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La solución europea a la crisis desde el punto de vista de la financiarización
por Mats Lucia Bayer
10 de septiembre de 2021

Desde su anuncio en abril de 2020 y tras largas negociaciones y ajustes de los planes de acción nacionales entre los países miembros y la Comisión Europea,esta última ha aprobado el pasado15de Junio el envío de las partidas correspondientes al plan Next Generation EU y en particular al Fondo de Recuperación y Resiliencia al Estado español y Portugal [1]. El presupuesto total del plan asciende, a fecha de publicación de este artículo, a 806 mil millones de € (siendo el presupuesto inicial de 750 mil millones). De este total, la UE prevé transferir en el año 2021 355.665 millones de euros a los países miembros, que corresponderánseguramentecon la parte que representan las subvenciones [2].

El fondo Next Generation EU, sumado al Marco Financiero Plurianual (el presupuesto de la UE para el período 2021-2027) comprenden un total 1,8 billones de euros. Se trata el mayor paquete de inversiones jamás impulsado por parte de la UE, siendo un hito para la institución. En particular, la superación de la barrera en lo que respecta a la mutualización de la deuda (uno de los grandes tabúes durante la pasada crisis) ha sido presentado como un salto hacia adelante en la integración europea. Más allá de las cuantías, el hecho en sí de haber llegado a un acuerdo entre los 27 estados se defiende como un gran éxito político. Sin embargo, la supuesta política redistributiva en el seno de la UE se ve parcialmente anulada por el hecho que los países con gobiernos reticentes a la aplicación de estas políticas como Austria, Países Bajos, o Finlandia deberán contribuir menos a la UE en los próximos años. Una vez más, el discurso vuelve a chocar con respecto a los procesos reales.

Desde la UE como desde gobiernos como el español se insiste en el cambio de rumbo en las recetas para hacer frente a la crisis.Desdela izquierda en el gobierno,tomando como referencia la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (principal camisa de fuerza para las finanzas de los Estados)se harelacionadoeste “cambio de rumbo”con el fin del neoliberalismo,e incluso como “victoria” frente a la doctrina de la austeridad [3].Más allá de los matices, el plan Next Generation EUse caracteriza por haber conseguido generar un amplísimo consenso a través del espectro político.No sólo en el Estado español, sino también en Italia(país más beneficiado por los fondos), donde incluso la Lega de Matteo Salvini ha apostado por integrarse en el gobierno con el fin de poder gestionar los fondos que le corresponden a este país [4].

La comunicación en torno al plan europeo de recuperación tiende cultivar la ilusión óptica de que es posible llevar a cabo una política que no se base en el ajuste sin poner en duda de forma definitiva los tratados europeos y las reglas básicas mediante las cuales ha funcionado la economía europea enlas últimas tres décadas.Gracias al trabajo de organizaciones militantescomoObservatori del Deute en laGlobalització, OMAL, Ecologistas en acción,CADTM,se handesgranadoalgunosde los detalles de un entramado jurídico complejo, pudiendo dar a conocerinformaciones que se iban publicando con el fin de poder analizarlas, entenderlas, y alertar sobre sus entresijos y riesgos [5].Este trabajo es crucial para poder trascenderlos discursosoficialesdel Gobierno y de la UE, y de entender que, tomando como ejemplocaso español,los Fondos de Recuperaciónactúanante todocomouna vía para apuntalar los intereses degrandes empresas.

La política de las instituciones se enmarca en un contexto de crisis del capitalismo, cuya dimensión multidimensional ya explicamos en textos anteriores [6]. El objetivo de este artículo no es tanto el exponer las contradicciones del propio plan Next Generation EU(trabajo que ya ha sido realizado por otras organizaciones)como poner en perspectiva este plan con respecto al conjunto de estrategias puestas en marcha para “paliar los efectos de la pandemia” y cómo podemos entenderlo desde el punto de vista de la crisis de la deuda. Al situar este plan entre el conjunto de estrategias puestas en marcha a nivel europeo, también podremos igualmente una perspectiva histórica dentro de la crisis crónica del capitalismo.

