Foro Social Europeo: «Estrategias para la transformación social»

15 de noviembre de 2004 por Jaime Pastor




Entre los diversos plenarios, seminarios y grupos de trabajo que ha habido en el III Foro Social Europeo, el que tuvo por título «Estrategias para la transformación social» concentró la atención de un buen número de delegados y delegadas. Organizada por las revistas Socialist Resistance y Red Pepper de Gran Bretaña, el Transnational Institute de Amsterdam y las redes de revistas «Proyecto K» y «Transform», esta sesión contó con la presencia John Holloway (conocido, sobre todo, por su obra «Cambiar el mundo sin tomar el poder»), Hilary Wainwright (que acaba de publicar un libro titulado «Reclamar el Estado. Experiencias de democracia popular»), Phil Hearst (colaborador regular de la revista Inprecor) y Fausto Bertinotti (dirigente del Partido de Rifondazione Communista de Italia).

John Holloway inició su intervención constatando que existen dos puntos sobre los que es fácil ponerse de acuerdo: el capitalismo es un desastre para la Humanidad y no sabemos cómo podemos conseguir que se produzca el cambio. Hay que preguntarse a partir de ahí si debemos construir un partido y aspirar a conquistar el poder estatal o, por el contrario, dar la espalda al Estado y tratar de lograr el cambio al margen suyo; él se pronuncia claramente a favor de lo segundo, ya que el balance Balance “Fotografía” a final de año de los activos (lo que la empresa posee) y pasivos (lo que la empresa debe) de una sociedad. Dicho de otra forma, los activos el balance aportan información acerca de la utilización de los fondos recabados por la sociedad. Los pasivos del balance informan sobre el origen de los fondos captados. de la historia de la izquierda centrada en el Estado durante el siglo XX ha sido la de la traición a los ideales emancipatorios siempre que ha llegado al poder. Esto se ha debido, según Holloway, a que cuando entramos en relación con el estado, no hay simetría entre esa institución y nosotros, por lo que la tendencia generalizada ha sido la de empujarnos en un sentido opuesto a la autodeterminación de los y las de abajo. Puso como ejemplo de lo que sugiere la estrategia del EZLN y la creación de las Juntas de Buen Gobierno: es por esa vía, dejando de colaborar en la construcción del capitalismo, como se podrá avanzar hacia una nueva vía que haga posible otro mundo. Ni la estrategia electoral ni la espera a la «crisis final» del capitalismo servirán para construir una alternativa.

Hilary Wainwright comenzó expresando su acuerdo con muchas de las cosas dichas por Holloway en relación con el balance de la izquierda, pero al mismo tiempo manifestó su desconcierto ante lo que proponía. Considera que Holloway establece una falsa polarización entre la estrategia de autoorganización, por un lado, y la relacionada con el poder, por otro: «que haya habido derrotas, no quiere decir que todo lo que se hizo estuviera mal». No se puede abandonar el trabajo en las instituciones representativas sino que hay que estar en ellas y ponerlas al servicio de una democracia participativa: las experiencias vividas en el plano local en muchos lugares, incluido Londres antes de que fueran abortadas por Margaret Thatcher, demuestran que es posible progresar por ese camino; obviamente, el objetivo debe ser cuestionar las relaciones capitalistas también en el ámbito del Estado. El problema está, sobre todo, en cuál ha de ser el sujeto de ese cambio radical al que aspiramos: ahí es donde nos encontramos con la necesidad de reinventar el partido y el tipo de relación que ha de mantener con los movimientos sociales con el fin de encontrar nuevas formas de hacer política y de organización.

Phil Hearst cuestionó las tesis de Holloway a partir de un balance de lo ocurrido en Argentina: el elevado grado de autoorganización y radicalización del movimiento que se ha dado en ese país en los últimos años se ha encontrado luego en un impasse político profundo, lo cual ha permitido la recomposición de la «clase política» y la fragmentación creciente de las fuerzas que animaron aquel proceso: la incapacidad de la izquierda para forjar un agrupamiento a la altura de las necesidades de ese movimiento ha sido el déficit fundamental que explica hoy el relativo reflujo que se vive allí. También se refirió al caso de Venezuela como una experiencia diferente, ya que allí el proceso de movilización popular contra la derecha golpista y en apoyo a Chávez ahora parece estar llevando a determinados sectores a pasar a su propia autoorganización y, al mismo tiempo, a asumir el eslogan «Queremos ser el gobierno». En cuanto a los zapatistas, el problema que tienen es que ellos sólos no pueden resolver las causas profundas que explican la pobreza de las comunidades indias, por lo que necesitan de un cambio a escala de todo el Estado.

