Latinoamerica I: comparaciones y explicaciones de la crisis

15 de enero de 2010 por Claudio Katz




RESUMEN: El impacto de la eclosión global en América Latina ha sido inferior a los países desarrollados y más agudo que en las economías ascendentes de Asia. Afectó en mayor grado a Centroamérica que al hemisferio sur. El origen externo del temblor desmiente el mito de la responsabilidad autóctona de estas conmociones, pero no exculpa a las clases dominantes locales.
La crisis no presenta hasta ahora el alcance que tuvieron los colapsos de las últimas dos décadas. Esta diferencia obedece al carácter acotado de la transmisión financiera y a los efectos de la monumental cirugía de los bancos en la región. Paradójicamente este contrapeso atrae capitales de corto plazo, que amenazan recrear las burbujas especulativas.
El dato central de la coyuntura ha sido el freno de la retracción comercial, pero se confirmó la fragilidad que genera la dependencia regional de las exportaciones básicas. El desempleo y la pobreza han vuelto a primer plano con la disminución de las remesas. El éxodo rural ensancha la brecha social y potencia la marginalidad urbana.
Los economistas heterodoxos pasaron de un diagnóstico de catástrofe a otro de irrelevancia de la crisis. Explican el impacto atenuado del temblor por la acertada intervención del estado, pero olvidan el generalizado vuelco internacional hacia esta acción. También encubren el auxilio brindado a las clases dominantes y no perciben, que se buscó evitar un desplome del poder adquisitivo por el temor que suscita la resistencia popular.
Los economistas ortodoxos atribuyen el limitado alcance de la crisis a la primacía de políticas de superávit fiscal, restricción monetaria y endeudamiento controlado. Pero ocultan el costo social de esta orientación y el impulso que brindó a la concentración y extranjerización de las finanzas. Los indicadores de presupuesto, inflación Inflación Subida acumulativa del conjunto de los precios (por ejemplo, una subida del precio del petróleo, que conlleva luego un reajuste de los salarios al alza, luego la subida de otros precios, etc.). o tipo de cambio confirman la continuada vulnerabilidad de la región.

LATINOAMÉRICA I: COMPARACIONES Y EXPLICACIONES DE LA CRISIS

El alivio que ha sucedido al duro impacto inicial de la crisis reproduce en América Latina una tendencia mundial. A mediados del 2008 irrumpió la recesión, el incremento del desempleo y la retracción del comercio, a pesar de los socorros a las empresas que improvisaron todos los gobiernos.
Pero al promediar el año pasado se generalizó la distensión financiera, se contuvo la compresión del crédito y la desvalorización de las materias primas. El producto bruto sufrió un significativo retroceso, pero tendería a recuperarse durante el 2010. ¿Qué dimensión presenta esta crisis, en comparación a las eclosiones que sacudieron a la región en las últimas décadas? [1]
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MAGNITUDES Y COMPARACIONES