La deuda que esconden los “fondos europeos”

Una de las grandes novedades del plan Next Generation EU son las llamadas “subvenciones a fondo perdido”,peroque en realidad están sometidas a importantes condiciones de reformas estructurales como pueda ser en materia de pensiones.Es preciso recordar el tamaño limitado de esta partida en el conjunto de las políticas previstas por parte de la UE:lassubvenciones representan la partida menor (el 45%) del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia(el resto está compuesto por préstamos).Sin embargo, los planes de recuperación presentados por los países miembros a la Comisión Europea recogen proyectos relacionados casi únicamente con las subvenciones.Las razones son múltiples: por una parte, la política monetaria del BCE hace que para algunos países (especialmente a los países de Europa central [7]) resulte más atractivo endeudarse directamente en los mercados financieros que pasar por el mecanismo de deuda mutualizada; por otro lado, el fantasma de la crisis de la deuda sigue presente en Europa, por lo quelos estados miembros prefierenque se focalice la atención enlas“subvenciones”.

Como hemos comentado, la política monetaria está jugando un papel importante en la financiación actual de los estados. De hecho, el Banco Central Europeo ha superado con creces a la Comisión Europea en materia de estímulos, de modo que, hasta la fecha, el grueso de las políticas adoptadas por la UE para paliar los efectos de la pandemia sehan idocentrandoen garantizar la estabilidad de los mercados financieros.Estos mercados empezaron a tambalearse aprincipios de marzo de 2020cuando la pandemia se comenzó a extender por Europa y EEUU,sufriendo en una semana caídas de en torno al 12% de su curso bursátil [8]. El BCE, con Christine Lagarde al mando,estuvo alerta yactuó ante las primeras señales deuna posiblecrisis financiera. Basándose en los programas de compra deactivos que había lanzado durante la pasada década, el BCE,puso en marchaen marzo de 2020 los programas de compra de activos PEPP y CSPP [9], fijándose en un principio la meta de comprar activos por un valor de 750 mil millones de euros (montante equivalente a del plan Next Generation EU) [10].Las posibles comparaciones no acaban ahí: mientras que la Comisión Europea defiende haber puesto en marcha2,018billones de euros para el período 2021 – 2027 (fruto de la suma del presupuesto de la UE y del plan Next Generation EU), el BCEse ha fijado un tope de 1,85 billones de los que ha gastado, en 14 meses, 1,185billones de euros en activos bajo los dos programas citados [11].

El funcionamiento del Quantitative Easing

Los programas de compra de activos, llamados Quantitative Easing o flexibilidad cuantitativa, se han centrado esencialmente en comprar deuda pública de los países miembros, y en menor medida, deuda de grandes empresas europeas. El principio de esta política radica en que, mediante la compra de estos activos, se generan reservas adicionales en las cuentas de los bancos centrales, de modo que la banca privada, de la cual se adquieren estos bonos, puede seguir prestando dinero. Sobre el papel, la teoría sobre la cual se sustenta esta política parte de la base que nos encontramos ante una escasez permanente de liquidez. Así se defiende que al liberar parte de las reservas de los bancos, estos dispondrán de una mayor liquidez, lo cual permitirá que las PYMES y los hogares pudieran acceder a financiación, permitiendo así el invertir y crear empleo. En la práctica, lo que ha ocurrido es más bien lo contrario, la zona euro se encuentra desde la crisis del 2008 en una situación de saturación de liquidez y de falta espacios en los cuales invertir de manera duradera. Los programas de QE impulsados por el BCE lo que han llevado es que los títulos de deuda pública o los mercados inmobiliarios actúen como valores refugio, tal y como lo está siendo la vivienda a lo largo y ancho de la UE. En conclusión, desde hace siete años estas políticas han jugado un papel clave para que los mercados financieros pudieran aguantar sin desplomarse [12].