Fausto Bertinotti comenzó resaltando el hecho de que hoy hay más capitalismo que nunca, ya que hay más explotación del trabajo vivo, tanto en intensidad como en extensión, y más destrucción de la naturaleza, con China como manifestación extrema de todo esto. En esas condiciones nos encontramos con que se ha acabado la etapa del compromiso del «bienestar» de la postguerra en Europa y que hay que pasar a la resistencia contra la «guerra permanente» que también en el plano social estamos sufriendo: la precarización es la tendencia dominante y, por lo tanto, el problema del sujeto ya no se plantea en torno al obrero fabril y al estudiante de los años 60 sino alrededor de un sujeto muy plural en sus condiciones sociales y en el proceso de construcción de su identidad. Pero para volver a poner de actualidad la necesidad de la revolución, hay que reformar la política y para eso hay que abrir un nuevo diálogo entre partidos, movimientos y asociaciones, tal como se está haciendo en el marco del Foro Social Europeo y como su partido intenta en Italia.

En el coloquio que se abrió a continuación fueron muchas las intervenciones y me limitaré a señalar las más relevantes. Alex Callinicos (del SWP británico) polemizó tanto con Holloway como con Wainwright: al primero le recordó que, aunque queramos «dar la espalda al Estado», éste no da la espalda a la gente y, sobre todo, a quienes luchan y se autoorganizan, como se ha podido comprobar en Argentina o en México o en la UE ahora con las políticas antisociales; a la segunda le dijo que estaba de acuerdo con ella en la necesidad de trabajar en las instituciones representativas pero no para reformarlas sino para sustituirlas por otro tipo de democracia y de Estado. José Iriarte «Bikila» (de Zutik) mostró su acuerdo con Holloway respecto al balance autocrítico de la izquierda durante el siglo XX pero recordó que en toda situación revolucionaria el problema del poder se plantea abiertamente: si no se sustituye el poder estatal existente por el basado en la autoorganización obrera y popular, aquél resucita pronto y acaba con éste; la experiencia de julio de 1936 en Catalunya y la incomprensión de esta cuestión por parte de la CNT fue el ejemplo que le sirvió para ilustrar su tesis. No faltaron intervenciones de colegas italianos mostrando su acuerdo con la intervención de Bertinotti pero, a la vez, expresando sus dudas sobre hasta qué punto la alianza que el partido que dirige ha hecho con el Olivo es compatible con las tesis defendidas para la reforma de la política.

En su intervención final Bertinotti matizó afirmando que la participación en un gobierno debe ser vista como uno de los medios de la acción política, pero siempre partiendo de que la presencia en los movimientos ha de ser el elemento principal de una izquierda antagonista que quiera impulsar formas de autogobierno y de contrapoder. Hearse precisó que había que evitar un concepto mítico de la revolución como algo que estalla repentinamente y que el gran problema de la izquierda está en ir progresando en un proceso de acumulación de fuerzas que permita llegar a estar en condiciones de conquistar la hegemonía en situaciones que puedan transformarse en revolucionarias. Wainwright insistió en que en el marco de la lucha contra el neoliberalismo había que distinguir en qué aspectos luchamos contra el Estado y en cuáles exigimos que asuma políticas favorables a los trabajadores, poniendo como ejemplo la necesidad de impedir las privatizaciones. Holloway se reafirmó en el rechazo de toda estrategia de toma del poder (según él, lo ocurrido en octubre del 17 en Rusia fue una derrota...), dejó claro que no negaba que pudiera haber algún tipo de relación con el Estado por parte de los movimientos (pero siempre para estar en contra e ir más allá del mismo) y rebatió la necesidad de un partido para construir un nuevo sujeto del cambio global.

En resumen, un debate de enorme interés Interés Cantidad pagada como remuneración de una inversión o percibida por un prestamista. El interés se calcula sobre la base de la cantidad de capital invertido o prestado, de la duración de la operación y del último tipo aplicado en ese momento. que continuará sin duda en otros foros y publicaciones. Por cierto, fue una lástima que nuestro amigo Daniel Bensaïd (autor de «Cambiar el mundo», editado por Los libros de la catarata y Viento Sur) no pudiera acudir a esta sesión por encontrarse enfermo, ya que habría contribuido a enriquecer más la discusión.


Fuente: Espacio Alternativo (http://www.espacioalternativo.org), octubre de 2004.

Jaime Pastor

es profesor de Ciencia Política de la UNED y miembro del Consejo Ciudadano Autonómico de Podemos en la Comunidad de Madrid.

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