, siguiendo con la lista de propuestas al alcance de la mano de un gobierno que se pretenda “del cambio”, se podrían establecer sanciones a los bancos e intermediarios financieros que operan en estos territorios extraterritoriales como facilitadores y/o beneficiarios de la evasión y elusión fiscal.

Pero sería ingenuo e irresponsable que la sociedad civil confiase todo a la acción de las instituciones para combatir la lacra de la evasión, la elusión o las guaridas fiscales. Más aún cuando lo poco que se ha avanzado hasta ahora ha venido a golpe de filtración periodística y de escándalos que implicaban a una clase político-empresarial que ya no necesita ni puertas giratorias para conectar su loft compartido. Para evitar que un puñado de medidas cosméticas intenten tapar el hedor que sale de esas cloacas, resulta fundamental que la sociedad civil asuma el protagonismo de este combate y se movilice decididamente por la justicia fiscal y el reparto de la riqueza, con campañas de señalamiento y boicot a estas empresas y multimillonarios. En este sentido es tan interesante como inspiradora la campaña de ocupaciones de tiendas Apple que realizó Attac Francia hace unos años. Escraches y señalamientos a los bufetes, consultoras y bancos que operan y son intermediarios necesarios en la elusión y evasión fiscal contribuirían a dañar la imagen corporativa de estas multinacionales, precisamente uno de sus principales activos en estos tiempos de capitalismo líquido.

¿Qué dice el llamado sobre la deuda?

Sabemos que la emergencia médica, social y económica de la pandemia del Coronavirus requiere una respuesta urgente e inmediata. De hecho, ya se han movilizando miles de millones de euros con este fin que están engordando una deuda inasumible para los Estados y que lastra la capacidad de enfrentar esta situación. Por ello creemos fundamental que el Banco Central Europeo (BCE) cancele todas las deudas de los Estados Miembro destinadas a luchar contra las causas y los efectos de la pandemia o, en su defecto, que sean transformadas en «deuda permanente» desvinculada de los presupuestos actuales. Mientras tanto y como una forma de presión para que esta medida se lleve a cabo, proponemos el impago unilateral por parte de los Estados, así como una auditoria ciudadana del conjunto de la deuda con vistas al repudio de la parte ilegítima. La deuda sigue siendo uno de los elementos claves para entender la crisis de la UE. Una auténtica camisa de fuerza para los países del sur con la que es fundamental romper si queremos darle la vuelta a Europa.

¿Quiénes son las personas firmantes?

Inicialmente el manifiesto fue firmado por 45 personalidades provenientes del mundo sindical, social, político e intelectual de varios países europeos. Entre los nombres encontramos por ejemplo a Susan George, Eric Toussaint, Christophe Aguiton o Eleonora Forenza. Desde el lanzamiento, hemos recibido decenas de nuevas firmas provenientes de diversos países y ámbitos de acción política. En los próximos pasos abriremos los apoyos a organizaciones y público en general. Y más allá de los nombres y de su número, es importante la acogida que estamos recibiendo desde países del norte de Europa, muchos de los conocidos como “frugales”, contribuyendo así a romper esa falsa fractura norte-sur de Europa, que esconde los intereses comunes de las élites de uno y otro país frente a los puentes necesarios y agenda compartida que debemos levantar las clases populares y trabajadoras de los cuatro puntos cardinales de Europea.

¿Tenéis un calendario?

Durante el verano cerraremos la recogida de esta segunda fase de firmas, tras la cual valoraremos cómo proseguir según los apoyos recibidos y la situación sanitaria. La idea sería plantear algún tipo de encuentro, presencial o telemático, en otoño para seguir avanzando más coralmente e ir reconstruyendo lazos entre organizaciones y espacios en lucha.

Como eurodiputado anticapitalista ¿Cuál es tu papel en el Parlamento Europeo?

Nuestra primera función es constatar y contribuir modesta pero decididamente a romper los enormes y sólidos consensos que existen en el Parlamento y en las instituciones europeas en general sobre muchas cuestiones: el papel de Europa en el mundo, la incapacidad de concebir la economía o la sociedad a través de mecanismos diferentes del mercado o los supuestos valores que la UE “aporta” a la humanidad con su acción exterior, entre otros muchos asuntos. La Gran Coalición de social-liberales y democristianos que tradicionalmente ha cogobernado el Parlamento Europeo y la mayoría de países europeos se ha ampliado e incluye hoy a liberales y buena parte de los verdes, mientras tiende la mano a la derecha reaccionaria cada día más euro-reformista. Todo esto conforma un núcleo de poder bien robusto y perfectamente alineado con el resto de élites económicas y políticas europeas. Nuestra primera tarea es romper el cerco que intenta minorizar aún más nuestras posiciones estadísticamente minoritarias. El problema es que, incluso dentro de la izquierda, hay quienes consideran que eso se hace integrándose a cualquier precio en los consensos de ese extremo centro de la Gran Coalición neoliberal.

Nuestro segundo papel, y esto es común para cualquier anticapitalista en cualquier institución, es no sucumbir a los encantos y peligros de una institución como el Parlamento Europeo. Ya no solo por los riesgos de acomodarte o de contagiarte por el clasismo, el cinismo y la soberbia que marcan a fuego esa institución y contra las que hay que vacunarse a diario, sino porque existe un peligro real de quedar atrapados en el juego parlamentario, pensando que es lo más importante, consumiendo el grueso de unos recursos escasos que, sin embargo, hay que poner en otros frentes. Ser consciente de tu posición minoritaria es fundamental para no hacer del escaño un fin en sí mismo, sino una palanca para trabajar dentro, pero sobre todo fuera del Parlamento, impulsado propuestas y movimientos que chocan frontalmente con la lógica e intereses de la UE realmente existente.