Los programas de compra de activos PEPP y CSPP suceden a los programas lanzado en 2015 (llamados PSPP y CSPP en aquel entonces) bajo el mandato de Mario Draghi, cuando apostó por políticas basadas en la “flexibilidad cuantitativa” (o quantitative easing– QE –en inglés). Estos programas permitían aumentar las reservas de los bancos en los bancos centrales, “liberando” así liquidez que las entidades bancarias pueden invertir en otros sectores. En paralelo, el BCE ha mantenido los tipos de interés al mínimo, permitiendo a los bancos a tomar prestado dinero a costes mínimos [13]. La política del QE se basa en el principio de quelas grandes cantidades de capital liberadas mediante la compra de activos de deuda pueden ser reinvertidas en la sociedad para que la economía crezca y las empresas puedan crear empleo [14]. En el contexto de la pandemia, la compra de activos estaba orientada aevitar que los mercados financieros colapsaran y que los estados pudiesen socorrer al gran capital. Aunada a la suspensión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, la política de QE ha permitido a los estados el socorrer a las empresas, pudiendo financiar el pago de sueldos (subvencionando los ERTE), avalar aplazamientos de alquileres en algunos casos (comerciales y en algunos casos residenciales), lanzar paquetes de ayudas para algunos sectores, etc. Además, muchas de grandes empresas, algunas de ellas “zombis” (insolventes), accedieron a créditos baratos, de manera que pudieron financiarse para hacer frente a la pérdida de actividad económica. Como muestra la ilustración 1, el número de empresas“zombis”en la economía española podría superar el 20%, mientras que en Francia podría incluso acercarse al 30%.

Illustration1. Part d'entreprises zombies sur le total; probabilité qu'elles continuent à rester “zombies”.

El resultado de estas políticas redunda en que el BCE es, a día de hoy, el mayor acreedor de los países miembros de la UE, con más de 1,1 billones de euros de activos soberanos en sus cuentas únicamente bajo el programa PEPP (a los cuales se añaden más de 2,7 billones del programa PSPP). Dicho de otro modo, a finales de 2020, mediante los programas de compra de bonos del BCE, los bancos centrales poseían 20,38 % de la deuda soberana de los países de la zona euro [15]. Hay que subrayar que la distribución de estas compras es desigual, como se puede apreciar enla Tabla 1:

Tabla1: Porcentaje de deudas soberanas en manos del BCE. Fuente: ECB Statistical Data Warehouse [16]

País% de deuda en manos del BCE
Alemania 15,6%
Austria 17,9%
Bélgica 18,3%
Estado español 28%
Francia 20.6%
Italia 33,6%
Portugal 25%

En definitiva, la deuda juega, una vez más, un papel clave para que los grandes capitales privados (de los cuales muchos de ellos se encuentran en empresas zombis) puedan amortiguar esta crisis. Pero, como hemos constatado en los últimos seis años, esta política se basa en una contradicción enorme: permite aplazar la crisis pero no la consigue resolver. Mediante el comodín del QE, el BCE ha permitido que los países se endeuden (la deuda pública ha alcanzado casi el 100% del PIB de la zona euro en 2020 [17]) evitando además que el sistema financiero europeo implosione durante el primer año de la pandemia. Sin embargo, la compra masiva de bonos de deuda por parte del BCE ha expuesto a este banco central a una paradoja con respecto a sus propias reglas, quien tiene estatutariamente prohibido prestar directamente a los estados miembros. Teniendo en cuenta el contexto de crisis económica y social que se extiende por toda Europa, parecería lógico que el BCE pudiese anular las deudas que posee de los estados miembros [18]. Sin embargo, desde el BCE se ha negado directa e inmediatamente esta posibilidad, lo que le permitirá ejercer una fuerte presión sobre los estados como principal acreedor. Así, mientras que la deuda mutualizada por parte de la UE se pretende financiar con préstamos a largo plazo, la mayoría de las deudas contraídas por los estados están destinadas a hacer frente a gastos urgentes (como los mencionados con anterioridad) y son en consecuencia deudas a corto plazo [19]. Los países miembros son a día de hoy extremadamente dependientes del BCE. Esta situación tan delicada provoca desacuerdos entre los países que desean alargar lo máximo posible este paréntesis, sin que haya una fecha de “vuelta a la normalidad neoliberal” y las voces que piden una vuelta a las políticas de ajuste lo más rápida posible, como lo demuestran los dos recursos que el tribunal constitucional alemán ha tramitado con respecto de las políticas de compra de activos del BCE en 2020 y en contra del plan Next Generation EU en 2021 [20].