El PBI latinoamericano aumentó 4,1% en el 2008, declinaría 1,8% en el 2009 y volvería a subir 4,1% en el 2010. Este vaivén también sigue los lineamientos internacionales, con porcentuales más favorables que los países desarrollados y más adversos que las economías ascendentes de Asia. Este resultado intermedio confirma que el impacto ha sido inferior al Primer Mundo, pero no tan atenuado como en China o la India.
El estallido no se originó esta vez en América Latina, sino en el epicentro del capitalismo. No sucedió a los descalabros de la deuda Deuda Deuda multilateral La que es debida al Banco Mundial, al FMI, a los bancos de desarrollo regionales como el Banco Africano de Desarrollo y a otras organizaciones multilaterales como el Fondo Europeo de Desarrollo.
Deuda privada Préstamos contraídos por prestatarios privados sea cual sea el prestador.
Deuda pública Conjunto de préstamos contraídos por prestatarios públicos. Reescalonamiento. Modificación de los términos de una deuda, por ejemplo modificando los vencimientos o en relación al pago de lo principal y/o de los intereses.
externa, los desmoronamientos fiscales o las fuertes devaluaciones, que periódicamente acosan a la región. Esta localización externa destruye el mito de la invariable responsabilidad autóctona de las desgracias que padece la zona. Nadie puede atribuir el vendaval actual a la “corrupción de los funcionarios”, a la “escasa disciplina de la población” o la “menguante laboriosidad de los trabajadores”. Los neoliberales han debido resignar su argumento predilecto para explicar el temblor en la región.
El detonante externo es ahora esgrimido para exculpar a las clases dominantes locales de cualquier responsabilidad, olvidando que el capitalismo no funciona en otra galaxia. América Latina está inserta en un sistema que periódicamente soporta conmociones globales. Las mismas convulsiones que ahora desplomaron a los bancos estadounidenses, arrasaron en varias oportunidades a las finanzas de la periferia. Las crisis cambian de localización, pero obedecen siempre a un mismo determinante capitalista.
Al confirmar esta inestabilidad estructural del sistema, el nuevo estallido sacudió al establishment latinoamericano, que se había acostumbrado a un quinquenio de crecimiento y apostaba a un período semejante de apacibles negocios.
Pero el efecto de esta crisis ha sido muy desigual. El gran desplome del 7% del PBI que afectó a México dista de la moderada caída que soportó Brasil (uno o dos puntos). Mientras que Centroamérica sufrió el efecto inmediato de la recesión estadounidense, las economías diversificadas de Sudamérica lograron atemperar esa incidencia.
El origen estadounidense del crack y su menor impacto relativo sobre América Latina constituyen, hasta ahora, los únicos puntos en común de la eclosión reciente con la depresión del 30. Las comparaciones con los colapsos más recientes de las últimas dos décadas de neoliberalismo son más aleccionadoras [2].
La recesión actual sería más aguda que las registradas durante 1990 y 2002 (caídas de PBI menores de un punto), pero no alcanzaría la gravedad de 1983 (declinación de 2,6%). Sería un shock profundo, pero de incidencia inferior a la “década perdida” del 80 o a la “media década perdida” de 1998-2003 [3].
En los derrumbes de esos períodos se verificaron desmoronamientos más dramáticos del PBI en varios países. Hubo colapsos de 17 % en Chile (1983-84), 10 % en México (1994), 11 % Argentina (2001-02) y declives muy pronunciados de Brasil (1998). La crisis actual presenta hasta ahora una magnitud inferior a esos antecedentes.
Sólo en México la escala de la tormenta presenta semejanzas con el Tequila de 1994, tanto en la regresión industrial, cómo en la expansión del desempleo. Pero la turbulencia actual no ha incluido los desmoronamientos de bancos y la pulverización de la moneda, que condujeron en esa oportunidad al inédito socorro de la Reserva Federal FED
Reserva Federal
Oficialmente Federal Reserve System, habitualmente abreviada en Federal Reserve o Fed, es el banco central de Estados Unidos. Fue creada el 23 de diciembre de 1913 mediante el Federal Reserve Act, también llamado Owen-Glass Act, tras varias crisis bancarias y el pánico bancario de 1907.
.
El brusco freno que ha sufrido la economía argentina tampoco guarda punto de comparación con la histórica catástrofe del 2001. La crisis ha puesto fin a un quinquenio de alto crecimiento, pero no produjo el desplome de un modelo (convertibilidad Convertibilidad Posibilidad legal de pasar de una moneda a otra o de una moneda al patrón en que está oficialmente definida. En el sistema actual de tasas de cambio liberalizadas (es la oferta y la demanda de divisas la que determina sus cursos respectivos, tasas de cambio flotantes), las monedas flotan alrededor del dólar (patrón-dólar). ), ni generó cesaciones de pago, confiscaciones de depósitos bancarios o descalabros monetarios.
El mismo contraste se extiende a Brasil. La principal economía latinoamericana fue muy golpeada el año pasado, pero la devaluación Devaluación Modificación a la baja del tipo de cambio de una moneda frente a otras divisas. inicial no precipitó fugas de capital, depreciaciones monetarias, rebrotes inflacionarios o astronómicos ascensos de las tasas de interés Interés Cantidad pagada como remuneración de una inversión o percibida por un prestamista. El interés se calcula sobre la base de la cantidad de capital invertido o prestado, de la duración de la operación y del último tipo aplicado en ese momento. . Estos episodios acompañaron, en cambio, al ocaso del cruzado (1986), al fin del plan Collor (1990) y a la última quiebra fiscal (1999). La conmoción actual se ha caracterizado por un tipo de transmisión muy diferente.