¿Cómo lo concibes?

En primer lugar, la pregunta, y por lo tanto la respuesta, deben formularse en plural: nosotros, como Anticapilistas y como corriente internacional, concebimos el trabajo institucional como un frente más, importante pero no indispensable, y sobre todo estéril si no se acompaña de un movimiento social organizado y de lucha fuera de las instituciones. Acompañar a esas luchas, darles apoyo y aprender de ellas, articular acción política y social, o contribuir a su despegue, es una parte fundamental de nuestra concepción del trabajo institucional y de nuestro papel allí dentro. Además, una institución como el Parlamento Europeo aporta dos elementos interesantes más: una perspectiva territorial ampliada, a escala europea, y una perspectiva temporal que permite anticipar algunos ataques del capital que poco después aterrizan a las escalas nacional y local. Tener presencia en esa institución es útil de cara a situar a otros actores y establecer alianzas, y para preparar el terreno para nuevos campos de batalla.

Después del fracaso de la estrategia del núcleo de dirección de Syriza en Grecia: ¿La participación de Unidas Podemos al gobierno Sánchez sigue en la misma línea o es diferente?

La experiencia griega es, o debería ser, la gran lección política del último periodo. Podemos de hecho establecer un parteaguas dentro de la izquierda europea según cómo interpretan y se posicionaron entonces y desde entonces con respecto a la experiencia de gobierno de Syriza. Las diferencias estratégicas de fondo que han terminado de cristalizar nuestra salida como Anticapitalistas de Podemos están íntimamente conectadas con las discusiones que ya manteníamos durante la situación en Grecia en 2015. En el caso español, desde Anticapitalistas teníamos muy claro que entrar en minoría en un gobierno dirigido por el social-liberalismo tenía muchos riesgos, pero principalmente tres: 1) revitaliza al PSOE como actor del cambio a pesar de que el ciclo 15M había tenido como uno de sus principales ejes la impugnación del bipartidismo y sus políticas, de las que el PSOE es un pilar fundamental y el gran “partido de Estado” en el Estado español; 2) envejece y desactiva a Podemos como fuerza transformadora, arrinconándola al ámbito institucional y sometida a la mayoría del gobierno social-liberal; y 3) entrega a la derecha y a la extrema derecha el monopolio de la oposición y la canalización potencial del malestar que se derive de la gestión de la nueva crisis que ya está aquí. Hubiese sido más sencillo apoyar desde fuera la conformación de un gobierno en minoría del PSOE y seguir haciendo oposición dentro y fuera del Parlamento español, con los movimientos y sin los actuales compromisos derivados de formar parte del gobierno.

También habéis lanzando una campaña para la nacionalización de varios sectores estratégicos: ¿Cuáles son? ¿Big pharma, energía, bancos, otros?

Esta pandemia ha desnudado las vergüenzas del capitalismo. Las insuficiencias del capitalismo para afrontar el reto de proteger a las clases populares y salvaguardar las vidas han quedado demostradas. Son tiempos para analizar las consecuencias de años continuados de recortes a lo público. El derecho a la salud ha sido cercenado por las políticas neoliberales. Y el coste de esta pandemia no es solo económico, sino que sobre todo se cifra en cientos de miles de vidas.

La pandemia también ha desnudado “al rey” del neoliberalismo europeo. En plena crisis vírica vimos que en Europa no había manera de fabricar el material necesario de emergencia para combatir la Covid-19, como consecuencia de años de deslocalización y desindustrialización. Europa necesita una reindustralización acorde con un cambio de modelo productivo social y ecológicamente justo. La economía tiene que estar al servicio de la vida, y no para engordar los beneficios privados. Es sin duda una de las grandes lecciones de esta crisis. Para ello es fundamental por la nacionalización de sectores estrategicos bajo control social para asegurar el bien común. Por ello desde Anticapitalistas hemos lanzado una campaña de agitación y propaganda sobre la necesidad de la nacionalización de sectores estrategicos y cambio de modelo productivo, incluso con diferentes propuestas concretas como el caso de las factorías que Nissan pretende cerrar en Cataluña.

El capitalismo está en una onda larga depresiva, provocada por una crisis de rentabilidad, cuya principal causa es la tendencia descendente de la tasa de ganancia. Ante esta permanente dificultad para levantar el vuelo, el capitalismo ha buscado, como sistemáticamente viene haciendo, una salida a través de la intensificación de la explotación humana y de la naturaleza en un proceso de devaluación permanente del trabajo y de degradación de la biosfera. Así, será la crisis ecológica la que introduzca, como ya lo está haciendo, nuevos límites al desarrollismo capitalista, pero también nuevos límites a los ciclos transformadores y sus estrategias. En este sentido es fundamental levantar un nuevo internacionalismo solidario y militante que pueda construir un proyecto ecosocialista que responda desde los diferentes contextos y particularidades regionales al reto común de enfrentar un escenario post-capitalista.


Eric Toussaint

doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos: Banco Mundial. Una historia crítica, El Viejo Topo, 2022 Capitulación entre adultos. Grecia 2015: Una alternativa era posible, El Viejo Topo, Barcelona, 2020; Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Ha sido miembro de la Comisión de Auditoria Integral del Crédito (CAIC) del Ecuador en 2007-2011.
Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015.

Miguel Urbán Crespo

Diputado europeo por Anticapitalistas y miembro del grupo parlamentario The Left en el Parlamento Europeo.