Es inevitable que en los próximos meses o años se aviven los discursos sobre una nueva crisis de la deuda, y que algunos estados miembros decidan o se vean obligados a pedir un rescate. Bajo esa perspectiva, es posible que se intente cuadrar este tipo de rescates dentro de los planes de recuperación ya existentes y que la partida de préstamos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia juegue el papel de fondo de rescate para países como Italia o el Estado español. En todo caso, más allá de esta hipótesis, los cambios en los mecanismos de regulación financiera que la UE lleva operando en los últimos años buscan darle un papel central e imprescindible a los mercados financieros como espacios de gestión y minimización de los riesgos ante una posible crisis de la deuda. Dicho de otro modo, la perspectiva de nueva crisis de la deuda pública y privada está siendo anticipada como una oportunidad de negocio.

Las políticas de la UE y el papel de fondos especulativos: la centralidad de los mercados financieros en la Unión Europea.

La crisis financiera de 2007 – 2008 supuso un choque de realidad para un capitalismo que había intentado disimular su crisis crónica mediante la multiplicación del capital ficticio. Las economías se asomaron al abismo, y la sostenibilidad de los sistemas bancarios se volvió una de las prioridades para los Estados. Estos rescataron a la banca adquiriendo los activos tóxicos para gestionarlos hasta su vencimiento (como fue el caso del FROB y de la SAREB en el caso español), o mediante la recapitalización de entidades bancarias (como Bankia en el Estado español y Dexia – hoy Belfius – en Bélgica). En este contexto, marcado por la presión política y la necesidad de salvar a la banca, se pusoen marcha en 2009 el Tercer Acuerdo Regulador de Basilea, también llamado Basilea III. Este acuerdo (que incluía a los sectores bancarios de 28 países) buscaba el limitar la exposición de la banca a los llamados productos derivados (foco de riesgo por ser uno de los títulos con los que más se especulaba), obligando a los bancos a aumentar sus reservas, en especial en términos de liquidez. Huelga decir que todas estas restricciones no buscaban resolver las contradicciones del sector financiero sino de apuntalarlo, transmitiendo una imagen de mayor control, que gran parte de la ciudadanía pedía tras la crisis. Desde el punto de vista de los actores financieros, la limitación en términos de la exposición de la banca al riesgo limita su capacidad de ampliar sus negocios. Se instaló así una tensión cada vez más latente entre la voluntad de seguir ampliando los márgenes de beneficio y la voluntad de mantener una mínimas condiciones de estabilidad del sector bancario. Durante la primera mitad de la pasada década, los actores financieros pudieron compensar estas“restricciones” en el ámbito del crédito privado con la especulación sobre las deudas soberanas… que recordemos se habían disparado tras los rescates a la banca.

La regulación de Basilea III es la que ha marcado la evolución del sector bancario durante la pasada década. Como mostramos en un artículo previo [21], tras la llamada “crisis de la deuda” soberana entre 2010 y 2015, el endeudamiento privado tomó la delantera durante la segunda mitad de la pasada década. Anticipando una nueva crisis financiera, la Unión Europea planteó unas pautas para reducir la exposición de bancos europeos a los llamados “préstamos no rentables” o NPL [22](Non-Performing Loans en inglés). El objetivo era el de armonizar el nivel de exposición con los niveles de EEUU y Japón, evitando que superaran el 5% del total de los activos (aunque la media actual en la UE sea de 2,58%, en Chipre y Grecia se supera con creces, con 11,35 y 26,45% respectivamente [23]).