MAYOR IMPACTO COMERCIAL QUE FINACIERO

A diferencia de lo ocurrido en los 80 y 90 el efecto financiero de la crisis no ha sido significativo. La colocación internacional de bonos públicos se mantuvo con tasas de rendimiento elevadas y la severa caída inicial de las bolsas fue seguida por una persistente recuperación. En la segunda mitad del 2009, los mercados bursátiles de Brasil, Chile, Perú o Colombia registraron incrementos del 100%.
Por otra parte, el volumen de las reservas supera al nivel predominante durante las crisis de las últimas décadas y la carga del endeudamiento externo ha bajado. Estos pasivos (netos de reservas internacionales) equivalían al 6% de PIB Producto interno bruto
PIB
El PIB es un índice de la riqueza total producida en un territorio dado, estimada sobre la base de la suma de los valores añadidos.
(2008), frente al 30% predominante durante las eclosiones anteriores [4].
Esta menor gravitación de los desequilibrios financieros ha reducido el interés de las interpretaciones centradas en esta órbita. También el énfasis en los aspectos monetarios ha decaído, ante la limitada corrosión sufrió que esta vez el sistema bancario.
Pero este cambio no es obra de la naturaleza. Reflejó la monumental transformación que sufrieron las entidades financieras, como consecuencia del tendal de quebrantos generados por las últimas crisis. Los bancos de la región han sido menos golpeados que sus equivalentes del Primer Mundo por haber procesado la depuración, actualmente en curso en las entidades de Estados Unidos y Europa.
Pero esta mayor consistencia poscrisis es un arma de doble filo, ya que atrae nuevas burbujas hacia la región. En un marco de bajas tasas de interés y alto riesgo de los bancos metropolitanos, los capitales de corto plazo afluyen a la zona para lucrar con los vaivenes de las acciones, los inmuebles y las monedas. Esta llegada de fondos contrasta, con la caída de 35- 45% de la inversión extranjera de largo plazo, que se registró durante el 2009.
Los conocidos efectos desestabilizadores que genera este arribo de capitales golondrinas han conducido a introducir restricciones (especialmente en Brasil). Pero si la rentabilidad de esas operaciones persiste, las barreras podrían quedar neutralizadas por otras vías de ingreso de los mismos fondos.
En esta oportunidad, el tradicional canal financiero de transmisión de la crisis ha sido reemplazado por un impacto comercial. La súbita caída de los precios (29%) y del volumen de las exportaciones, que se observó entre el comienzo de la crisis (septiembre 2008) tiene pocos precedentes. Aunque alcanzó un piso (junio del año siguiente) y fue seguido de una nueva apreciación de las materias primas, el resultado final de esta oscilación es incierto.
La renovada demanda de China, India y otras economías intermedias podría estabilizar estos precios, determinando una inédita gravitación de las compras asiáticas sobre el ciclo comercial latinoamericano. Pero este cambio de comprador no altera la fuerte atadura de la región al vaivén de cotizaciones de los bienes exportados. El ascenso de estos precios permitió cinco años de continuada reactivación y la reciente recuperación ha operado cómo un salvavidas de poca consistencia.

