30 de noviembre de 2003 por Guillermo Garcia
Este artículo pretende ofrecer una visión general de los obstáculos que encuentra hoy en día el derecho al desarrollo humano y sostenible ante el actual proceso de mundialización o globalización. Tal proceso se caracteriza principalmente por centrarse en el mundo financiero a gran escala (grandes bancos privados y empresas transnacionales) y en unas relaciones de mercado notoriamente injustas y desequilibradas. De este modo, la desigualdad económica y social aumenta por doquier, incluso en los países “desarrollados”, y sus principales perdedores son las capas de población más vulnerables y desfavorecidas, tal y como se refleja en los informes anuales sobre desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD
Programa de las Naciones Unidas par el Desarrollo
PNUD
Creado en 1965 y con sede en Nueva York, el PNUD es el principal órgano de asistencia técnica de la ONU. Ayuda -sin restricciones políticas- a los países en desarrollo a dotarse de servicios administrativos y técnicos básicos, forma funcionarios, trata de responder a ciertas necesidades esenciales de las poblaciones, toma la iniciativa de programas de cooperación regional y coordina, en principio, las actividades locales del conjunto de los programas operativos de las Naciones Unidas. El PNUD se basa generalmente en conocimientos y tecnologías occidentales, pero un tercio de su contingente de expertos es originario del Tercer Mundo. El PNUD publica anualmente un Informe sobre el desarrollo humano, que clasifica los países según un Índice de Desarrollo Humano (IDH).
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), entre otros.
Asimismo, el actual proceso de mundialización del mercado resulta agresivo respecto del medio ambiente por propiciar métodos productivos destructores de los ecosistemas y de los seres vivos que los habitan debido al continuo aumento de la contaminación y al excesivo consumo de recursos naturales. Éstos al descomponerse en la actividad industrial generan una gran cantidad de residuos, muchos de ellos altamente tóxicos,
que la naturaleza es incapaz de reabsorber y reciclar. Dichos residuos suelen ir a parar a los países menos industrializados o a tierra considerada de nadie (o de todos: patrimonio común de la humanidad) como altamar o la atmósfera, provocando así fenómenos como el cambio climático.
Frente al imperante modelo de industrialización y de mundialización económica en la actualidad, que favorece principalmente a los más poderosos, en el marco de las
Naciones Unidas se inició, a partir de la descolonización y consiguiente establecimiento de muchos nuevos Estados en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, la concepción de un desarrollo que tuviera mucho más en cuenta los intereses de los países “subdesarrollados”. Este desarrollo alternativo, que en un principio poseía también un marcado carácter economicista, ha ido evolucionando y depurándose para presentarse en la actualidad como un desarrollo centrado principalmente en el ser humano y en los grupos en que convive y desarrolla su personalidad. Se trata, asimismo, de un desarrollo basado en la universalidad, interdependencia e indivisibilidad de todos los derechos humanos, incluidos los medioambientales, y especialmente en los derechos e intereses
de los más vulnerables y desfavorecidos.
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