Las propias lógicas del capital financiero han dado a las a que otros actores financieros, menos regulados, se expandiesen, mediante el shadow banking, la compra masiva de viviendas por parte de Socimis, etc. Con ánimo de ampliar el espacio de negocio para estos capitales, y en previsión de que se irían progresivamente abandonando las políticas de Quantitative Easing, se empezó a poner en marcha otro proyecto de amplio alcance: el de la creación de una Unión de Mercadosde Capitales [24]. El objetivo inicial de este proyecto es el de ir desarrollando una estructura normativa que permita a las instituciones financieras operar en cualquier país europeo, reduciendo además la necesidad de provisión de capital para la concesión de préstamos. En resumen, como señalan Engelen y Glasmacher (Enegleny Glasmacher 2018,p.14), la estrategia para paliar una reducciónde la inyección de liquidez fue la de ampliar los mercados en los que los capitales financieros podrían invertir.

Volviendo al contexto de la pandemia, se prevé que las tasas de “préstamos no productivos” se dispare tan pronto como los Estados dejen de apoyar activamente al sector privado. Anticipando esta ola de endeudamiento debida a la pandemia, la Comisión Europea está acelerando las reformas para estandardizar los mercados financieros y flexibilizar los mecanismos para el comercio tanto con los bonos soberanos como en especial con las deudas privadas [25].La política de compra de activos del BCE no ha tenido un impacto significativo en la compra de bonos privados (ABS o Asset Backed Securities) [26] si se compara con el programa de compra de bonos corporativos CSPP. Por ello, la meta es el crear un mercado con títulos estandardizados en Europa, lo cual “facilitará una mayor transparencia” y reforzando atractivo del mercado de los bonos privados. Ávidos de este nuevo espacio de negocio, desde los lobbies del propio sector se pide que se reduzcan aún más las regulaciones y que en especial que se reduzca el nivel del colateral necesario para generar securities [27].En resumen, las políticas monetarias expansivas otorgan la posibilidad a los actores financieros de comerciar con una amplia masa de deudas privadas cuyo lucro será tan alto como dudoso su cobro. Así, mientras que la UE prohibió la creación de productos derivados como los CDS con respecto a la deuda pública, sehan buscado vías alternativas equivalentes de comercio con la deuda bajo la excusa de que se trata de la mejor manera de hacer frente a una nueva crisis de la deuda.

El nodo de todas estas medidas se encuentra en el comercio con los títulos de deuda en los llamados “mercados secundarios”. Según defiende la teoría neoliberal, la existencia de los mercados secundarios permite difuminar el riesgo de algunos de los préstamos mediante la compra y la venta de bonos, de modo que el conjunto de bonos de “peor calidad” no se encuentren en una única entidad bancaria o fondo de inversión. Al mismo tiempo, permiten liberar liquidez que puede ser usada para abrir nuevos circuito de negocio. El argumento presentado a favor de este tipo de estructuras es el mismo quese hautilizado para defender las políticas monetarias de la flexibilización cuantitativa: cuantomásse comercie con bonos de deuda enestos mercados, mayor liquidez se liberará para que sea invertida para el crecimiento de la economía, poniendo el foco en particular en las PYMES. Este razonamiento es tan ilógico como clave para la economía neoliberal: al poder comprar y vender las deudas bajo la forma de bonos, los bancos y otras instituciones de crédito tienden a prestar más de lo que el mercado puede asumir y sobre todo tienden a prestar a mayor riesgo (ya que cuanto mayorse a el riesgo mayor será el rendimiento). Como señala Tombazos (2019,p 77), el análisis fragmentario de la realidad por parte de los discursos dominantes tiende a pensar que el desplazamiento del riesgo equivale a su desaparición. En lugar dedistribuir y difuminar el riesgo, se tiende a especular con las probabilidades de impago de estos bonos, incurriendo de nuevo en unos mayores riesgos.