El estallido de la crisis provocó un inmediato aumento de 1% de la desocupación en la región. Al menos tres millones de personas perdieron su empleo durante los primeros meses del 2009, revirtiendo la moderada recuperación de puestos de trabajo, que se registró durante el crecimiento del quinquenio precedente.
Las últimas estimaciones indican un incremento del 7,4 al 8,3% (o 9%) de la tasa promedio de desocupación. Esta media incide en forma variable en las distintas economías (Argentina 8,8%, Chile 10,7%, México 6,12%). El paro comenzó golpeando a los asalariados de las industrias más internacionalizadas y terminó afectando duramente a los trabajadores precarizados e informales. En la juventud el desempleo duplica el promedio general. Hay 50 millones de jóvenes latinoamericanos que se encuentran totalmente afuera del sistema educativo y 20 millones de niños trabajan en condiciones infrahumanas [5].
Este agravamiento del desempleo coincide con una expansión de la pobreza, que afectaría a un rango de 6 a 10 millones de individuos. El porcentaje de los desamparados latinoamericanos continuará girando en torno al 40% de la población, con picos de agravamiento en las recesiones y reducidas mejoras durante las reactivaciones. Este océano de pobres alimenta crecientes formas de precariedad laboral en todos los países [6].
En las naciones más desguarnecidas la irrupción de la crisis incluyó, además, la desgracia del hambre. Este flagelo es un resultado directo de la reconversión neoliberal del agro, que acentuó la especialización exportadora, el éxodo rural y la falta de alimentos. América Latina participa con 53 millones de individuos en el mapa mundial de la desnutrición [7].
Otra consecuencia de la crisis ha sido la abrupta reducción de las remesas. Esta disminución de los envíos familiares afecta particularmente a los países centroamericanos, que sufrieron una verdadera desarticulación demográfica. Uno de cada 10 mexicanos reside en Estados Unidos y sus transferencias de fondos se han tornado vitales, al pasar de 7.500 millones de dólares (2000) a 26.000 millones (2007) [8].
En los últimos meses del 2009 se verificó incluso el inédito fenómeno de remesas inversas, es decir giros realizados desde el Sur hacia los familiares que perdieron su empleo en el Norte. Pero el retorno a casa no parece una opción, en el cuadro actual de recesión agravada por la gripe porcina y el desplome de turismo.
La crisis también deteriora la distribución del ingreso, recreando el ensanchamiento de la brecha social, que se atenuó levemente durante el reciente ciclo de crecimiento. El índice Gini (que mide este desnivel) registraría un incremento del 0,47% al 0,51%.
Para una región que padece los mayores índices de desigualdad del planeta, las consecuencias de cualquier desmejora en esta área son dramáticas. Basta observar las cifras predominantes en la principal economía de la región, para notar la dimensión de esa asimetría. En Brasil el 10 % más rico posee casi el 75% de la riqueza total y el 45% de estos recursos es acaparado por 5000 familias, localizadas en cuatro ciudades [9].
La desintegración social que generan estos niveles de desigualdad se traduce en un explosivo incremento de la criminalidad. Las pandillas son reclutadas entre jóvenes desempleados que soportan la marginalidad urbana, potenciada por la destrucción de las comunidades agrarias. Una multitud de individuos sin trabajo, oficio u horizonte de vida ha sido empujada a esa informalidad por la reconversión capitalista de las últimas décadas.

La delincuencia se ha expandido, además, por la cultura del consumismo y de la ostentación que propagó el neoliberalismo, mientras demolía el nivel de vida las familias obreras. Los capitalistas que causaron esta tragedia, ahora protestan vivamente contra sus efectos, especialmente cuando padecen en carne propia los secuestros o robos sanguinarios, que caracterizan a la nueva criminalidad. Los responsables de esta degradación también se quejan de la baja formación educativa, cómo si la regresión en este plano fuera ajena al aniquilamiento sufrido por la escuela pública.

EXPLICACIÓN POR INTERVENCIONISMO

Los voceros de CEPAL han acompañado las oscilantes interpretaciones de la crisis que expusieron los economistas más afamados. Primero caracterizaron la eclosión como el mayor estallido de la posguerra y al poco tiempo, diagnosticaron un súbito fin de ese desmoronamiento. Ponderaron, además, la madurez y capacidad de resistencia que ha exhibido América Latina frente a estos temblores [10].
En ningún momento aclararon cómo se produjo el mágico pasaje de una catástrofe económica a una recaída irrelevante. En cambio, atribuyeron la novedosa capacidad que ha mostrado la zona para atemperar la crisis global, a las políticas heterodoxas de intervención estatal. Algunos autores contrastaron estas acciones con la parálisis o ineficacia, que impuso en ocasiones anteriores, la subordinación ortodoxa a los dictados del mercado.
La intervención del estado ha sido efectivamente un dato generalizado, que se manifestó en distinto tipo de medidas. Algunas tendieron a disuadir el aumento de las tasas de interés y otras a sostener parcialmente la demanda mediante la expansión monetaria. Esta política predominó con diversos matices en casi todos los países, desmintiendo la apología neoliberal a las cualidades autocorrectivas del mercado. Pero esta orientación no fue un invento latinoamericano. Acompañó una tendencia mundial que asumió mayor intensidad en Estados Unidos y Europa.
Pero esta intervención ha sido posible en la región por la existencia de reservas acumuladas durante la prosperidad del 2003-08. Como en ese período se registraron tasas de crecimiento del 5% anual y mejoras de los términos de intercambio del 100%, los gobiernos contaron con un margen de acción inexistente en los colapsos anteriores. Aprovecharon la coyuntura creada por el primer período de crecimiento latinoamericano superior a las economías desarrolladas desde la posguerra. Especialmente el auge externo proveyó ingresos fiscales, que permitieron evitar la repetición de la bancarrota mexicana de los 80 o el quebranto argentino del 2001.
Pero la intervención que pondera CEPAL no fue neutra. Socorrió con fondos públicos a los grandes bancos o empresas, mediante auxilios que excluyeron la redistribución de ingresos. El incremento del gasto público benefició a las clases dominantes y solo incorporó compensaciones secundarias en el área social.
La atención que igualmente se ha puesto en evitar un desplome del poder adquisitivo, refleja el temor que han dejado las grandes rebeliones populares de las últimas décadas. Más que una repentina inclinación por la heterodoxia, en la cúpula del poder ha estado fresco el recuerdo de esos levantamientos sociales.

