Durante estas últimas semanas Pakistán sufrió unas inundaciones sin precedentes que produjeron cerca de 21 millones de víctimas. Las necesidades inmediatas de las personas desplazadas y que malviven en los campamentos son enormes (agua potable, asistencia médica, ayuda alimenticia, etc.) y las sumas prometidas por la « comunidad internacional » están lejos de ser suficientes: la ONU, que pedía unos 460 millones de dólares, sólo consiguió 294 millones.

Uno de los mayores desafíos será la reconstrucción, dada la magnitud de los daños; de casas, escuelas, hospitales, carreteras, puentes, líneas eléctricas, infraestructuras de comunicación, etc., todo quedó destruido. Otro desafío importante será la agricultura. Las inundaciones, que han afectado regiones particularmente fertiles, barrieron cosechas y ganado, causando un gran aumento de precio de los alimentos y poniendo en grave peligro la seguridad y la soberanía alimentarias del país.

Los países e instituciones donantes tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) quieren hacer de la reconstrucción de Pakistán un negocio lucrativo y prometieron aumentar sus préstamos al país. Dichos préstamos se suman a una deuda ya considerable (54 mil millones de dólares) y ampliamente odiosa, ya que en gran parte fue contraída durante el precedente régimen dictatorial de Musharraf.

Es absolutamente imprescindible exigir otra respuesta a la crisis que atraviesa Pakistán. Es inadmisible que en tales circumstancias el gobierno pakistaní siga reembolsando a sus prestamistas (el servicio de la deuda absorbe 3 mil millones de dólares al año) e hipoteque el futuro de su población con nuevas deudas. La abolición inmediata y sin condición de la deuda externa de Pakistán es una cuestión de justicia y solidaridad internacionales.

El CADTM Pakistán, en coordinación con otros movimientos sociales, asociaciones, sindicatos y partidos políticos, ha lanzado una campaña abogando por la suspensión inmediata de los reembolsos, el rechazo de nuevos préstamos y la abolición inmediata y sin condición de la deuda externa de Pakistán. Dicha campaña ya cuenta con respaldos nacionales e internacionales. Sin embargo es necesario reforzar la sensibilización dentro y fuera de Pakistán para incrementar la presión sobre las instituciones y países prestamistas así como sobre el gobierno pakistaní [1].

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