¿Qué es el mercado secundario [28]?

¿Qué es y cómo funciona el mercado secundario? El mercado secundario fue creado a principios de los años 90, tras la crisis de la deuda de los países de América Latina. Tras las severas crisis de la deuda a las cuales se enfrentaron los países latinoamericanos a principios de los años 80 (como fuera el caso de México y demás), la mayoría de países tuvieron que acudir al FMI a pedir rescates que se transformaron en la obligación de operar graves recortes presupuestarios. A principios de los años 90 la crisis seguía sin estar resuelta, de modo que a iniciativa de EEUU se puso en marcha el “Plan Brady”. Este plan planteaba que, con el objetivo evitar que el sobreendeudamiento de los países latinoamericanos generase una crisis financiera generalizada, los préstamos pudiesen convertir en bonos negociables. Estos productos financieros negociables se llamarían “securities” (valores o títulos financieros), que podían ser comerciados por otro tipo de actores financieros, como los fondos financieros. Así, al convertirse en bonos se generaron productos sobre los cuales se podía generar toda una serie de instrumentos, seguros y demás que podían ser susceptibles de ser utilizados para hacer negocios. El principio sobre el cual se basaría esta política es que, al abrir la puerta a este tipo de mercados, el riesgo se podía dispersar de manera mucho más efectiva entre cientos o incluso miles de inversores. La práctica indica que los actores financieros pueden hacer grandes negocios al comprar bonos por debajo de su precio, lo cual genera importantes presiones importantes sobre los deudores. Desde el plan Brady, la técnica de la “titulización” se ha extendido a los mercados de deudas privadas, de manera que a día de hoy los mercados secundarios son así denominados tanto para las deudas soberanas como para las deudas privadas.

Así, a sabiendas de las consecuencias que puede tener el alimentar mercados que especulen sobre la deuda, las instituciones europeas buscan cuadrar el círculo entre beneficios máximos y limitación del riesgo, pretendiendo dar las máximas garantías a un mercado especulativo. Se establecen las bases para que actores financieros como los bancos y fondos de inversión puedan especular tanto con la montaña de deudas privadas como con la deuda pública. Tan pronto como se vuelva a aplicar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y que los planes de recuperación nacionales tengan que cuadrar con las exigencias del semestre europeo, las agencias de notación podrán establecer las bases del negocio sobre la deuda soberana. El recurso a la mercantilización de estas deudas en este mercado no solo revela una continuidad entre el antes y el después de la crisis de 2008. La gestión de una crisis mediante la conversión de deudas en mercancías comercializables las convierte objeto del mismo fetichismo que cualquier otra mercancía. El legar a los mercados secundarios el papel de espacios de saneamiento de los bancos supone un salto cualitativo en la centralidad de los mercados financieros en la economía.

Conclusiones

La pandemia ha sido la chispa que ha precipitado una crisis que se llevaba fraguandoen el capitalismo los años previos y de cuya inminencia ya habíamos estado teniendo señales [29]. La respuesta puesta en marcha en la Unión Europea tiene una doble vertiente: acompañar algunos de los sectores económicos a través de la crisis y abrir los espacios para los mercados financieros. El plan Next Generation EU es el mayor plande inversión organizado por la UE desde la firma del tratado de Maastricht. Por su tamaño has ido comparado tanto con el Plan Marshall, aunque esta comparación sea de las más equívocas. Los planes de recuperación que los Estados miembros han presentado a la UE muestran que, lejos de implicar una intervención activa del Estado que refuerce el papel del sector público en la economía, es el sector privado quien determina el sentido de los proyectos y que se encarga de su ejecución. La transferencia de recursos que supone el plan Next Generation EU hacia el sector privado,al que no se exigen garantías estrictas en términos sociales, de empleo, ecológicos o igualdad,nos permite anticipar que la deuda derivada de este programa, que será pagada por las y los de abajo, es ilegítima. A nivel productivo, su impacto dependerá de cada Estado miembro: mientras que el Estado español e Italia concentran entre ambos países aproximadamente la mitad de los recursos del Fondo de Recuperación y Resiliencia, Alemania sólotiene previsto pedir 25 mil millones de euros en materia de subvenciones. En todo caso, este fondo servirá como herramienta para ahondar la especialización productiva de cada país en el seno de la UE, que ha solidificado relaciones jerárquicas entre los capitalismos centrales y periféricos.