 EXPLICACIÓN POR AJUSTE

Los economistas ortodoxos atribuyen el limitado impacto de la crisis en la región a la aplicación de estrictas políticas de superávit fiscal, restricción monetaria y endeudamiento controlado. Consideran que esta sobriedad permitió afrontar con sólidos escudos el vendaval externo [11].
Esta caracterización registra la existencia de un contexto fiscal y monetario efectivamente distinto al pasado reciente. La deuda regional equivalente al 53% del PBI y al 365% de exportaciones en 1987 se redujo al 21% y el 87% de estos guarismos en el 2008. También los bancos presentan un nivel más acotado de apalancamiento Apalancamiento APALANCAMIENTO : El apalancamiento se refiere a los efectos sobre la rentabilidad del capital de una entidad (empresa, banco, etc.) que recurra al endeudamiento. La ratio de apalancamiento calcula la relación entre los fondos propios* de una determinada entidad y el volumen de sus deudas. , en un marco de endeudamiento público y privado más reducido [12].
Pero este escenario no fue forjado con sobriedad administrativa. Ha sido el resultado de un ajuste social brutal, que incluyó procesos de licuación de deudas, desvalorización de capital y transferencias de ingresos solventados por las mayorías populares.
Los neoliberales omiten esta cirugía, que también condujo a la reorganización de las finanzas a favor de un grupo más selecto de entidades. Estas limpiezas han convertido por ejemplo a Brasil, en un niño mimado del establishment global. El país recibe altas calificaciones de los banqueros (investment grade) e incluso presta plata al FMI FMI
Fondo monetario internacional
El FMI nace, el mismo día que la Banca mundial, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods. En su origen el rol del FMI era defender el nuevo sistema de cambios fijos instaurado.

A la finalisación de estos acuerdos (1971), el FMI es mantenido y se transforma paulatinamente en el gendarme y el bombero del capitalismo mundialisado : gendarme cuando impone los programas de ajuste estructural ; bombero cuando interviene financiaramente para sostener los países tocados por una crisis financiera.

Su modo de decisión es el mismo que el del Banco mundial y se basa sobre una repartición del derecho de voto en proporción a los aportes de cotisación de los países miembros. Estatutariamente es necesario el 85% de los votos para modificar la Carta del FMI (los EE.UU. poseen una minoria de bloqueo dado a que posees el 16,75 % de voces). Cinco países dominan : Los EE.UU. (16,75 %), el Japon ( 6,23 %), la Alemania (5,81%), Francia (4,29 %), y Gran Bretaña (4,29%). Los otros 177 Estados miembros estan divididos en grupos dirigidos, cada vez, por un país. El grupo más importante (6,57%) esta dirigido por Belgica. El grupo menos importante (1,55% de voces) precidido por el Gabon (países africanos).

Su capital está compuesto del aporte en divisas fuertes (y en monedas locales) de los países miembros. En función de este aporte, cada miembro se ve favorecido con Derechos Especiales de Giro (DEG) que son de hecho activos monetarios intercambiables libre e inmediatamente contra divisas de un tercer país. El uso de estos DEG corresponde a una política llamada de estabilización a corto plazo de la economía, destinada a reducir el déficit presupuestario de los países y a limitar el crecimiento de la masa monetaria. Esta estabilización constituye frecuentemente la primera fase de intervención del FMI en los países endeudados. Pero el FMI considera que en adelante es tarea suya (tras el primer choque petrolero de 1974-1975) actuar sobre la base productiva de las economías del Tercer Mundo reestructurando sus sectores internos; se trata de una política de ajuste a más largo plazo de la economía. Lo mismo sucede con los países llamados en transición hacia una economía de mercado. (Norel y Saint-Alary, 1992, p. 83).