El marc oanalítico propuesto por David Harvey nos ha demostrado ser útil para entender las dinámicas del capitalismo tardío en crisis, especialmente tras la crisis de 2008. Retomando sus conceptos podemos considerarla estrategia europea para la resolución de su crisis del capitalismo desde la perspectiva dela búsqueda de nuevos “arreglos espaciales”. Estos arreglos los encontramos en las inversiones masivas financiadas o avaladas por el Estado en materia energética y de transportes que inciden directamente en la ordenación del espacio físico, así como de los flujos de mercancías y el desplazamiento de las personas en base a las necesidades de desarrollo del capital. Extendiendo el argumento de Harvey, podemos considerar a partir de las políticas monetarias y la explosión del endeudamiento que el “arreglo espacial” está irremediablemente acompañado por un “arreglo temporal” (que representaría el desplazamiento de las contradicciones del capitalismo en el tiempo). Entonces, en líneas generales, estaríamos ante el mismo tipo de soluciones que las que el capitalismo ha presentado durante las últimas cuatro décadas para sortear temporalmente lo que Ernest Mandel (1979) identificó comouna “onda larga recesiva”. Sin embargo, cabe preguntarse más concretamente ¿hacia dónde podemos suponer que se va a dirigir el capitalismo en Europa si nos atenemos a las políticas impulsadas desde la UE?

En este artículo hemos intentado mostrar la relación entre el plan Next Generation EU las políticas monetarias y financieras que se están llevando a cabo desde la UE, haciendo hincapié en que existe una racionalidad impuesta desde los mercados financieros que permitirá a los mecanismos de la deuda actuar de manera a que los capitales vayan ganando nuevas cuotas de mercado. Así, los mecanismos de la deuda no sólo permiten evitar que el capital tenga que hacer frente al conjunto de sus contradicciones, sino que también permiten acelerar el proceso de concentración de la riqueza, desposeyendo a aquellas personas y a aquellos capitales más expuestos y con menor autonomía financiera. El conjunto de las medidas puestas en marcha por la UE giran en torno a tres principios: abrir nuevos espacios de acumulación (especialmente en el plano energético) mediante un ingente apoyo por parte del sector público que permitan a los grandes capitales europeos mantenerse competitivos con respecto a sus concurrentes internacionales; abrir nuevos espacios al sector privado mediante las políticas de ajuste ligadas a la deuda; permitir que el propio endeudamiento sea un medio de negocio al ampliar las prerrogativas de los mercados financieros. Estos tres principios corresponden con la más pura esencia de los modelos neoliberales de gestión de las crisis del capitalismo. Por ello, es sorprendente que por parte de algunas voces de la izquierda se haya entendido e incluso defendido como una reversión de las políticas que se llevaron a cabo durante la crisis pasada. Más allá de los intereses tácticos de algunas de estas voces, esta interpretación se basa y reproduce un imaginario del neoliberalismo donde el Estado desaparece para dejar todo el espacio al sector privado. El “neoliberalismo realmente existente” nos muestra precisamente a que el Estado juega un papel fundamental en este tipo de capitalismo (Brenner y Theodore, 2002). Quizás, la manera más sucinta y clara de definir la mutación en las relaciones entre Estado y mercados a la que hemos asistido en los últimos 14 meses sea la de “neoliberalismo de Estado”, defendida por Daniel Albarracín [30].