Sitio web :
. Luego de una escalada de quiebras (1994), que centralizó todo el sistema en pocas manos, las principales instituciones sobrevivientes se han especializado en operaciones con derivados y opciones. Sólo 25 entidades controlan el 81% de los activos y mantienen altos lucros de intermediación, en un marco de mayor estabilidad monetaria.
En México se consumó un proceso semejante luego del colapso de 1994. Pero en este caso, la concentración de bancos se produjo junto a la extranjerización de todo el sistema, especialmente luego del pasaje del Banamex al Citigrup y del Bancomer al BBVA. Toda la estructura de préstamos ha quedado, además, muy conectada a la subordinación económica a Estados Unidos.
En Argentina la reorganización bancaria sucedió al descomunal colapso del 2001-02. Aquí no sólo hubo cierre y venta de entidades, sino también expropiaciones de depósitos, canjes compulsivos de las deudas, pesificaciones de acreencias dolarizadas y default de bonistas. La magnitud de este estallido terminó limitando la hegemonía lograda por las finanzas durante los años 90, pero no revirtió una estructura financiera retrógrada y concentrada. Sólo 10 entidades controlan el 77 % de los depósitos [13].
Cómo procesos semejantes (o más turbulentos) de reorganización bancaria se registraron en Ecuador y Venezuela (y otros países), la eclosión reciente llegó a Latinoamérica en el período de reestructuraciones que sucede a las crisis. Pero esta coyuntura es frágil y no brinda protección frente a un rebote del temblor externo o una nueva erosión endógena. Las causas estructurales de la pulverización sufrida por los bancos durante los años 80 y 90 persisten y la repetición de esos estallidos es una posibilidad siempre latente.
Los dos factores que pospusieron este desenlace –altos precios de las materias primas exportadas y cierto control del déficit fiscal y la inflación- están sujetos a imprevisibles y repentinos desajustes. Los economistas ortodoxos presienten esta fragilidad y advierten contra los peligros que afronta la región. Pero siempre olvidan considerar cuán responsables son de esa vulnerabilidad.


Claudio Katz es Economista, Investigador y Profesor. El es miembro de EDI (Economistas de Izquierda). Su página web es: www.lahaine.org/katz

Notas

[1Esta evaluación continúa nuestro primer análisis: Katz Claudio, “América Latina frente a la crisis global”, Crisis capitalista, economía, política y movimiento, Espacio Crítico Ediciones, Bogotá, 2009.

[2Mientras que en Estados Unidos la crisis se prolongó hasta 1939, en la mayor parte de América Latina concluyó en 1932-35. Maira Luis, “¿Cómo afectará la crisis la integración regional?”, Nueva Sociedad, n 224, noviembre-diciembre 2009.

[3Esta evaluación presenta Ocampo José Antonio, “La crisis económica global”, Nueva Sociedad n 224, noviembre-diciembre 2009.

[4Ocampo La crisis.

[5Rojas Aravena Francisco, “Siete efectos políticos de la crisis internacional en América Latina”, Nueva Sociedad n 224, noviembre-diciembre 2009. Fazio Hugo, “Las grandes crisis latinoamericanas de los últimos 15 años”, La explosión de la crisis global, LOM, Santiago, 2009. También Página 12, 8-12-09

[6La Nación, 11-11-09, 6-9-09.

[7La Nación, 15-10-09.

[8CEPAL Informe, 15-7-09, La Nación, 22-11-09

[9La Nación, 6-9-09, Página 12, 26-12-09. Pochman Marcio. “El país de los desiguales”. Le Monde Diplo, diciembre 2007.

[10CEPAL, “Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe”, 10-12-2009, Santiago de Chile. También La Nación, 11-11-09.

[11Esta tesis plantea Arriazu Ricardo, “América Latina logró ser menos vulnerable”, Clarín, 21-9-09. También Sturzenegger Federico, en Página 12, 2-2-08.

[12Clarín, 21-9-09.

[13Página 12, 27-1-09.

Claudio Katz

es economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI.

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