Como explica Shaina Potts (2017) a partir de la experiencia de la crisis de la deuda en América Latina en los años 80, la creación de los mercados secundarios constituía un “arreglo socio-espacial para una economía estimulada por el endeudamiento” (Potts 2017, p 3). Además, el creciente papel que jugaron a partir de entonces los mercados secundarios inscribía la racionalidad neoliberal y financiera en el funcionamiento de la política pública, sometiendo el conjunto de las políticas al reembolso, y la a renegociación de la deuda con los actores financieros.Tanto a nivel de la deuda pública como privada, los mercados financieros (y en especial los mercados secundarios) son potentes palancas para la “acumulación por desposesión” (Harvey2004). Esta dinámica de concentración del capital se corresponde con el propio desarrollo plan Next Generation EU en estados como el español, que protege a ciertas grandes empresas mediante subvenciones y avales para préstamos. Es posible que este modelo permita mantener momentáneamente las tasas debeneficios –algo que se puede lograr por el aumento de la tasa de explotación y la reducción de la competencia, mediante la concentración de capital, etc-. No obstante, no nos encontramos por el momento ante un cambio que permita vislumbrar una nueva onda larga creciente. Por ello, se trata de un modelo que no resolverá el eterno problema de la crisis crónica de acumulación y que no evitará nuevas crisis.

La otra cara de la moneda la sufrirán de nuevo y en primer lugar las clases trabajadoras, llamadas a asumir la mayor parte de los costes de unas políticas dirigidas a los grandes capitales. La solución financiero-productiva que nos proponen las políticas europeas nos abocan hacia una estrategia de gestión del cambio climático cuyas coordenadas son las de la acumulación del capital. Esto nos permite prever una profundización de las desigualdades a la hora de hacer frente a las consecuencias del calentamiento global. En segundo lugar, y en relación con las dinámicas de concentración de capital descritas más arriba, es más que probable que asistamos a un proceso de proletarización masiva debido a la desaparición de un sinfín de pequeñas empresas, que no sobrevivirán a la crisis y para las cuales no existe un plan de recuperación específico a largo plazo. La pandemia ha sacado a relucir el conjunto de las crisis que atraviesan nuestras sociedades tras dos siglos de capitalismo industrial y cinco décadas de políticas neoliberales: crisis ecológica, social, de cuidados, etc. La ofensiva del capital en el contexto de la crisis actual no sólo no responde a estas crisis sino que es previsible que las ahonde.

Este texto es una versión adaptada del artículo publicado en el número 177 de la revista Viento Sur.

Bibliografía

Brenner, Neil & Theodore, Nik.(2002). Cities and Geographies of Actually Existing Neoliberalism. Antipode. 34. 349-379. 10.1111/1467-8330.00246.

Engelen, Ewald & Glasmacher, Anna. (2018). The waiting game: How securitization became the solution for the growth problem of the Eurozone.Competition & Change. 22. 102452941875857. 10.1177/1024529418758579.

Harvey, David. (2004). El nuevo imperialismo.Disponible en:http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20130702120830/harvey.pdf

Mandel, Ernest (1980 [1973]), Las ondas largas del desarrollo capitalista.

Shaina Potts(2017)Deep finance: sovereign debt crises and the secondary market ‘fix’,Economy and Society,46:3-4,452-475,DOI:10.1080/03085147.2017.1408215

Tombazos, Stavros. (2019). Global Crisis and Reproduction of Capital.Springer International Publishing.


Notas :

[7

[9Acrónimos de “Pandemic emergency purchase programme” (Programa de compra de emergência debido a la pandemia) y “Corporate sector purchase programme” (Programa de compra al sector corporativo).

[22Los NPL son aquellos préstamos cuyo impago excede el período de 90 días y con alto riesgo de impago.

[28Para más información:Shaina Potts (2017) Deep finance: sovereign debt crises and the secondary market ‘fix’

Mats Lucia Bayer